Sara Engra Minaya, ganadora de la segunda Gala Lanzadera de Poesía. Foto: Lanzadera de Poesía.
El debate sobre lo que es o deja de ser la poesía se ha recrudecido en los últimos tiempos. El panorama literario español, sacudido en la última década por un fenómeno de ventas nunca antes visto en lo poético, se ha visto obligado a mirarse al espejo y repreguntarse cosas sobre su identidad. Alberto Guirao (Madrid, 1989), ganador del Premio Nacional Félix Grande de poesía en 2016, explica este lavado de cara como una consecuencia de varios motivos simultáneos: “Las redes ayudan a difundir la creación, y se han creado espacios determinados donde los jóvenes van a compartir poesía. Además, se ha producido un fenómeno editorial en el que mucha gente se ha lanzado a comercializar un tipo de poesía determinado”. En este contexto sacudido nació, con la voluntad de aunar propuestas, la Gala Lanzadera de Poesía.
Javier Taboada, organizador del evento, que se celebró el pasado viernes en el centro cultural Casa de Vacas del Retiro, explica que se trata de “una iniciativa del Departamento de Juventud del Ayuntamiento de Madrid, enmarcado en un proyecto denominado Lanzadera de Artistas Jóvenes”. La idea de todo ello no es otra que la de “generar un espacio”, abrir vías para que los jóvenes creadores puedan exhibir sus trabajos y ser escuchados. Después de recibir poemas de todos aquellos residentes en Madrid de menos de 30 años que deseasen participar, la gala reúne a los cuatro finalistas decretados por el jurado: Marina Casado, Sergio Obreo, Naia Estíbaliz Becerril y Sara Engra Minaya, quien finalmente acaba alzándose con el premio (consistente en un “viaje a la Lisboa de Pessoa”, en palabras de Taboada).
En ella, además, recitan poemas varios poetas jóvenes consagrados en sus ámbitos, procedentes de varias de las vertientes que explican el panorama poético actual. Uno de ellos es el propio Alberto Guirao, quien ya participó en la primera edición de la Lanzadera de Poesía, en 2017. El poeta madrileño pertenece a la generación que, en 2011, participó en la antología de La Bella Varsovia titulada Tenían veinte años y estaban locos, y fue residente de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores. Su estilo se aleja de los estándares del fenómeno que funciona en España a nivel comercial.
Guirao explica que “el mercado se ha abierto mucho con una serie de libros que se están vendiendo como poesía y que a veces son colecciones de aforismos y otras tienden a usar el ingenio: son propuestas ingeniosas muy ligadas también al amor romántico… Eso es lo que se está distribuyendo, mayormente”. Sin embargo, no titubea a la hora de señalar que no ve que la suya y la que se comercializa tengan que ser “propuestas enfrentadas”. Apunta, de hecho, que “el fenómeno de poesía que se mueve por redes es muy interesante, sobre todo porque ha animado a un público muy joven a acercarse a la poesía, lo cual nos viene muy bien a todos”.
Otra de las poetas que participan en la presente Gala Lanzadera de Poesía es Sara R. Gallardo (Ponferrada, 1989), quien, además, lo hace como integrante del jurado. Ella también apareció en aquel volumen de La Bella Varsovia, pero no duda a la hora de afirmar que, si bien sus influencias proceden en buena medida de la poesía canónica, “también vienen del rap, por ejemplo”. Reconoce que “es verdad que ha levantado muchísima polvareda el tema de la poesía de redes”, pero asegura no comprenderlo: “Yo sí creo en la sensibilidad del público, en que el lector no es tonto. Hay gente que llega a la poesía desde un plano oral. Igual una canción no es poesía desde un punto heterodoxo, pero ¿quién eres tú para juzgarlo?”
Gallardo gira el espejo hacia sí misma y admite que muchas veces se hace preguntas cuando, de forma teórica, critica esta nueva vertiente de la poesía. “Me pregunto si estaré criticando las cosas por envidia, porque hay gente que vende y yo no. Pero es que, si lo ves así, también podríamos ponernos a hablar de los best sellers o de la música pop. La gente también compra eso y no lo mío”, reflexiona. “A lo mejor habría que pensar en por qué los que hacemos poesía de verdad no llegamos a tanta gente”, sentencia.
La Lanzadera de Poesía acoge, además, a uno de los primeros poetas en conseguir esa repercusión de ventas. Escandar Algeet (Palencia, 1984) publicó Alas de mar y prosa en 2009 con la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker, libro que suma nueve ediciones hasta la fecha. Algeet, que entonces era estudiante de cine, se hizo popular a través de su empleo de las redes sociales, cuando todavía no se había descubierto que la poesía podía funcionar a través de esa vía.
Es dueño del bar Aleatorio, ubicado en el barrio madrileño de Malasaña, en el que diversos poetas (entre los que se encuentra la propia Sara R. Gallardo, según ella misma confiesa) se reúnen para ofrecer recitales. “La premisa que tenemos en el local siempre ha sido la de la diversidad. Así es como más se aprende y más se descubre, disfrutando de la poesía en todas sus vertientes”, afirma el poeta palentino. Ante la pregunta de si este fenómeno ha enviado al mundo poético una sacudida necesaria, Algeet tiene clara la respuesta: “No, la poesía no es que necesite nada en concreto. Pero está bien que la etiqueta de lo que es poesía deje de enfocarse a lo que hacen unos pocos”.
Al recordar los inicios del fenómeno, asegura que “todo lo que ocurrió después superó con creces las expectativas que nadie podría haber tenido”. “Nosotros nos decíamos: el objetivo es que la poesía llegue a los escaparates de La Casa del Libro. Ahora eso es lo normal”, cierra. Con el terreno abonado, se suben al escenario esos cuatro nuevos poetas que emergen, como voces que comienzan a navegar por un vasto océano. Sara Engra Minaya, ganadora de esta segunda edición del certamen, arranca así un poema: “Quiero creer en las mañanas, / en el color rosado de las mañanas”. Rosa y de todos los colores: así es la vida presente de la poesía joven española.
Para mí, la poesía es lo opuesto a la palabrería. El silencio es la cumbre de la poesía.