El 8 de marzo de 415, fue linchada y asesinada Hipatia. Un turba de cristianos acabó con la vida de esta importante astrónoma, filósofa y matemática. Su muerte supuso también el fin de Alejandría como cuna del saber de la antigüedad.
¿Quién fue Hipatia?
En el 321 a.C., Alejandro Magno fundó —y diseñó junto a Cleómenes— una nueva ciudad en el antiguo puerto de Rhakotis (Egipto), conocida a partir de entonces como Alejandría, y a la que su sucesor, Ptolomeo I, convirtió en un centro cultural gracias a su famosa biblioteca —que llegó a tener más de 500.000 ejemplares en sus estanterías—. Por este enclave del norte de África pasaron sabios como Arquímedes, Euclides y Eratóstenes. Poco a poco, este lugar fue perdiendo esplendor y, lo que es peor, se fue convirtiendo en un campo de batalla para cristianos y paganos. En este contexto de rivalidades y enfrentamientos, nació Hipatia, una mujer de la cual está más documentada su vida que su muerte. De su biografía conocemos sus dotes como maestra y su gran interés por los estudios científicos y filosóficos, también su faceta como brillante oradora. Hipatia consagró su vida al estudio y a la enseñanza; no se casó y se mantuvo célibe, anteponiendo la cultura a su propia vida personal.
¿Por qué mataron a Hipatia?
Hipatia solía conversar con Orestes, el prefecto imperial, lo cual fue aprovechado por los cristianos para culparla por la mala relación de este gobernador con Cirilo, el arzobispo de Alejandría. El detonante de esta mala relación fue el castigo público al que fue sometido Hierax, un hombre de Cirilo, acusado por Orestes de conspirar contra los judíos. La frágil convivencia de la ciudad voló por los aires. Los judíos fueron perseguidos y asesinados. La siguiente en la lista fue Hipatia. La matemática fue asaltada y llevada a la iglesia de Cesáreo, donde fue desnudada y linchada. Después de asesinarla, despedazaron su cuerpo y quemaron sus restos. Tras ejecutar a la astrónoma dirigieron su furia contra la universidad en la que la académica impartía sus clases. Alejandría dejó de ser el epicentro de la intelectualidad. Cirilo fue recompensado por su lucha contra el paganismo y declarado santo por su labor.
«A la mañana siguiente, cuando Hipatia apareció en su carro frente a su residencia, de repente quinientos hombres, todos vestidos de negro y encapuchados, quinientos monjes medio hambrientos de las arenas del desierto egipcio (quinientos monjes, soldados de la cruz), como un huracán negro, se abalanzaron por la calle, abordaron su carro y, tirando de ella, la arrastraron por el pelo de la cabeza» (Mangasar M. Mangasarian)
Otras efemérides históricas del 8 de marzo
El día 8 de marzo de 1820 el monarca Fernando VII juró la Constitución y abolió la Inquisición.
El día 8 de marzo de 1914 se celebró por primera vez en varios países de Europa el Día de la Mujer Trabajadora.
El día 8 de marzo de 1936 se festejó por primera vez en España el Día de la Mujer Trabajadora.
El día 8 de marzo de 1970 tuvo lugar un atentado fallido en Chipre contra el arzobispo Makarios, presidente del gobierno.
La leyenda de Hipatia como mártir de la Razón frente al oscuro cristianismo es del siglo XVIII. Esta leyenda acusa los cristianos de haberla linchado por inducción del obispo San Cirilo de Alejandría. Como leyenda que es, despacha el asunto en unas pocas líneas, obvia el contexto político-social y delimita muy claramente a buenos y malos. En realidad, la Alejandría del siglo V vivía en una situación muy tensa, no sólo entre judíos y cristianos, sino también entre las diversas herejías y sectas que surgían. Las persecuciones contra los cristianos habían acabado un siglo antes, pero eso no significaba que no tuvieran enemigos (al igual que sucede hoy). Los motines y linchamientos eran habituales (también fueron linchados obispos) en un clima en el que el poder imperial tenía dificultades para mantener el orden. No se ha podido probar que Hipatia fuera asesinada por inducción de San Cirilo. De hecho, el linchamiento le desprestigió enormemente. Aunque los asesinos de Hipatia fueran una turba de cristianos, estos desmanes siempre fueron denunciados por los obispos. Lo que está claro es que el neoplatonismo de Hipatia no pudo enfrentarle a los cristianos, puesto que el neoplatonismo alejandrino fue aceptado por el cristianismo y algunos filósofos de la escuela de Alejandría eran sacerdotes y obispos, como Alejandro de Licópolis y Sinesio de Cirene. La cuestión hoy no está resuelta y sólo pueden formularse hipótesis.
Me parece correcto su planteamiento. Lo único es que creo que no hay que disculpar ni a Cirilo ni a ninguno de los demás cristianos. Inducción o no, consentimiento, beneplácito o simple conocimiento pasivo del hecho no disculpan a ninguno de estos que interpretaban el mensaje del Maestro por donde les salía de los cojones. Me parece correcta la versión que ha dado doña Paca y prefiero el maniqueismo amenabariano, al relativismo posmoderno que todo lo cuestiona, que dice que lo bueno no es tan bueno y que lo malo hay que disculparlo. ¡Pobre Hitler, era un incomprendido! Lo maniqueo no tiene por qué desautorizar necesariamente. El fanatismo es malo, sin discusión y la cultura, las artes, la ciencia, son buenas, sin duda.
Se hace usted un lío tremendo. La Historia es una ciencia. Un respeto.
Paca Pérez nos ofrece la misma imagen dulzona y descontextualizada de Hipatia que ya transmitió Amenábar en su película: una visión maniquea y tendenciosa que obvia numerosos matices fundamentales del acontecimiento que le costó la vida. El principal de ellos, que su muerte fue un hecho excepcional que, además, debe insertarse en el contexto general de los disturbios político-sociales que se produjeron en la ciudad egipcia, como consecuencia de la rivalidad existente entre las diferentes facciones cristianas, y de estas con el paganismo y el prefecto Orestes (que había sido, precisamente, discípulo de Hipatia). No es verdad que la filósofa alejandrina permaneciera soltera por amor a la cultura, sino que lo hizo por las mismas motivaciones de carácter ascético que guiaban a los monjes que la asesinaron (muy típicas de lo que Dobb denominó una «época de angustia»).
Tampoco es cierto que Alejandría comenzara su declive intelectual tras la muerte de Hipatia: en ella se desarrolló una de las principales escuelas teológicas cristianas del Premedivo (las otras estaban en Antioquía y Constantinopla) y, además, siguió siendo cuna del neoplatonismo y de la cultura paganas (cada vez más cristianizada, es verdad) hasta finales del siglo VI.
Recordar, por último, que el patriarca Cirilo no es santo por haber sido responsable de la muerte de Hipatia (de hecho, su intervención directa, incluso a día de hoy, sigue siendo bastante discutida), sino por ser un padre de la Iglesia y uno de sus mayores teólogos.
En definitiva: aunque desde la Ilustración se viene presentando a Hipatia como una mártir de la cultura, de la libertad de conciencia y de la autoafirmsción femenina, lo cierto es que fue una mujer de su tiempo (muy notable, eso es innegable), con los defectos y virtudes propios de aquella época llena de intolerancia.
Es muy curioso que afirme usted, de manera incuestionable, el motivo por el que permaneció soltera, que creo que no podremos averiguar nunca y que diga que no es seguro que fuera mandada asesinar por el «santo» y que hasta hoy es un tema discutido. Si no dió la orden, lo permitió o no lo impidió. Respecto a que lo presente así la Ilustración, a pesar de ello o, en mi opinión, por ello, fue un mártir de la cultura y el que fuera una mujer normal con sus defectos y sus virtudes tampoco la hacían merecedora de una muerte tan cruel, una muerte odiosa, con odio, con saña, impropia de gentes que se dicen o decían religiosas, vacías de todo amor por el prójimo, tal como enseñaba el Maestro que había que tener, creadoras del infierno para asustar a los demás y para alojarles a ellos. Por fortuna la Ilustración, los ilustrados conbatían el peor de los males de todas las sociedades: el fanatismo.
¡Eterno homenaje a Hipatia, reina y defensora de la cultura!
Otro motivo más para que el cura antiespañol del Vaticano pida perdón por atrocidades cometidas.