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Las dramaturgas rasgan el telón

Las dramaturgas rasgan el telón

La obra de Laila Ripoll protagoniza un programa de tres días en Ponferrada, donde realiza el estreno nacional de su nueva obra, Donde el bosque se espesa, que llegará al Teatro Español en mayo. La dramaturga es parte de la explosión creativa de un talentoso grupo de autoras que están llenando los teatros de todo el país 

Se rasga un telón que no es de acero pero podría ser de madera o de corcho o de poliestireno y aparece una mujer. Es la autora de la obra y mira al público directamente a los ojos, bajo un foco de luz que cae como un chorro. La dramaturga viene a hablar de los muertos sin recuperar en las fosas comunes de la Guerra Civil, y de los miles de españoles que murieron en Mauthausen. También de los huérfanos de la guerra, los niños de los hospicios; o de las fortunas que se hicieron pisando cadáveres. El suyo es, sobre todo, teatro de la Memoria —con mayúsculas—, aunque también tiene muchas otras cosas que contar.

Foto: Javier Naval

Se llama Laila Ripoll y el telón que ha rasgado, que la insonorizaba detrás, puede denominarse Premio Nacional de Literatura Dramática —con sólo tres mujeres más: Lluïsa Cunillé, Angélica Liddell y Lola Blasco, frente a veintitrés hombres—, o Centro Dramático Nacional, donde ha sido la primera dramaturga actual programada, en 2005. También se puede llamar de otras maneras, pero el caso es que este telón tiene ya una fisura. Todavía no es demasiado grande, pero por ella ha entrado en torrente o en vendaval —según el elemento que se quiera— toda una generación de dramaturgas españolas: María Velasco, Carolina África, Lucía Vilanova, Lucía Miranda o Ana Zamora, por citar algunas. Ripoll no ha sido la primera en cruzar esa frontera, claro; antes hubo otras y después algunas más, pocas, como Ana Diosdado, Carmen Resino o Paloma Pedrero, que reivindica como sus referentes. Ellas fueron las que empezaron a crear la grieta, a rascar poco a poco para que sus textos se fueran abriendo paso hacia el escenario.

"Ripoll protagoniza esta semana, marcada por el Día de la Mujer y por una huelga inédita en nuestro país, una programación de tres días en Ponferrada."

«No creo que esto sea una casualidad», reflexiona Ripoll. «Se trata de una pirámide que después se amplía con la siguiente generación«. «Yo toda la vida he querido escribir, pero no tenía referentes; hasta que llegaron Resino y Diosdado y Pedrero, que no es mucho mayor que yo pero empezó a escribir antes. Ellas fueron abriendo camino, a pico y pala». Ripoll cita dos cuestiones clave: la existencia de referentes y la labor de las escuelas teatrales, como la Resad de Madrid. «Había muchas profesoras mujeres», dice.

Y falta una tercera cuestión: las oportunidades. «Durante mucho tiempo, en las salas grandes seguían los señores, y las mujeres estaban en las salas pequeñas. Eso va cambiando porque hay mujeres que están accediendo a puestos de dirección y son más receptivas. Algo tendrá que ver que dirija por primera vez una mujer, Helena Pimenta, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, con que se haya programado al fin a una autora fundamental como Sor Juana Inés de la Cruz; o que Carmen Portaceli esté al frente del Teatro Español». «Vamos mejorando, aunque nos queda mucho. Pero es difícil que volvamos atrás», afirma.

Foto: Javier Naval

Ripoll protagoniza esta semana, marcada por el Día de la Mujer y por una huelga inédita en nuestro país, una programación de tres días en Ponferrada. Las actividades incluyen, además de un debate de la dramaturga con el público, el estreno nacional de su nueva obra, Donde el bosque se espesa, en el Teatro Bergidum. La obra llegará a principios de mayo al Teatro Español de Madrid. El texto, sobre el que Ripoll y Miguel Ángel Calvo han hecho también una película, cuenta la historia de dos hermanas, Antonia e Isabel, que el día del entierro de su madre reciben una caja cerrada que nunca habían visto. En ella hay asuntos familiares que les han sido ocultados. Isabel no quiere saber, no quiere preguntar; pero Antonia y su hija Ana, sí. La obra enlaza con las pesadillas sobre la Guerra Civil que existen en muchas familias, pero abre el foco con el marido yugoslavo de Antonia, que nos lleva a otras guerras y a otros muertos.

"En Donde el bosque se espesa hay, de hecho, una escena de homenaje a la ARMH en la que se usa ropa que nos ha cedido la asociación."

«Nos encontramos con personas que en su casa vivían una realidad que no era tal. Se le ha contado una mentira a los hijos y hay gente que prefiere no saber, y lo entiendo», dice Ripoll. Esta obra, como otras anteriores, sigue las huellas de ese pasado que todavía sigue doliendo.

El de Ripoll es un teatro comprometido y crítico que a veces usa el humor negro o se apoya en el esperpento valleinclanesco, como ocurre en El triángulo azul, sobre los españoles presos en el campo de concentración nazi de Mauthausen. Esta obra fue la que les valió a Ripoll y a Mariano Llorente el Premio Nacional de Literatura Dramática, además del Premio Max a la mejor obra original.

«Lo que ocurre es que hay una absoluta falta de empatía», subraya Ripoll. «Se nos debería de caer la cara de vergüenza al ver casos como el de Asunción Mendieta, o que se repatríe a gente de la División Azul cuando hay personas en las cunetas como si estuvieran en un muladar». Por eso Ripoll pertenece a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, ARMH, que trata de recuperar los restos de las víctimas del franquismo, y que nació precisamente en Ponferrada en el año 2000, tras la exhumación de los conocidos como ‘trece de Priaranza’.

«Casi todos los dramaturgos contemporáneos hemos escrito sobre este pasado tan cercano, y volvemos a él una y otra vez porque no se ha hecho el trabajo de recuperación que se ha realizado en otros países. En Donde el bosque se espesa hay, de hecho, una escena de homenaje a la ARMH en la que se usa ropa que nos ha cedido la asociación. Estamos hablando de gente que quiere recuperar a sus padres, madres y hermanos y enterrarlos con dignidad».

Fotos: Javier Naval

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