La sexualidad no es solo un impulso biológico y un enorme entretenimiento, sino también una forma de relacionarnos, y de dominarnos, socialmente. De ahí las normas, tabúes, prejuicios, deseos y miedos que, a lo largo de los siglos, se han ido superponiendo sobre algo tan natural como puede ser el sexo. La antigua Roma no fue una excepción y Patricia González Gutiérrez nos relata en este ensayo los secretos de alcoba de quienes forjaron todo un imperio.
En este making of Patricia González Gutiérrez narra el origen de Cunnus: Sexo y poder en Roma (Desperta Ferro), con portada de Paula Bonet.
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A veces parece que Roma atrae siempre por los motivos equivocados, por esa imagen de emperadores viciosos propia de la película Calígula o de Yo, Claudio, las orgías o un ejército que siempre nos imaginamos marchando, impoluto, con lórigas y cascos brillantes. Una Roma idealizada en uno u otro sentido, una Roma de cartón piedra. A veces parece que nos dejamos mucha Roma por el camino. La Roma cotidiana, la de las preocupaciones diarias, la de los placeres y el trabajo.
Sin embargo, lo personal es casi más importante. Si bien hablar de sexualidad es hablar de esas anécdotas jugosas o de juguetes sexuales y cuadros picantes, también lo es hablar de violaciones o de niñas casadas con doce años que suplican en su noche de bodas. De estelas funerarias que te llegan, de documentos que te horrorizan. Porque, aunque la gente nos imagine como a señores muy serios que solo ordenan datos, como a una mezcla entre ermitaño gruñón y contable gris de serie de terror, en realidad los historiadores somos humanos.
Tampoco es fácil explicar la importancia de algo que normalmente se toma a broma o como pornografía. Hace poco un tipo preguntaba, en público, si no había otros temas más trascendentes. En realidad, pocos los hay más que este. Pocas cosas nos ayudan a comprender tan profundamente una sociedad como entender cómo construye sus deseos y sus tabúes, cómo construye su idea de lo que debe ser un cuerpo, porque aunque se diga que las familias son los ladrillos de la sociedad, en realidad los cuerpos son la unidad más básica. Aunque las familias también entran en estos estudios. La reproducción social se basaba en un acto de reproducción física. En una decisión sobre si el nuevo hijo iba a ser criado o no. En un padre llorando sobre el cadáver de su hija muerta por un mal parto. Sí, ese también es Cicerón y no solo el de los engolados discursos.
Pero también es un proceso que también calienta un poco el alma. Porque, en el fondo, es la constatación de que miramos de forma diferente la historia y, por tanto, también nuestra sociedad. La constatación de que ya no damos las cosas por sentadas y que hemos ampliado nuestros horizontes. Que somos capaces de comprendernos mejor desde lo más básico.
Así que ahí han quedado las castas matronas, las no tan castas, las prostitutas que soñaban dejar de serlo y las que sacaron pecho de su trabajo, los sacerdotes de Cibeles que escapaban al género, los cuerpos bonitos, los no tan bonitos, Augusto y su colección de cuadros porno y el soldado que llevaba el equivalente al Playboy en el morral para calentar las frías noches de campaña, las señoras que se quisieron mucho y que todo el mundo vio como amigas, las brujas y las comadronas. Muchos nombres que nos acompañarán, y que, como ya dije al terminar mi libro Soror: Mujeres en Roma, han sido más historia que César o Trajano.
También me han preguntado que si sería un libro polémico. Mi respuesta es, siempre, que eso espero siempre. Los libros y la historia que de verdad nos sirven es la que plantea más preguntas que respuestas y la que nos toca en lo personal, la que nos incomoda un poco, la que nos hace ver las cosas de otra forma. Ojalá los lectores se paren a menudo a pensar: “Eh, espera un momento…”. Supongo que es la esperanza de cada historiador y cada autor.
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Autora: Patricia González Gutiérrez. Título: Cunnus: Sexo y poder en Roma. Editorial: Desperta Ferro. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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