Baldomero López Luque era un impresor de 68 años involucrado en la actividad política de la II República, en la que fue primer teniente de alcalde del ayuntamiento de Córdoba, y que cuando tras estallar la Guerra Civil intentó cruzar a la zona republicana en diciembre de 1936, fue delatado por el taxista que lo llevaba en su vehículo.
Ibáñez ha relatado cómo descubrió que su bisabuelo había sido un político local importante, ya que fue concejal en el primer ayuntamiento de la República en Córdoba y primer teniente de alcalde en el 36 con el Frente Popular, con el alcalde socialista Manuel Sánchez Badajoz. “Me di cuenta de la relevancia que tenía, de que su nombre está escrito en la placa que pusieron en la puerta del ayuntamiento” cuando el consistorio fue gobernado por el PSOE por primera vez en la democracia, entre 2015 y 2019, y le rindieron homenaje. Baldomero López Luque además fue vicepresidente de la Diputación de Córdoba, vicepresidente de Izquierda Republicana, presidente del Centro Obrero Republicano y de la Asociación de Tipógrafos y de la Sociedad Arte de Imprimir.
Lo poco que sé de ti recibe el título porque, según ha explicado la autora, cuando se enfrentó a intentar desentrañar este hilo» apenas tenía datos, aunque después de mucho trabajo, mucha ayuda y muchas horas de consulta» consiguió «tener una visión clara de la historia”. Aparte de la actividad política, Baldomero López regentaba desde 1919 su propia imprenta, llamada La Moderna, y que pasó a sus hijos, a los que les abrieron un procedimiento de expolio tras su detención y fusilamiento en 1936. Entonces, su viuda se vio obligada a abrir una pensión en la casa familiar para poder sobrevivir. Tras el golpe de estado se escondió durante unos meses y fue a primeros de diciembre de 1936 cuando decidió intentar pasar a la zona republicana, donde estaba su amigo Antonio Jaén Morente, diputado de Izquierda Republicana, que entonces se encontraba en Madrid. Para ello cogió un taxi en la plaza de San Pedro, en Córdoba, pero en el kilómetro 381 de la carretera Madrid-Sevilla, en Las Cumbres, había un destacamento militar y el taxista que lo llevaba lo entregó en la tarde del 3 de diciembre. Fue fusilado al día siguiente.
Ana Ibáñez ha justificado que su bisabuelo saliera de su escondite con el hecho de que tuviera conocimiento del fusilamiento del alcalde Sánchez Badajoz y de otros concejales del Frente Popular, del librero Rogelio Luque, el artista Enrique Moreno o el poeta José María Alvariño, todos ellos de su círculo político e intelectual. Del relato de su detención se hace eco el periódico Guión, que recoge que la única documentación que le incautaron fue una receta médica, porque era asmático, y el médico le recomendaba reposo.
Ana Ibáñez ha reconocido que “quería rescatarle del olvido porque de la fosa en la que está no lo van a sacar nunca”, ya que se encuentra en la de los fusilados en 1936, en el cementerio cordobés de San Rafael. “No se ha encontrado ni creo que se encuentre, porque como el cementerio ha seguido en funcionamiento hay tumbas encima y choca la normativa de los cementerios con la falta de voluntad política que ha habido por parte de todo el mundo” para encontrar los restos de los represaliados.
Ibáñez lamenta que su abuela no llegara a conocer la historia de su padre después de sus investigaciones y ha reconocido que ha escrito este libro también en parte por sus sobrinas. «Para que tengan ese legado no solo de heridas, sino de dignidad y de justicia, de que se sientan orgullosas, de que tuvieron ese antepasado que entregó su vida por una sociedad más justa”, ha sentenciado.
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