El domingo 25 de mayo de 1919, hace cien años, murió en Montevideo a los 48 años el poeta mexicano Amado Nervo (Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo). Seis meses tardó en llegar su cuerpo a México, desde la salida del féretro con sus restos en el crucero Uruguay, pasando por los puertos de Pernambuco (Brasil), Trinidad, La Guayrá (Venezuela), Kingston (Jamaica) y La Habana (Cuba), hasta arribar a Veracruz, escoltado por el navío argentino Nueve de Julio, el cubano Patria y el mexicano Zaragoza. Finalmente, el último viaje del cuerpo del poeta terminó el 14 de noviembre de ese año, cuando fue recibido en la Ciudad de México por unas 200 mil personas, quienes lo acompañaron a la entonces denominada Rotonda de los Hombres Ilustres, donde descansa en paz desde entonces. El pasado viernes 24, las campanas de todas las iglesias de Tepic, donde Nervo nació en 1870, repicaron al unísono para conmemorar el centenario luctuoso del también novelista, cuentista y ensayista, uno de los principales exponentes del Modernismo hispanoamericano. Este acto ha marcado el inicio de un homenaje en México y otras ciudades latinoamericanas que tiene como eje poner al día su obra e investigar y revisar su legado literario para motivar a las nuevas generaciones a que lo lean con la vehemencia con que se leyó en su día y que, según algunos especialistas, permite que se hable de él como de la primera rock star de la literatura. Conferencias, actos cívicos, publicación de libros, colocación de ofrendas florales, talleres, montaje de espectáculos, exposiciones y hasta una gala de declamación, en las que participarán escritores y académicos como Juan Villoro, David Huerta, Vicente Quirarte, Claudia Canales, Tarsicio Herrera, Felipe Garrido, Adolfo Castañón y Gonzalo Celorio, entre otros, son algunas de las actividades que se llevarán a cabo tanto en Tepic, como en Ciudad de México, Buenos Aires y Montevideo, para mostrar la vigencia de Nervo, autor de una obra poética con la que han aprendido a leer poesía muchos niños mexicanos. Pero también estos homenajes quieren rescatar el valor de sus novelas transgresoras y sus cuentos de ciencia ficción, o sus estudios sobre Sor Juana, de quien fue uno de los primeros biógrafos. Espacio y tiempo, barrotes de la jaula, ya os habéis roto y el pájaro de oro tiende las alas.
El escritor Francisco Gerardo Haghenbeck (Ciudad de México, 1965) ha realizado una especie de atlas con los mejores relatos policiacos mexicanos de la segunda mitad del siglo XX, titulado La renovada muerte: Antología del noir mexicano (Grijalbo), en el que pone al día la evolución del género y ofrece una panorámica en la que se aprecian, entre otras características, la fuerza con que las autoras se han metido de lleno en la escritura de novela negra marcando pautas y tendencias; el singular juego entre humor y violencia, o la denuncia social, dado que en el negro mexicano no importa tanto la búsqueda de la justicia como la búsqueda de la verdad, algo que, como ha señalado el propio Haghenbeck, tiene que ver con la realidad mexicana, donde se anda escaso de verdades y lleno de crímenes sin resolver. La nómina va de Paco Taibo II, Élmer Mendoza y Eduardo Antonio Parra, a Liliana Blum, BEF, Orfa Alarcón e Iris García, entre otros. ¡Pum!
EL TRATADO DEL CORAZÓN DE ANA V. CLAVELHay una magnífica novela de Carla Faesler, Formol —que cuenta la historia del último corazón azteca que es rescatado de las nieves del volcán Popocatépetl—, donde la autora sugiere que el corazón de México está en formol; es decir, muerto. La escritora Ana Clavel dice que para ella la enfermedad que padece México es la falta de empatía y compasión. Ese es su diagnóstico tras la escritura de su más reciente novela, Breve tratado del corazón (Alfaguara), donde se entrecruzan los destinos de una mujer que, a punto de suicidarse, se detiene al pensar que no ha visto el Taj Mahal; de un hombre sometido a una operación del corazón que al salir del hospital descubre que ha dejado de ser el autómata que era; de una joven descuartizada que deambula como alma sin rumbo, y de un sicario caníbal, dueño y señor de legiones que habitan en su interior. Autora de novelas como Cuerpo náufrago, El dibujante de sombras, Las violetas son flores del deseo (Premio de Novela Corta Juan Rulfo 2005 de Radio Francia Internacional), Las ninfas a veces sonríen (Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska), y de ensayos como A la sombra de los deseos en flor y Territorio Lolita, Clavel (1961) es una de esas autoras mexicanas cuya obra merece una mayor difusión fuera de México, ya que inexplicablemente apenas es conocida en países como España, y esta nueva novela, donde los corazones inquietos buscan su razón de ser, es una buena oportunidad para darle el reconocimiento internacional que merece. Que así sea.
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