La primera novela de Guillermo Anguera cuenta la historia de un anciano de 200 kilos que no come, no se mueve y no se comunica. En otras palabras, es una masa improductiva cuyo silencio refleja las angustias, aspiraciones y carencias de sus tres compañeros de piso, quienes intentarán por todos los medios comunicarse con él sin obtener ninguna respuesta satisfactoria.
Guillermo Anguera explica en este making of las claves de El viejo (BunkerBooks).
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Hacia la mitad del libro, hay una escena en la que un personaje pilla un ciego de dimetiltriptamina y se le aparece la imagen de un viejo gordo y calvo que es absorbido por un agujero de gusano. Un día soñé algo parecido, y por alguna razón se me ocurrió que de ahí podía salir una historia. La idea resultaba grotesca, no tanto por la imagen en sí como por el hecho de que el sueño no había tenido ningún significado especial para mí (más allá del «joder, qué cosas más raras sueño»). El caso es que retuve aquella imagen durante un tiempo, y aunque pasaron los meses, no había perdido un ápice de resolución.
Entonces se me ocurrió la premisa: podía escribir sobre tres inadaptados que comparten piso en una gran ciudad a los que un día les sucede algo extraordinario. Pero ese componente extraordinario debía quedar reducido a su mínima expresión. Si metía al viejo gordo y calvo de mi sueño en la ecuación, lo privaría de todo deseo y voluntad. Aparecería en el piso de un modo excepcional, sin explicación alguna, pero ahí acabaría su participación en los hechos. Me parecía más interesante que fueran los propios personajes los que se impusieran sus normas y su misión. El viejo solo sería un catalizador.
Reescribí esta novela hasta en tres ocasiones, de modo que tuve tiempo suficiente para experimentar con varios personajes y sus reacciones. Quise que cada uno de ellos estuviera atravesado por una idea, y dotarla de tanta fuerza que fuera capaz de conducir sus vidas. Tampoco quise jugar con ideas fuera de lo común. Creo que todos conocemos a alguien más o menos adicto a los videojuegos, alguien con una inclinación espiritual distorsionada o un empleado obsesionado con su trabajo. La diferencia estriba en el grado: quise ver adónde podía conducir una idea absurda llevada hasta las últimas consecuencias.
Cuando terminé el primer manuscrito y lo leí de cabo a rabo, me pregunté si no había sido muy duro con mis personajes. Si no eran todos ellos el trasunto de la concatenación de las miserias producidas por el capitalismo exacerbado de una gran ciudad. Con el tiempo fui trabajando y puliendo el texto, hasta que (quiero creer que) conseguí dotarlo de una riqueza de matices de la que carecía la primera versión. Mis personajes no van a enamorar a ningún lector sensato (ni tampoco lo pretenden), sin embargo, y a pesar de su obsesión, no dejan de plantear cuestiones que rezuman esa verdad de los locos, esa que nadie se toma en serio.
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Autor: Guillermo Anguera. Título: El viejo. Editorial: BunkerBooks. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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