En esta ofendidocracia actual cuyo poder se manifiesta a través de los boicots más que de los votos, reivindico mi derecho a ser ofendido. No hablo, por supuesto, de los insultos fáciles que pueda proferir cualquier troll de internet: separrata, nyordo, izmierdista, feminazi o pollavieja son adjetivos bumerán, que califican más a quien los usa que a quien los recibe, así son de inofensivos y ridículos. No, hablo de obras artísticas y de ficción que sacudan mi conciencia, que puedan escandalizarme pero que dejen un poso en mí, que germinará en un cambio de postura o en reafirmarme aún más en mi posición, pero que no me dejen indiferente.
STOP
Me voy por las ramas, cuando todo esto podría resumirse en la frase que estoy haciendo en punto de cruz para colgar en el recibidor:
APARTAD VUESTRAS SUCIAS MANOS DE LA FICCIÓN
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