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Lemaitre en Oriente Medio

Lemaitre en Oriente Medio

No hay escritor francés que aúne con más contundencia el aplauso de la crítica y la aprobación de los lectores que Pierre Lemaitre. Hace ahora justo una década que dejó con un palmo de narices a sus detractores al ganar el Goncourt con Nos vemos allá arriba (Salamandra, 2014), novela de carácter histórico que, además, marcó el gradual abandono del género negro que hasta aquel momento cultivaba su autor. No fueron pocos los periodistas especializados que protestaron ante la concesión de semejante galardón a un narrador cuya máxima ambición hasta la fecha había sido entretener a las masas con historias negrocriminales, pero tan pronto como abrieron el libro y lo leyeron, esos mismos plumillas cerraron la boca y cambiaron de opinión. Nos vemos allá arriba era una magnífica novela, digna sucesora de la tradición de los grandes novelistas franceses del siglo XIX, que no sólo contenía todos los elementos necesarios para ser tildada de gran literatura, sino que además integraba las claves para convertirse en un best seller. En otras palabras: el sueño húmedo de todo editor. En palabras todavía más claras: un novelón de mil pares de narices.

"Si en la anterior serie se había fijado en los veteranos de la I Guerra Mundial, ahora haría lo propio con los pobres infelices que se encontraban en las colonias cuando empezó a caer de un modo definitivo el imperio francés"

No es difícil suponer que el propio Lemaitre se sorprendió ante el éxito alcanzado con aquella novela histórica en la que narraba las aventuras de tres veteranos de la I Guerra Mundial que a su regreso a París orquestaban una estafa monumental —tanto por su magnitud como por el objeto del timo: los monumentos funerarios— que, además, les servía para ridiculizar a un gobierno que ninguneaba a los hombres que volvieron del frente mutilados, traumatizados e incluso deformados. Y si decimos que Lemaitre también debió de sorprenderse con el éxito de su propia novela es porque, a partir de ese momento, dio un giro a su carrera. Lentamente, fue abandonado las novelas policíacas de las que vivía —unas novelas, por cierto, de calidad muy inferior a las de la nueva etapa que iniciaba— hasta anunciar que dejaba por completo dicho género para dedicarse en cuerpo y alma al histórico. Y, la verdad, muchos lo celebramos. A este respecto, podríamos considerar el recientemente publicado Diccionario apasionado de la novela negra (Salamandra, 2022) como su más que digna despedida de un mundillo que, aun habiéndole podido llenar los bolsillos, nunca le otorgó el respeto de la crítica realmente seria.

A Nos vemos allá arriba le siguieron las novelas Los colores del incendio (Salamandra, 2019) y El espejo de nuestras penas (ídem, 2020), que agrupó en una trilogía bautizada como «Los hijos del desastre». Y ahora, cuando muchos temíamos que el autor fuera a recular para volver a su etapa anterior, Lemaitre se reafirma en su decisión de instalarse en la Historia y de rendir un hermoso homenaje a los miserables que sufrieron las consecuencias de las campañas bélicas vividas en su país. De manera que, si en la anterior serie se había fijado en los veteranos de la I Guerra Mundial, ahora haría lo propio con los pobres infelices que se encontraban en las colonias cuando empezó a caer de un modo definitivo el imperio francés. Sorprendentemente, de ese periodo hay mucha menos literatura de la que cabría imaginar.

"Es especialmente interesante que Lemaitre se haya convertido en uno de los grandes de la literatura francesa y europea cuando, ahora mismo, el género que él cultiva está recorriendo un camino contrario al que él transita"

La primera entrega de la nueva trilogía Los años gloriosos acaba de llegar a las librerías bajo el título El ancho mundo y está ambientada justo después de la II Guerra Mundial. Narra las peripecias de una saga, la de los Pelletier, que vive de la industria de los jabones en el Beirut de 1948. El patriarca y su esposa conforman un matrimonio sólido que aspira a que alguno de sus hijos, si es que no pueden ser todos, continúe con un negocio familiar a estas alturas convertido en buque insignia de la economía libanesa, pero que descubre apesadumbrado que sus descendientes, habiendo alcanzado la edad de la emancipación, no sólo no sienten ningún tipo de interés por la empresa que les ha dado de comer, sino que tampoco tienen interés por quedarse en Beirut. Así, unos se instalarán en París y otros en Saigón, y todos se verán arrastrados por los acontecimientos históricos que, durante aquel periodo, sacudieron tanto a la propia Francia como a sus colonias. En este sentido, es especialmente notable la descripción que el autor hace de la vida cotidiana en una Indochina en la que los burgueses se divierten consumiendo drogas y frecuentando prostitutas y en la que sus hijos, ahora convertidos en soldados, son masacrados por las milicias independentistas del lugar. A esas colonias llegará uno de los hijos Pelletier, mientras que los otros tres se instalarán en París, donde cada uno de ellos profundizará en un oficio o estilo de vida, siendo especialmente destacable el que se convierte en un asesino en serie, línea argumental que alguien como Pierre Lemaitre no podía desdeñar. Y es que quien tuvo, retuvo, y en este caso, para bien. Porque, en el género negro, los asesinatos ambientados en épocas pretéritas tienen, no sé por qué, más credibilidad que los cometidos en el presente.

Es especialmente interesante que Lemaitre se haya convertido en uno de los grandes de la literatura francesa y europea cuando, ahora mismo, el género que él cultiva está recorriendo un camino contrario al que él transita. Ninguna de sus novelas históricas tiene menos de 400 páginas, cuando en este momento ese género, que ha sufrido una profunda renovación gracias a compatriotas como Éric Vuillard o Adrien Bosc (autor de la reciente La columna, Tusquets), se caracteriza precisamente por la brevedad. Pocos imaginaban que las novelas históricas, tradicionalmente extensas y hasta farragosas, pudieran alcanzar cotas de calidad tan altas con apenas un centenar de páginas, pero lo cierto es que los autores antes citados han demostrado que el pasado no necesita realmente muchas páginas para revelarse en toda su grandeza. Y, sin embargo, cada vez que Lemaitre reaparece, los lectores que entran en las librerías sopesan sus libros como si fueran un par de mancuernas y se los llevan felices a casa porque saben que, en el género histórico, no acaba de ser cierto eso de que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y es que, si El ancho mundo pesa lo suyo, es porque contiene oro en su interior.

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Autor: Pierre Lemaitre. Título: El ancho mundo. Traductor: Antonio Soriano Marco. Editorial: Salamandra. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

Pierre Lemaitre. © Samuel Kirszenbaum

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