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Las pruebas de amor

Las pruebas de amor

“Me van a creer, pero les importará un pimiento”, le dice su hermano mellizo a la autora, a los trece o catorce años, cuando le confiesa que, por las noches, su padrastro entra en su cuarto y abusa de él. ”¿Abusa?”, se pregunta la víctima y se pregunta su hermana. No hay violencia física, el menor no se resiste. ¿Es abuso? Sí, por supuesto, abuso de la confianza del niño en el adulto, un abuso irreparable.

"Durante casi treinta años, la víctima del abuso y su hermana (víctima del silencio y de la culpa) callan"

Antes Camille Kouchner cuenta una infancia casi idílica, llena de estímulos, de adultos cómplices y liberales. Una educación sin imposiciones: “Elige, elige, elige”. Una libertad obligatoria, una exigencia absoluta en ese ambiente de adultos metidos en la universidad, la política, las ONGs.

Adultos que tienen una cara pública marcada por los principios y el rigor y que, luego, delante de sus hijos, muestran sin pudor el deseo, el miedo y todas sus debilidades. Durante casi treinta años, la víctima del abuso y su hermana (víctima del silencio y de la culpa) callan. Les han enseñado a confiar en los adultos, a respetar sus decisiones (sus amores, sus decisiones, hasta sus suicidios). Callan haciéndose daño.

"Escrito en frases cortas, como latigazos, este libro es un relato durísimo y necesario que cuenta una obviedad: los niños necesitan confiar en los adultos"

Solo cuando tienen hijos, cuando pueden ver su infancia (su inocencia, su vulnerabilidad) en la de sus hijos, intentan hablar con su madre. Sin embargo, de todo ese grupo de adultos que veraneaban y educaban juntos, esa tribu, esa “familia grande”, solo su tía Marie-France se pondrá de su lado, convencida, como les decía siempre, de que “el amor no existe. Solo existen las pruebas de amor”.

Escrito en frases cortas, como latigazos, este libro es un relato durísimo y necesario que cuenta una obviedad: los niños necesitan confiar en los adultos, y nuestra libertad como padres está limitada por un deber irrenunciable: educarlos, quererlos y, sobre todo, protegerlos.

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Autora: Camille Kouchner. Título: La familia grande. Traducción: Palmira Feixas. Editorial: Península. Venta: Amazon y Todostuslibros.

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