Una lectura de Alias Grace, de Margaret Atwood
“¿Cómo debe ser un álbum de recuerdos?¿Has de conservar en él solo las cosas buenas de tu vida o todas las cosas? Muchos ponen imágenes de personas y escenas que jamás han visto, como por ejemplo, de duques, y de las Cataratas del Niágara, lo cual a mi juicio es un engaño. ¿Haría yo lo mismo? ¿O sería fiel a mi vida?”.
Son las preguntas que se hace la presidiaria Grace Marks mientras está tejiendo su quilt, una de esas colchas que se elaboran en Canadá y en el Norte de los Estados Unidos con retazos de telas e imágenes superpuestas. Son las preguntas que cualquier buen narrador debe hacerse a la hora de contar una historia y describir un personaje.
Las mujeres que tejen son contadoras de historias a las que les han cambiado las herramientas: en lugar de papel y palabras tienen telas e hilo. Esto es tan obvio que en algunos lugares de España llamamos Filandón a la tertulia en la que se cuentan historias. En Alias Grace, Margaret Atwood convierte a su personaje en una Sherezade hilandera: condenada a cadena perpetua por un crimen que supuestamente cometió hace muchos años, Grace tiene la oportunidad de que un jurado revise su caso gracias a una serie de buenos samaritanos que creen en su inocencia. Para lograr liberar a Grace, este grupo contrata a un médico que la ayude a esclarecer lo ocurrido, pues la presidiaria sufre de una amnesia sobre la noche de los asesinatos. Grace deberá convencer cada día al médico de su inocencia contándole las dificultades de su vida, mientras teje una colcha que contiene los retales fundamentales de la historia.
A medida que esta avanza, la autora consigue despertar en el lector la duda constante acerca de la veracidad de las palabras de Grace. Sin embargo, a ninguno de nosotros se nos ocurriría preguntarle a Sherezade si sus historias eran verdad o mentira, pues lo único que a Sherezade le interesa es que sean verosímiles e interesantes, porque de ello depende su supervivencia.
Con la zanahoria de querer conocer la verdad, Margaret Atwood somete al lector a un cuádruple juego narrativo: el de la crítica a la sociedad decimonónica engendradora de una moral hipócrita, el de la investigación a través de la psicología del personaje y no de los hechos, el de la variedad de puntos de vista y saltos temporales que no dan descanso al ritmo de la narración, y el de los mecanismos que las mujeres de distintas clases sociales utilizan para no ser aplastadas, deslizándose por los meandros del poder sin apenas ser vistas:
“Ya comprendo, pensé. Me había extraviado y ahora tengo que comportarme como si me hubieran encontrado. Intenté hacerlo. Me resultó muy extraño darme cuenta de que ya no sería una célebre asesina sino que quizá me considerarían una mujer inocente que había sido acusada y encarcelada injustamente o, por lo menos, durante un periodo de tiempo demasiado largo; un objeto de compasión y no ya de horror y temor (…). Es algo que exige una expresión facial distinta, pero supongo que con el tiempo me resultará más fácil”.
Así, la protagonista teje la historia sin revelar sus pasiones ni sus miedos, pues desconfía de los hombres que dominan el mundo, siempre bipolares en su necesidad de hundir a las mujeres con sus deseos y rescatarlas del infortunio con su poder.
A partir de la verdadera historia de Grace Marks, ocurrida en Canadá en 1843, Margaret Atwood fusiona los mimbres de la novela histórica con el ritmo de la novela criminal, para terminar construyendo, como es habitual en esta gran autora, una historia de personajes diseccionados a través del constante análisis de su psicología. Un cuento más de la Sherezade-Atwood que merece la pena leer antes de ver la también magnífica serie estrenada recientemente.
Por ese orden.
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Autor: Margaret Atwood. Título: Alias Grace. Editorial: Salamandra. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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