Elimina todos esos signos de puntuación —solía aconsejar Francis Scott Fitzgerald a todo aspirante a escritor—. Un signo de exclamación es como reírse de tus propios chistes.
¡Francis Scott Fitzgerald! ¡¡El autor de El gran Gatsby!! ¡¡¡El mismísimo Scott Fitzgerald!!! ¡¡¡¡Pues si de verdad prefería la sutilidad al énfasis, que hubiera titulado su novela más famosa como El Gatsby de medida algo superior a la media!!!! ¡¡¡¡¡Copón!!!!!
Y entonces lo oí.
Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja.
Ese coro de risas enlatadas, como las que se oyen en algunas comedias televisivas, provenían de mi cerebro: efectivamente, me estaba riendo de mi propia ocurrencia.
Jodío Scott Fitzgerald, siempre tenía que acabar dándole la razón.
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