Lepisma y el memento mori

Como veis, aun a sabiendas, Lepisma se expuso a las feroces críticas de las redes sociales. Pero yo no voy a escribir aquí la típica denuncia y lamento por el odio que se respira en los procelosos océanos de lo virtual, ni de trolls ni poscensura, ni de wokes ni de nostálgicos del Concilio de Trento: primero y principal, porque hoy no me apetece; segundo, porque afortunadamente, salvo casos puntuales no lo he padecido y tercero, porque si esto ha sido así es porque creo que en redes sociales he sabido rodearme de buena gente, y es a ella a la que dedico esta entrega de Lepisma: sí, a ti, fotógrafo de la naturaleza (de toda ella), a ti, lectora en tierra de herejes; a vosotros, compatriotas de Ruritania y a vosotros, compañeros de estudios y correrías a los que alguna vez os perdí la pista, y también a la Comunidad del Vinilo; al esquizoide vegano del siglo XXI y a la mujer que es un poco de esto y un poco de aquello; a la modista que cose pero no canta, al que hizo una sesión salvaje, a la compañera humana de Poe; al Minnie Malista que quiere más Platón y menos caverna, a quien tiene de perfil a Mortadelo y a la del gato negro; a Nunu y sus cositas y a Maitecicleta y su ganchillo; al entrenador de perros pero futuro esclavo de gatos, al enfermero mexicano y a la funambulista de primera y segunda acepción; a quien saluda cada día a los petirrojos y quien baila, baila, baila, y si eso luego ya debate, a la quijotesca filóloga; a quien siendo tan feliz leyendo descubrió que podía escribir, y a la miembro de número de la ARRE y amante de las yogurteras; a la áurea escritora y al literato profesor de inglés con mi mismo apellido, a la marxista lennonista por parte de Groucho y de John; a la asesora financiera cuya pasión es bailar, a la enfermera trotaservicios y al camionero asertivo; al curioso profesional y al disidente amanecista. Te lo dedico a ti, que por un descuido no estás en este listado, y por supuesto, si has acabado de leer todo este texto… te lo dedico a ti.