Dice Ricardo Menéndez Salmón que se escribe para saber de qué se escribe. A veces, también, se lee para saber de qué se lee. Este último libro suyo —que la contraportada compara con Patrimonio, de Philip Roth, y Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz— parecía un libro sobre el duelo, pero es, precisamente, un libro sobre la literatura y el yo.
Menéndez Salmón apenas describe a su padre, ese padre que antes de cumplir cuarenta años, padre joven y aún desconocido, se convierte en un enfermo, en un inválido, en un lastre. Exige mucho coraje la honestidad con la que el hijo escritor reconoce que esa incapacidad del padre le robó la alegría y, sobre todo, la libertad. ¿Le hizo también escritor?
La opresión, la claustrofobia, la dependencia… Quizá. O quizá fue el alcoholismo del padre que se revela ya avanzado el relato. Una adicción autodestructiva que acaba dando paso a la bondad. El hijo que escribe no cuenta mucho del padre, pero sí del escritor en que se ha convertido.
“Las cargas que mi familia me obligó a soportar veinte años, la cruz de la enfermedad primero, la cruz del alcoholismo después, tenía que asumirlas y comprenderlas, pero no tenía por qué tolerar lo que exigían de mí por añadidura: resignación, vileza, victimismo, ocultación, deshonra. (…) Y es que existe una gran diferencia entre el hecho de que una circunstancia cualquiera golpee a una familia y el hecho de que esa circunstancia determine, en nombre de principios que la exceden, la educación emocional, moral e intelectual de sus protagonistas”.
Es la rebeldía la que escribe, y es una rebeldía basada en la honestidad. El libro no es tanto un ejercicio de duelo como de desnudez: un “esto hice yo con mis circunstancias. Y luego lo cambié”. Porque el hijo escapa, vive, escribe, publica, tiene hijos, tiene dramas, viaja… Y entonces llega el cáncer y el hijo quiere proteger al padre del dolor y de la indignidad, como queremos todos. Protegernos, proteger a los nuestros; y, al mismo tiempo, ser libres. Como si fuera posible.
El autor se mira en el espejo de la verdad y la literatura, se autoanaliza y no se juzga: se reconoce y sigue; lector y escritor, hijo y padre, mortal.
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Autor: Ricardo Menéndez Salmón. Título: No entres dócilmente en esa noche quieta. Editorial: Seix Barral. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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