El primero de los tres ensayos que componen Mujer y negra comienza con estas palabras: «La primera herida para todos los que estamos clasificados como “negros” es el imperio». Desde el título sabemos que se nos va a hablar acerca de la multiplicación discriminatoria que supone haber nacido con la condición desigual de género y de raza, además de en el lugar y el tiempo equivocado, ese lugar que no termina de encoger y ese tiempo que no termina de cerrarse. Tsitsi Dangarembga (Zimbabue, 1959) es hija de la primera mujer negra que estudió en la universidad de su país, vivió varios años de su infancia acogida por una familia inglesa, estudió medicina en Cambridge, psicología en Harare y cine en Berlín. En nuestro país pudimos leer hace unos años alguna obra que pasó desapercibida y que hubiera merecido mejor suerte. Ahora nos llegan esas páginas, que no son solo una reivindicación, sino una muestra de una extraordinaria capacidad expresiva, de un solvente manejo de recursos y un talento extraordinario para mantener la atención del lector. Para ello, Dangarembga entreteje sus argumentos con su experiencia personal, con la historia de su país, con la trayectoria de su familia, con todo lo aprendido en la academia, con el estudio sociológico y con el análisis político. Está claro que esa intención, que ella expresa, de servirse de la escritura como herramienta para aprender a estar en el mundo, como apoyo a la convivencia con uno mismo, ha sido un logro de alto vuelo en su caso. Aunque, no debemos olvidar, el asunto que fluye a través de los textos sigue representando alguna de las peores facetas de la especie humana, cosa que se encarga bien claro de irnos recordando en cada una de las páginas.
Estamos frente a un libro contra la invisibilización, estamos con la voz de alguien que ha decidido hablar, y que tiene algo importante sobre lo que hablar: la interconexión entre la historia personal y la de su país, en la que el proceso de escritura es una forma de elaborar el pensamiento; la colonización y la poscolonización, y cómo cada característica de estos periodos ha podido afectar a las mujeres en los ámbitos públicos y privados no solo por su condición femenina, sino también por su condición humana; los riesgos de la descolonización mal llevada, mal gestada y en riesgo de seguir favoreciendo a un imperio por la imposición de un discurso, evitando así una implementación sana, que facilite la inclusión y la distribución equitativa de bienes. Son dos los males intrínsecos al hombre que no cesan de asomar a lo largo de las páginas: la codicia y la violencia, a los que responsabiliza de las heridas que se han ido generando a lo largo de la historia y a lo largo de su biografía. Lo que Dangarembga intenta, con un temple digno de elogio, es tomar conciencia y estimular al lector a tomar conciencia, sincerándose, para reconocer las necesidades, para saber que debemos enderezar el junco torcido de la justicia. En buena medida, y sugiriendo hacer de ella nuestra mejor baza y la más serena, por lo que se aboga es por la rebeldía. En una sociedad enferma, lo sano es tratar de modificarla, comenzando por modificarnos a nosotros mismos.
Dangarembga empareja patriarcado y miedo, y nos advierte que esta condición ha ido creando un camino hacia la independencia, personal y de los países, lleno de trampas. Su combate parte de una idea esencial, la de poner a la mujer negra en el centro, y no olvidar ese eje sea cual sea la faceta de mejora en la que estemos inmersos. Estas facetas deberían afectar a la opresión, independientemente del grado, que es consecuencia de la colonización, el racismo o la posición social, tres males que con frecuencia son el mismo y que provocan que haya gente que con frecuencia llega a considerar que no son personas. Aprendiendo en su propia carne y trasladando este aprendizaje a los demás, incluso a los desconocidos, Dangarembga escribe un ensayo muy estimulante contra cualquier forma de opresión.
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Autora: Tsitsi Dangarembga. Título: Mujer y negra. Traducción: Cristina Lizarbe Ruiz. Editorial: Plankton Press. Venta: Todos tus libros.
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