Los favores (Reservoir Books, 2022), la primera novela de Lillian Fishman, es todo un ejercicio de voyerismo literario. El lector va a descubrir las vidas de tres amantes encerrados en el Nueva York más oscuro, tres vidas que se enredan sin inhibiciones en un juego en el cual crueldad y placer se confunden, y no se sabe en qué lugar están los límites del deseo.
Con menos de treinta años, Fishman ha superado las expectativas de cualquier escritor novel: su primer libro es un gran éxito avalado con excelentes críticas, algunas de autores tan renombrados como Zadie Smith (Dientes blancos, Sobre la belleza) y Jeffrey Eugenides (Las vírgenes suicidas), y ha sido comparada con superventas como Sally Rooney y mitos de la talla de Joan Didion. Por si fuera poco, Lilian trabaja en la redacción de uno de los medios de comunicación más icónicos del mundo literario, The New Yorker. Lillian no puede dar más envidia.
Hablamos con ella en una charla virtual sobre consentimiento, el impacto de la socialización heterosexual, el vacío religioso de su generación, y el final del sueño americano.
ACEPTACIÓN
Eve es la protagonista de Los favores. Una joven que tendrá que enfrentar sus creencias, adquiridas durante su educación, con su voluntad por no censurar sus estímulos sexuales. Aunque mantiene una relación estable con su novia, un día decide subir unas fotos suyas desnuda a Internet. Una desconocida contacta con ella para conocerla. A partir de ese momento, comenzará una relación sexual con los otros dos actores de este libro, Olivia y Nathan. Eve se enfrentará entonces a una contradicción, que como reconoce su autora también es su contradicción: «yo quería salir de la estructura asumida de la heterosexualidad para explorarla. Quería escribir un libro para entender y aceptar tu sexualidad en el contexto que la ha creado y la ha rechazado. En ese sentido creo que el libro habla por sí mismo«. Siguiendo con ese discurso, nos explica por qué esta historia la cuenta desde una perspectiva queer: «Creo en un futuro en el que el impacto de la socialización heterosexual sea menos extremo. Es posible que para muchos y muchas jóvenes esto ya sea así, pero al mismo tiempo es difícil imaginarlo porque creo que el paisaje intelectual está influenciado por lo que te han enseñado. Yo no veo cómo puedo concebir una sexualidad que no tuviera el impacto de la socialización».
Ese impacto de la educación en nuestras vidas queda reflejado en las relaciones entre los personajes de la novela, particularmente en la que se construye entre Eve y Nathan. «Yo creo que la experiencia que ella tiene con Nathan pretende subrayar hasta qué punto influye la educación. Es un sistema de creencias sumamente profundo que no es fácil de desaprender e incluso podría decir que es imposible desaprenderlo«, nos explica Fishman. Sobre este tema añade la autora: «este libro quiere reivindicar algo que puede parecer sencillo, y también aburrido, el poder de la socialización. Hay una mayor recompensa por rechazar la socialización patriarcal que por capitular ante ella. Sobre todo, si pensamos en hombres dominantes y en patrones heterosexuales tradicionales. La experiencia que Eve tiene con Nathan nos demuestra cómo está de inmersa en nosotros esa educación. Y ese sistema tiene unas raíces tan profundas que es muy difícil de desaprender. Es imposible. Ella no consigue la satisfacción en los campos eróticos que ha escuchado, y debería ser fácil descartarlos en su relación con Nathan«.
La escritora norteamericana quiere dejar claro que «mi libro no es un manifiesto sobre la libertad sexual. En esta novela relato un tipo de experiencia real. Y cómo esa experiencia a veces no encaja o no concuerda con la sociedad«. Los favores ha sido enmarcada dentro del feminismo y un contexto política próximo a la izquierda, sobre este punto la autora aclara: «mi novela es una obra de ficción y no la he diseñado para que no sea un documento político«.
INTERROGACIÓN
Eve podría trabajar en una gran corporación, pero prefiere hacerlo de camarera. Su padre se lo reprocha cuando habla con ella. Pero la protagonista de esta obra lo tiene claro y afirma: «No voy a alquilar mi cabeza«. Y es que en esta novela además del sexo surgen otras cuestiones importantes que atañen a estas nuevas generaciones, convencidas de que el capitalismo no es la única opción, o que ni siquiera lo es ya. Lillian Fishman asevera «que esto es algo ocurre en todo el mundo, no solo en Estados Unidos, muchos jóvenes ya no creen en el capitalismo. En el caso de Eve: ella está decepcionada con el sistema. El problema con el que se enfrenta en el libro es que a la mientras se forma hay una capitulación. Le han enseñado que hay que conseguir dar sentido a tu vida mediante el logro y el esfuerzo, pero al mismo tiempo su entorno social no comulga con esta idea. Eve ve el capitalismo como una forma cobarde de vivir«.
También la religión está presente en Los favores. «Eve nos explica el vacío de su generación. Que es un vacío religioso. Y es algo que no ha pasado en otras generaciones anteriores, sobre todo entre los jóvenes que han crecido en familias seculares, muy libres. Hace cincuenta años, en las familias laica había creencia profunda en una progresión de la vida —interrumpida por diversos movimientos sociales—, en términos generales había una ética del logro: matrimonio, trabajo, seguridad… Había un relato muy sólido —coherente— de lo que era tener una buena vida; pero eso ahora está muy debilitado. Y este es uno de los problemas generacionales de mi libro«.
¿Cómo saber cuándo hay algo que no está bien cuando te has entregado por completo al deseo? Fishman nos aclara cómo sus protagonistas traspasan, estiran y retuercen las alambradas del consentimiento: «Evidentemente siempre hay una categoría en la que las líneas no están muy claras dentro de una relación sexual erótica. Pero lo que está en juego en el libro y lo que me parece interesante explorar ahora mismo es que es imposible definir o identificar una línea entre manipulación y consentimiento. Si lo supiéramos sería mucho más fácil una educación para saber cómo comportarnos. Creo que es un tema situacional, que depende del momento y del contexto. Hay ocasiones en las que Eve intenta tomar unas decisiones en base a sus intuiciones. La erótica no deja de ser algo transgresor, que nos perturba y nos hace sentir inseguros. Cuando nos adentramos en esa sensación es muy difícil saber en qué momento eso se convierte en algo que tú no quieres. Creo que es algo que ahora se está explorando en la literatura: esos matices del consentimiento«. También explica cómo debe ser interpretada esta historia: «para mí, el libro habla de la posibilidad de libertad y descubrimiento, incluso en la cultura en la que vivimos. Yo creo que eso es posible y está en el centro del libro. Pero no considero que debe haber una revolución para encontrar esto en la vida personal de cada cual»
Lilian Fishman leyó libros de sexo antes de escribir su obra, para saber lo que quería plasmar y también lo que quería evitar: «Leí muchos libros de esta temática. Pero no concebí mi novela basándome en ninguno de esos modelos. Escribí bastantes escenas de sexo entre Eve, Nathan y Olivia, dejé pasar un tiempo y luego monté la historia. Cuando estaba luchando por terminar el libro alguien me recomendó Seven Years, de Peter Stamm, que tiene un drama favorecido al de Los favores, una historia muy intimista sobre un tema tabú. Leer esta novela me ayudó a terminar mi obra, aunque pienso que las estructuras de ambas son muy diferentes«. Además de la obra de Stamm, Fishman destaca otros materiales que se pueden sumar a esta improvisada bibliografía: la serie The Bisexual y las obras de autoras como Djuna Barnes, Jeanette Winterson, Mary McCarthy y Edith Wharton.
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