En octubre de 1984 se emitió en la BBC un reportaje de Michael Buerk sobre la desesperada situación de hambruna en Etiopía, que dejó asombrado a todo el Reino Unido y a los espectadores de otros países donde se difundieron (las mismas imágenes, o muy similares, se vieron en España también, convirtiendo instantáneamente a Etiopía en sinónimo de familias enflaquecidas hasta los huesos y con vientres hinchados de hambre y parásitos). Producto de aquel shock fue la reacción de Bob Geldof, el cantante de Boomtown Rats, un músico irlandés con conciencia social y de clase trabajadora (su canción más conocida era «I Don’t Like Mondays»), que ya había hecho sus pinitos con obras benéficas. Amigo suyo era Midge Ure, el cantante escocés de Ultravox («Ooooooh Viennnaaaaaaa»), y cuando ambos coincidieron unos días después, decidieron hacer algo, y que ese algo, viniendo de músicos como ellos, tenía que ser un single cuya recaudación fuera donada en su totalidad. Entonces, Geldof llamó a Sting, y este dijo que vale, contad conmigo. Y luego a Simon Le Bon, el cantante de Duran Duran (todo esto y lo que sigue es muy superochentero, aviso, a algunos les sonará esta gente y a otros no), y también dijo que cuando él dijera despejarían su diario. Otro día se encontró en una tienda con Gary Kemp, el guitarrista de Spandau Ballet, que también aceptó. Esto empezaba a tomar carrerilla con nombres de los más populares en las listas de éxitos (y sobre todo de ventas) del momento, así que Geldof se lio a llamar a todo el que pudo, cuanto más conocido mejor, y según él, solo tres personas le dijeron que no (nunca ha revelado sus nombres). El que no podía estar por giras u otros compromisos, como David Bowie o Paul McCartney, intentó participar enviando mensajes grabados de apoyo, o donando el dinero de su último single, como hicieron The Thompson Twins.
El problema ahora era la canción. Desde el principio se decidió que sería un tema nuevo, para evitar tener que pagar derechos de autor por una obra anterior, y juntar a toda esta gente para escribirlo a tiempo para Navidad (ya estábamos a mediados de noviembre) podía ser un desastre, así que entre Ure y Geldof se apañaron para sacarse de la manga algo entre navideño, serio, circunspecto y esperanzado. La crítica musical nunca tuvo mucha piedad con el resultado, a la vez que urgía a la gente a comprarlo de todas maneras, dado lo justo de la causa, y el propio Geldof, un dublinés de natural cáustico y sin medias tintas, dijo años más tarde que él es el responsable de dos de las peores canciones de la historia: esta y «We Are the World», la respuesta americana que imitó esta iniciativa británica unos meses después. Con el paso del tiempo, además, se ha acusado a la letra de ser una composición demasiado vista desde Occidente, que a pesar de sus buenas intenciones considera a África como un todo unitario sin distinciones: nunca nieva, nunca llueve, nada crece del suelo y todo es miedo y desesperación en todas partes. La letra original de Geldof decía «Etiopía» específicamente en lugar del genérico «África» que metió Ure después porque la métrica no funcionaba. Sí que es cierto que la canción está dirigida a quien se tiene que rascar el bolsillo en medio de las tradiciones navideñas occidentales, exhortándole a que se fije en ese «otro mundo más allá de su ventana», y que lo útil no es tener un sentimiento de culpa sino de altruismo, o sea, si quieres ayudar dona algo ya, y en eso se mostró extremadamente eficaz. Geldof además no se andaba con pamplinas en sus intervenciones publicitarias en los medios, llegando a exclamar antes las cámaras «dadnos vuestro maldito dinero ya mismo».
Al proyecto se le dio en nombre de Band Aid, un juego de palabras, ya que la expresión significa tanto «tirita», por aquello de curar una herida, como «ayuda procedente de grupos musicales (o «bandas»)». Y así, el 25 de noviembre de 1984, solo veinte días después de juntarse Ure y Geldof en Londres y tener la idea, con una gran expectación ya creada en los medios, los 37 vocalistas reunidos se congregaron en el estudio Sarm West de Notting Hill para grabar una canción que nunca habían oído hasta entonces, un domingo por la mañana, en medio de legañas, fotógrafos, botes de laca gastados en el baño y presión a tope mientras te observaban cantar los principales rivales de tu tiempo. Hay anécdotas y detalles de todo tipo ese día, y hasta existen varios documentales al respecto. Boy George estaba de resaca en Nueva York y casi se pierde el evento, llegando en el Concorde solo a las 6 de la tarde (la canción tenía que estar grabada, montada y producida para empezar a fabricar discos el mismísimo día siguiente). Francis Rossi y Rick Parfitt de Status Quo, también de resaca, no llegaban a las notas altas, pero ayudaron al ambiente con una bolsa de coca. Alguien que pidió una taza de té se encontró con la mirada fulminante de Geldof en plan «aquí no estamos para eso: el que quiera un puto té, que se lo haga él mismo». Las imágenes de la grabación, que fue lo que se usó para un videoclip sin alharacas, revelaron la principal atracción del tema: reconocer quién era el artista que intervenía en solitario en cada verso: abre Paul Young, sigue Boy George, sale Phil Collins a la batería, luego George Michael, luego Simon Le Bon de Duran Duran, al que se le unen en coro Sting, y Tony Hadley de Spandau Ballet, y Bono de U2. Y así se sigue añadiendo gente: Bananarama, Heaven 17, Kool And The Gang (los únicos no europeos, que simplemente pasaban por allí), Paul Weller, en aquel entonces en The Style Council… La canción va creciendo, hasta que resulta difícil resistirse unirse al coro con el repetido «feed the world, let them know it’s Christmas time again».
Otra cosa que puede debatirse es si el motivo navideño ayuda o entorpece a toda la empresa. Por un lado, eso le hace ser una canción que no se suele escuchar el resto del año, «porque no pega», pero por otro lado ello le asegura el volver puntualmente cada mes de diciembre de nuevo a la palestra, sobre todo en estos tiempos en que cualquiera puede acceder a cualquier tipo de música en cualquier momento, y en que las navidades duran, por decreto de Mariah Carey, desde el 1 de noviembre, día después de Halloween, hasta que te acuerdes de quitar el árbol. Por supuesto, fue un gran éxito en las listas, con múltiples números 1 en muchos países, pero sobre todo de ventas, que era lo que importaba, con el propio Geldof enfrentándose al gobierno de Margaret Thatcher para que o perdonara el IVA o donara el equivalente a lo recaudado por ese concepto. Aún hoy, el único single británico que le supera en número de ventas en toda la historia de la música grabada es «Candle in the Wind 97», la versión que Elton John hizo de su canción sobre Marilyn Monroe para dedicársela a Diana de Gales tras su muerte en accidente de tráfico. Donde «Do They Know It’s Christmas» no fue número 1 fue en Estados Unidos, ya que allí las listas oficiales no son solo de ventas puras, como en el Reino Unido, sino que combinan esas cifras con las de airplay, o número de reproducciones en las radios más influyentes. Quien también se quedó sin número uno fue Wham, el dúo de George Michael y Andrew Ridgeley, cuya propia canción navideña, la perennemente popular «Last Christmas», quedó en el número 2 por culpa de Geldof, convirtiéndose en el single más vendido de la historia en no ser número 1 (este mismo año, 2020, Mariah ha logrado ese número 1 británico que no alcanzó con «All I Want For Christmas Is You» en 1994, volviendo a dejar a «Last Christmas» en el 2).
«Do they know it’s Christmas?» también supuso un gran impulso en la conexión entre famosos y causas benéficas. Sting y Bono, entre otros, son conocidos desde entonces por sus continuas actividades en este sentido, y aunque todos esos esfuerzos suelen ser una gota en el océano, los labios a los que lleguen esas gotas pueden ser los que sobrevivan en vez de morir. Uno de los momentos más desgarradores del documental original de Buerk es cuando aparece la enfermera británica encargada de repartir lo que han traído y se da cuenta de que solo tiene suficiente para 300 personas, de entre los miles que necesitan ayuda. Sabe que miles morirán, pero no esos pocos cientos a los que ella pueda llegar hoy. Es fácil mirar con cinismo a los famosos que se van a hacer la foto, pero a quien le llegue esa ayuda seguramente eso le dé igual.
La canción ha sido regrabada tres veces más, en su quinto aniversario (1989), su vigésimo (2004) y su trigésimo (2014), cada vez con una colección de artistas populares en ese momento, volviendo a repetir el placer de ver quién es el siguiente en intervenir y qué pintillas tenía de aquella. Bono ha participado cantando la misma frase («Well, tonight thank God it’s them instead of you») tres de esas veces, una frase que tiene una importancia central en la canción, porque es la más cruda con lo que el oyente pueda estar pensando al ver las imágenes de Etiopía («gracias a Dios que eso les está pasando a ellos en vez de a ti»), que Geldof se empeñó en mantener y que Bono, superando sus dudas, cantó con gran arrojo, elevando la canción justo antes del gran coro final. En resumen, es una composición que primero te mete en la Navidad, después te zarandea por los hombros y luego te mueve a la acción y la esperanza. En versiones siguientes, las letras se han ido retocando dependiendo de la ocasión. Aquí están:
Original (1984)
Band Aid II (1989)
Band Aid 20 (2004)
Band Aid 30 (2014)
Documental de 1984
Documental de 2004
Documental de 2020
Letra original y traducción:
It’s Christmas time, there’s no need to be afraid.
At Christmas time we let in light and we banish shade,
and in our world of plenty we can spread a smile of joy.
Throw your arms around the world at Christmas time,
but say a prayer, pray for the other ones.
At Christmas time it’s hard, but when you’re having fun
there’s a world outside your window,
and it’s a world of dread and fear
where the only water flowing
is the bitter sting of tears,
and the Christmas bells that ring there
are the clanging chimes of doom.
Well, tonight thank God it’s them instead of you.
And there won’t be snow in Africa this Christmas time.
The greatest gift they’ll get this year is life
where nothing ever grows,
no rain nor rivers flow.
Do they know it’s Christmas time at all?
Here’s to you.
Raise a glass for everyone.
Spare a thought this yuletide for the deprived.
If the table was turned, would you survive?
Here’s to them
underneath that burning sun.
You ain’t gotta feel guilt, just selfless.
Give a little help to the helpless.
Do they know it’s Christmas time at all?
Feed the world.
Let them know it’s Christmas time again.
—
Es Navidad, no hay necesidad de tener miedo.
En Navidad dejamos entrar la luz y desterramos las sombras,
y en nuestro mundo de abundancia podemos esparcir sonrisas de alegría.
Rodea al mundo con tus brazos en Navidad,
pero también di una plegaria, reza por los otros.
En Navidad es duro, pero mientras te estás divirtiendo
hay un mundo al otro lado de tu ventana,
y es un mundo de pavor y miedo
donde la única agua que corre
es el amargo picor de las lágrimas,
y las campanas de Navidad que suenan allí
son el estrepitoso repique de la fatalidad.
Bueno, esta noche, gracias a Dios, les pasa a ellos en vez de a ti.
Y no habrá nieve en África esta Navidad.
El mayor regalo que recibirán este año es una vida
donde nada crece nunca
ni fluyen ríos ni la lluvia.
¿Saben siquiera que es Navidad?
Va por ti.
Levanta tu copa por todos.
Dedica un pensamiento esta Navidad a los desfavorecidos.
Si se cambiaran las tornas, ¿tú sobrevivirías?
Va por ellos
bajo ese sol ardiente.
No tienes que sentir culpa, solo altruismo.
Da un poco de ayuda a los desvalidos.
¿Saben siquiera que es Navidad?
Alimenta al mundo.
Hazles saber que es Navidad otra vez.
(Traducción de Rogorn Moradan)
En el bar de Lola, cuando ella está de humor, a veces te deja pedir una canción. Eso sí, te vas tú a la máquina, te la buscas y te la pones tú, y luego te las apañas con los aplausos o los abucheos de la concurrencia. Si algún zendadano se anima, que busque cambio en el bolsillo, pida la siguiente y nos cuente algo sobre ella.
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