Suele ocurrirnos con frecuencia a los que andamos metidos en este oficio del periodismo que de un artículo escrito un día nace otro al día siguiente, por razones lógicas: no se pudo escribir en el primero todo lo que se sabía del asunto.
Hace unos días conté aquí lo que Miguel Delibes escribió de aquél partido de fútbol, del que él formó parte, jugado el domingo 24 de septiembre de 1944, entre una selección de periodistas de Valladolid y los artistas del Circo Feijóo, que por aquellos días de ferias había levantado su carpa en la ciudad.
Delibes contó el marcaje que les hicieron los del circo y personalmente las zancadillas y piruetas que le obligaban a hacer las sucesivas entradas de un malabarista chino del equipo circense que cada vez que le entraba lo lanzaba por los aires. Pero nuestro querido amigo y admirado novelista no dijo nada del resultado final, ni de quiénes jugaron por parte de la selección de periodistas, ni de las madrinas que tuvo el encuentro, ni de la música que amenizó el reto, pues fue la banda del circo la que tocaba, tras la consecución de cada gol (y fueron muchos), alegres pasacalles y pasodobles.
Por cierto, la crónica publicada en El Norte de Castilla el martes 26 de septiembre de 1944 llevaba los siguientes titulares: “Un partido con mucha «eutrapelia». Le jugaron los equipos del Circo Feijóo y los Periodistas. Un empatito a 8 y ya está bien. (De nuestros enviados especiales, los críticos taurinos)”.
De momento llaman la atención tres cosas: el abultado resultado de 16 goles, a 8 por cada equipo; lo de “eutrapelia”, que es palabro que se despacha poco hoy en día, y no nos sorprende que la crónica futbolera la escribieran los taurinos, que no tenían ni repajolera idea. ¡Es lástima que no se use hoy apenas la palabra eutrapelia, que vendría a cuento más de una vez! Porque eutrapelia significa “broma amable” o quizá mejor “la virtud que nos permite moderar el exceso en las diversiones propias del ser humano”. Creemos que así está justificada la palabra en el titular de la crónica del encuentro.
No se sabe a quién se le ocurrió la idea de hacer este partido de fútbol en el estadio José Zorrilla, estrenado cuatro años antes. Hubo un lleno más que regular, como si se tratara de algo serio, cuando en realidad era un divertimento entre intelectuales y artistas.
La primera parte fue reseñada por el crítico taurino Pepe Alegrías (que firmó Pepe Tristezas); es decir, Emilio Cerrillo, quien también llevaba la crítica teatral. Gracias a él sabemos los nombres de algunos periodistas goleadores, o a punto de conseguir un tanto, o detenerlo en el caso del portero de los “plumillas”. El comportamiento de los delanteros y medios fue de un juego muy vertical gracias a las habilidades de Delibes, De Pablos, Sánchez Merlo, Andréu, Alvarito, Carmelo Sabater, Miguel Montalvo y Alonso Villalobos. El primer tiempo terminó con el resultado de 5 goles de los Circenses y 4 de los Periodistas.
El segundo tiempo lo reseñó un crítico desconocido para nosotros, que firmó “Capicúa” (quizá se tratara de “Uno del Uno”, que es lo más capicúa que firmaba gacetillas taurinas en aquellos años 40).
Las tres fotografías que ilustran la crónica llevan la firma de Agustín Cacho Azcárate, nacido en Tacuba, Méjico, activo ya en 1955 e hijo de Patricio Cacho Gato, el primer fotógrafo de El Norte de Castilla, desde 1919. Dos de los hijos de Agustín, Pati (Patricio) y Tinito (Agustín) Cacho Hernández, sucedieron a su padre como fotógrafos del periódico. Conocí a los tres en su esplendor laboral a partir de los años 60.
Hemos buscado la crónica de aquel partido en la hemeroteca (qué gran tesoro para los historiadores) de El Norte de Castilla, y la hemos encontrado, lo que nos permite aportar al histórico lance algunos datos de interés.
Actuó como árbitro quien no lo había sido nunca, el actor Carlos Garriga. El resultado fue una exageración en goles. Un empate a ocho goles es un empate inusitado entre profesionales del fútbol, pero factible entre periodistas y circenses. Quizá por eso los trofeos previstos para ambos equipos, ofrecidos por la Asociación de la Prensa y el Real Valladolid Deportivo, fueron entregados por las madrinas, las actrices Tina Gascó (actuaba en el teatro Calderón), Teresita Silva (en el Lope de Vega), Pepita Huerta (en el Zorrilla) y Pilar Sánchez de Feijóo, condueña del circo, a los capitanes, quienes a su vez se los obsequiaron a ellas para que tuvieran un buen recuerdo de aquella “eutrapelia” entre buenos profesionales de lo suyo, que también sabían divertirse y divertir a los demás.
Entiendo que Miguel Delibes no contara todo lo ocurrido en el palenque del Paseo de Zorrilla. Las tarascadas a que fue sometido por el chino malabarista le desperdigaron las ideas en su sesera y hubo que esperar para ponerlo todo en orden.
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