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Las cosas que suceden donde nadie las ve

Las cosas que suceden donde nadie las ve

El 25 de septiembre de 1965 Truman Capote publicó la primera parte de A sangre fría en la revista The New Yorker. Cuarenta y nueve años después, en la misma fecha, Leila Guerriero publica La dificultad del fantasma (Anagrama), sobre la estancia de Capote en la Costa Brava, adonde se retiró a escribir precisamente A sangre fría.

A sangre fría fue uno de los hitos del nuevo periodismo estadounidense y se dice que inauguró el género de novela de no ficción (aunque sobre esto habría mucho que matizar). Leila Guerriero es una de las maestras del nuevo periodismo latinoamericano, ha inventado una nueva forma de escribir perfiles (y sobre esto no hay nada que matizar), y con este libro ha escrito un artefacto divertidísimo sobre el fantasma de Truman Capote en la Costa Brava.

Capote vivió tres años intermitentes en Palamós; Guerriero pasa varios meses en la misma casa que él habitó. Capote trabajó durante esos tres años en A sangre fría; Guerriero escribe sobre los tres años de escritura de Capote. Capas superpuestas, escritores sobre escritores.

"El libro no descubre la vida de Capote, pero sí descubre el mito de Capote en Palamós, y al final el mito es más importante que la realidad"

Por supuesto, el libro no descubre lo que hacía Capote en Palamós, porque eso solo lo sabrá él mismo y porque si te dedicas a escribir no puedes hacer mucho más. Como dice Guerriero, “escribir se trata de desaparecer completamente para aparecer completamente en otra parte”.

El libro no descubre la vida de Capote, pero sí descubre el mito de Capote en Palamós, y al final el mito es más importante que la realidad. Gracias al mito, Palamós se convierte en manos de Guerriero en una suerte de pueblo surrealista, donde todo el mundo tiene una opinión sobre lo que hizo Capote durante los tres años que pasó ahí. El mito descubre la imaginación de los gerundenses. Y su cachaza. Y retrata con una precisión asombrosa, una precisión impresionista, si eso es posible, el carácter de todos los personajes que pueblan sus páginas. Los escritores que conviven con Guerriero en la casa que habitó Capote, Sabina Urraca, Marcos Giralt Torrent; el periodista que escribió la novela mítica —vuelta al mito— sobre Capote en Palamós, Màrius Carol; la mujer que trabaja en la casa y prepara sahumerios en las habitaciones para expulsar al fantasma de Capote. El colgado del pueblo. El dueño del restaurante donde iba —o no— Capote. El ama de llaves del escritor que se supone —solo se supone— invitó a Capote a Palamós. También está el mar, el mar, el mar.

Dice Guerriero:

“Las cosas importantes suceden donde nadie las ve”.

Dice Guerriero:

“El trigal se ha puesto más rubio y se mueve con violencia. El algo delicado y turbio, como ver a Kate Moss meterse una raya de cocaína o lamer el cordón de la vereda”.

Dice Guerriero:

“¿Qué podrían recordar de un hombre que escribe? ¿Qué podían haber visto si lo más relevante que sucede en la vida de un escritor es lo que sucede en su cabeza?”

Además de investigar en Palamós la nada trepidante vida de un escritor escribiendo, Guerriero corre. Guerriero siempre corre. Es una mujer delgada, transparente, y corre. Y entre carrera y carrera por costas y trigales, ahonda en Capote. Pregunta a unos y a otros, tira del hilo, y tira del hilo. En eso el libro es muy Guerriero: cuando le hinca el diente a una presa, no la suelta hasta el final, hasta haberle sustraído el alma —literaria—. Pero también nos topamos con una Guerriero insospechada: por primera vez la vemos relajada, vemos que se deja llevar, vemos que ríe. Que se parte de risa. Sí, es un libro alegre, lleno de luz. ¿Suena cursi? Quizá, pero casi podemos sentir las cortinas blancas agitándose en la brisa marina al mediodía, la sombra de los pinos sobre el balcón. Algo así.

"Y lo vemos, a Capote, escribiendo furiosamente junto al balcón en su casa de Palamós, y se toma una copa, quizá pensativo; y la vemos, a Leila Guerriero, escribiendo concentradamente"

Y casi podemos intuir al Capote que creía estar a punto de terminar su obra magna, la obra que lo encumbraría y que, al mismo tiempo, lo hundiría. La tragedia de Capote es haber escrito A sangre fría. Eso también lo narra Guerriero: auge y caída de un escritor genial, de un hombre, básicamente, solo.

Pero Palamós es luz, en Palamós eso no lo sabemos, no sabemos del asesinato de una familia —padre, madre, tres niños— en su granja de Kansas, no sabemos que Capote se hizo amigo de los dos asesinos para poder contar la historia del horror, no sabemos que fue la última persona que habló con ellos antes de que murieran ahorcados. En Palamós solo vemos la sombra de su fantasma entre los pinos. El sombrero blanco, su chaqueta de lino.

Y nos recostamos a soñar que Leila Guerriero escribió un libro sobre un escritor que estaba escribiendo un libro. Y lo vemos, a Capote, escribiendo furiosamente junto al balcón en su casa de Palamós, y se toma una copa, quizá pensativo; y la vemos, a Leila Guerriero, escribiendo concentradamente junto al balcón, y después sale a correr y corre.

Así que Leila Guerriero por fin lo encontró, a Capote. Y nosotros la encontramos, a Guerriero.

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Autora: Leila Guerriero. Título: La dificultad del fantasma. Editorial: Anagrama. Venta: Todostuslibros.

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