En los periódicos del Más Allá las esquelas aparecen en las páginas de deportes, concretamente en la sección de Fichajes: o por lo menos eso me explicó Gregorio, conocedor del tema porque afirmaba estar muerto desde 2001.
Con el tiempo encontré todo eso tan exagerado que lo achaqué a estar en un manicomio: me equivocaba. Como finalmente no fui fichado por el más allá y me dieron el alta, en el exterior me encontré con más miedos aún: gente que sólo usaba aceite de oliva pero que estaba aterrorizada ante la posibilidad de quedarse sin aceite de girasol, personas temerosas de ser fumigadas por las estelas de unos aviones que por lo visto volaban para variar el clima, pavor a quedarse sin cubitos de hielo, miedo a que subir 50 euros el salario mínimo abocara al país a una dictadura bolivariano-comunista…
A veces añoro los tiempos de San Humbértigo, donde todo era más sencillo, y si tú querías que te proporcionaran cualquier cosa, sólo tenías que dar a cambio una porción de papel del váter, o como quiera que se llame el cacho de papel que se encuentra entre las líneas de corte, porque eso no aparece en mi diccionario de sinónimos.
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