Existen sin duda muchos textos homosexuales inéditos que sus autores guardaron en el cajón para no sufrir la vergüenza de la confesión pública. Algunos de ellos fueron después publicados póstumamente, como Maurice, de E. M. Forster, o los Sonetos del amor oscuro, de Federico García Lorca, pero otros andarán perdidos o fueron quemados por los autores o por sus descendientes para que la posteridad no encontrara la mancha de la sexualidad torcida.
Elena Fortún, la famosa creadora de la niña Celia, uno de los personajes más celebrados de la literatura infantil española, escribió una novela autobiográfica titulada Oculto sendero que nunca se atrevió a publicar y que en 2016 ha sido editada por primera vez. La lectura de Oculto sendero nos demuestra hasta qué punto lo que no se nombra no existe y lo que no existe, en lógica consecuencia, no puede ser comprendido.
La novela cuenta la historia de María Luisa, una niña que siente fascinación por la belleza femenina y por el modo de vida independiente de algunas mujeres, pero que a medida que va creciendo va siendo constreñida por el mundo que la rodea. No quiere casarse, pero el único espacio que le deja la sociedad es el del matrimonio. Detesta el sexo (con hombres), pero comienza a imaginar que ese sentimiento es común y que todas las mujeres padecen como ella. A pesar de que sus instintos están claros, en los dos primeros tercios de la novela no se reflexiona nunca sobre ellos: María Luisa es incapaz de pensarse a sí misma como lesbiana; es incapaz de comprender que toda la angustia que siente se debe únicamente a esa traición hacia su propia naturaleza.
Fortún escribió su novela en Buenos Aires, donde marchó exiliada junto a su marido, que había sido militar republicano. Quizá la distancia geográfica o el simple peso de la edad la empujaron a dibujar, con un trazo emocional inseguro, su propia vida, pero Elena Fortún —una mujer inteligente y audaz— no sabe ponerle nombre a su peripecia, lo que le da a la novela un valor más estremecedor aún. “Mi vida le intriga un poco, querría saber algo de mí…, con ese deseo que sienten los anormales por encontrar a sus semejantes”, dice en un pasaje del libro María Luisa, dice Elena Fortún, y en el uso de la palabra “anormales” no hay ironía ni combatividad: sólo incomprensión.
Oculto sendero es una novela sobre la represión y la autorrepresión de la homosexualidad, pero es, más aún, una novela sobre la humillación a la que durante décadas fueron sometidas las mujeres, cuya libertad estaba mutilada. Ser mujer y además lesbiana era una condena a la infelicidad absoluta.
Anterior a Oculto sendero, en la prehistoria de la visibilidad gay, es Serenata del amor triunfante, una novela del sacerdote gaditano Pedro Badanelli que publicó la editorial Espasa-Calpe en 1929 y que ha sido también reeditada en 2016. La historia es, para la época, muy atrevida. Una mujer de posición abandona a su novio porque descubre que no está enamorada de él, pero el muchacho del que se enamora —un bellísimo ayuda de cámara de su padre— no pertenece a su clase social y por lo tanto le está vedado. Durante muchas páginas, la novela discurre por esa senda equívoca del amor interclasista y romántico frente al amor convencional, pero de repente da un giro brusco, primero con insinuaciones sutiles que advierten al lector y luego con la revelación definitiva: el hermano de la mujer, científico reconocido y en alguna medida mentor suyo, también está enamorado del muchacho y lleva tiempo compartiendo a escondidas su vida, subiendo a su cuarto de servicio por las noches, visitando con él bares y haciéndole promesas y confidencias.
En el último tramo de la novela se plantean con brutalidad todos los conflictos: el del hermano que vive atormentado su amor cumplido, el de la hermana que sufre el desamor con una perplejidad insólita, y sobre todo el del muchacho amado por todos, que no entiende si debe lamentar más su miseria de clase o su homosexualidad y que no entiende tampoco si realmente ama o no ama. Esa duda del amor mismo, que se parece a la de la María Luisa de Oculto sendero, está en el fundamento de esa literatura homosexual prehistórica que hurga en la identidad. No hay todavía nombres, no se han inventado. No hay caminos que permitan explicar a los lectores lo que los propios autores, por mor de la época en la que viven, son incapaces de entender justamente. La novela de Badanelli es, en este sentido, más atrevida, más desvergonzada, más militante de la “anormalidad”, pero no acaba de apurar la comprensión de todas las dimensiones. Incluso el operístico final, que bordea lo artificioso, supone una confesión de moralidad contradictoria.
Oculto sendero y Serenata del amor triunfante —atención al sentido de este título después de conocer el desenlace— son novelas que tienen interés arqueológico, pero también un indudable valor literario. Son novelas que nos muestran, como ninguna indagación histórica puede hacerlo, de qué modo se vivía y se nombraba la homosexualidad con las estructuras mentales de aquellas décadas, pero son, al mismo tiempo, novelas que conmueven por la dolorosa caligrafía con que están escritas.
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Título: Oculto sendero. Autora: Elena Fortún. Editorial: Renacimiento. Venta: Amazon y Fnac
Título: Serenata del amor triunfante. Autor: Pedro Bandanelli. Editorial: Renacimiento. Venta: Amazon y Fnac
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