Portugal, Sevilla, Madrid, Orihuela, Palencia, Albacete y Alicante. El periplo carcelario del poeta fue largo y tortuoso hasta la última etapa, su muerte en prisión. A continuación reproduzco Las cárceles, de Miguel Hernández.
Las cárceles, de Miguel Hernández
I
Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo,
van por la tenebrosa vía de los juzgados:
buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen,
lo absorben, se lo tragan.
No se ve, que se escucha la pena de metal,
el sollozo del hierro que atropellan y escupen:
el llanto de la espada puesta sobre los jueces
de cemento fangoso.
Allí, bajo la cárcel, la fábrica del llanto,
el telar de la lágrima que no ha de ser estéril,
el casco de los odios y de las esperanzas,
fabrican, tejen, hunden.
Cuando están las perdices más roncas y acopladas,
y el azul amoroso de las fuerzas expansivas,
un hombre hace memoria de la luz, de la tierra,
húmedamente negro.
Se da contra las piedras la libertad, el día,
el paso galopante de un hombre, la cabeza,
la boca con espuma, con decisión de espuma,
la libertad, un hombre.
Un hombre que cosecha y arroja todo el viento
desde su corazón donde crece un plumaje:
un hombre que es el mismo dentro de cada frío,
de cada calabozo.
Un hombre que ha soñado con las aguas del mar,
y destroza sus alas como un rayo amarrado,
y estremece las rejas, y se clava los dientes
en los dientes del trueno.
II
Aquí no se pelea por un buey desmayado,
sino por un caballo que ve pudrir sus crines,
y siente sus galopes debajo de los cascos
pudrirse airadamente.
Limpiad el salivazo que lleva en la mejilla,
y desencadenad el corazón del mundo,
y detened las fauces de las voraces cárceles
donde el sol retrocede.
La libertad se pudre desplumada en la lengua
de quienes son sus siervos más que sus poseedores.
Romped esas cadenas, y las otras que escucho
detrás de esos esclavos.
Esos que sólo buscan abandonar su cárcel,
su rincón, su cadena, no la de los demás.
Y en cuanto lo consiguen, descienden pluma a pluma,
enmohecen, se arrastran.
Son los encadenados por siempre desde siempre.
Ser libre es una cosa que sólo un hombre sabe:
sólo el hombre que advierto dentro de esa mazmorra
como si yo estuviera.
Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero.
Ata duro a ese hombre: no le atarás el alma.
Son muchas llaves, muchos cerrojos, injusticias:
no le atarás el alma.
Cadenas, sí: cadenas de sangre necesita.
Hierros venenosos, cálidos, sanguíneos eslabones,
nudos que no rechacen a los nudos siguientes
humanamente atados.
Un hombre aguarda dentro de un pozo sin remedio,
tenso, conmocionado, con la oreja aplicada.
Porque un pueblo ha gritado, ¡libertad!, vuela el cielo.
Y las cárceles vuelan.
-
Espasa celebra el centenario de “Marinero en tierra” de Rafel Alberti con una edición especial
/abril 09, 2025/Con el título Y sobre el ancla una estrella, correspondiente a un verso de Marinero en tierra (1925), el libro une dos obras que “delimitan el principio y el final de su carrera literaria” y que son “fiel reflejo de su espíritu”, según la catedrática Remedios Sánchez, que firma el estudio preliminar. Canciones para Altair incluye poemas de amor inéditos dedicados a su esposa, María Asunción Mateo, dibujos inéditos y reproducciones de poemas manuscritos. La nostalgia del mar es el eje de Marinero en tierra, el primer poemario de Alberti, en el que muchos autores vieron no solo el lamento…
-
Todo lo que dices cuando dices que no pasa nada
/abril 09, 2025/Visteis The Affair, como no podía ser de otra manera, por separado: aquella serie en la que una misma historia se narraba desde dos puntos de vista que nunca convergían, como los vuestros. “Tal vez sea mejor / no entenderse entre los dos / para conservar / cada uno su razón”, cantaba Antonio Vega, y por algo era vuestra canción favorita. Los discos tenían cara A, donde se podía escuchar la canción de éxito, y luego una cara B que escondía la desechada. Tu siempre más cerca de las caras B que del hit. Como cuando decías que habías dormido bien y…
-
Daisy y las tijeras
/abril 09, 2025/Mis tijeras cambiarían la medicina, la industria, la agricultura… la vida. Acompáñame en mis quejas de científica feminista y arrinconada en la sombra del microscopio para conocer mi historia. Se puede ser una estudiante excepcional, tener dos títulos de graduación, colaborar en el descubrimiento que marcó la ingeniería genética… pero si eres mujer se evapora todo tu mérito. Yo trabajé con dos hombres que ganaron el premio Nobel y ninguno de los dos me valoró. Nací en Suiza en 1936, justo entre las dos guerras mundiales y, sí, pude estudiar; de hecho, me gradué en Química y en Biología a…
-
Jesús Terrés: «Mis mayores alegrías están en la cotidianeidad»
/abril 09, 2025/Durante la pandemia (se acaban de cumplir cinco años) Terrés empezó a escribir cartas que enviaba a sus lectores. Esta newsletter personal se convirtió en el buque de salvación para muchos. 35.000 lectores esperaban esta apertura a un universo de detalles, a esta literatura de lo esencial, y lo pequeño. Destino acaba de reunir estas misivas en un libro titulado Vivir sin miedo.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: