Al mes de explotar la guerra en Ucrania la escritora rusa Liudmila Ulítskaya —Premio Formentor 2022 y habitual candidata al Premio Nobel— salió de Rusia con destino a Berlín, una huida que han emprendido otros de sus colegas porque en Rusia, un país «gobernado por la KGB», es «peligroso» ser intelectual.
En su caso, al igual que le ha sucedido a otros compatriotas, su condición de escritora que siempre se ha mantenido «lejos de la política del Estado» le hizo abandonar su casa al mes de que el Gobierno de Vladímir Putin declarara la guerra en Ucrania. «En Rusia es peligroso ser un intelectual, muchos escritores, directores de cine, de teatro o artistas de otras disciplinas han abandonado el país y es una pérdida pero, por otro lado, en los años 20 también se fueron muchos y crearon en Occidente otra corriente de cultura rusa», ha afirmado.
En concreto, en Una carpa bajo el cielo Ulítskaya narra la historia de tres niños que se conocen en el Moscú de los años 50, después de Stalin, y en ella invita a reflexionar sobre cómo ser un ser humano íntegro en una sociedad regida por la KGB y sobre cómo romper las ataduras de un régimen opresivo a través del arte, la pasión por la literatura rusa y el activismo.
«En la política rusa desde siempre ha habido dos fuerzas que gobernaban el país, el partido y los servicios secretos; y entre ellos siempre estaban en una pugna constante luchando por el poder, pero esto rara vez salía a la luz. Hace 20 años ganaron los servicios secretos y en estos momentos ya no hay esta lucha entre lo político y los servicios secretos, que son la KGB», ha lamentado.
Por eso, la también bioquímica y guionista cinematográfica ha advertido que «aún habrá que esperar unos años» para saber quién ha hecho «más daño» al pueblo ruso, Stalin o Putin.
Galardonada con el premio Günter Grass de Alemania, el Médicis de Francia y con obras traducidas a más de 45 idiomas, a la autora ganar el Premio Nobel de Literatura no le quita el «sueño» y ha apuntado que su premio «más preciado» es el de la Ciudad de Budapest (2009) porque cuando lo recibió los muros de esta ciudad «aún tenían huellas de metrallas del Ejército ruso».
«Fue como una enorme, total y absoluta victoria de la cultura contra la política, contra todo, porque una escritora rusa que recibe un premio en una ciudad que ha sido atacada por los rusos quiere decir algo«, ha matizado.
De mirada punzante y voz rotunda, Ulítskaya ha confesado que este año alejada de su país, de su vida, «pesa, pesa mucho», por lo que no duda en afirmar que es el más «difícil» de su vida. Un año en el que ha comenzado una nueva novela que no acabará debido esta situación, ha advertido, y en el que da paseos junto a su marido por la orilla del río Spree. Porque ahora, esta escritora es una mujer que se levanta por la mañana, va a la compra, prepara la comida a su marido y a «altas horas de la madrugada» intenta arrancar una nueva historia.
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