Javier Morales ha escrito una excelente novela corta de poco más de cien páginas de gran riqueza en la que recoge dos de sus grandes inquietudes, mostradas ya en otros libros: su sensibilidad por la naturaleza (en los ensayos El día en que dejé de comer animales y Las letras del bosque) y el análisis de los temores y anhelos de un adolescente (por ejemplo en varios cuentos de La moneda de Carver).
La narración añade a la rememoración de esa época del protagonista sus reflexiones desde su madurez. Por más que se trate de una memoria personal y bien situada, tiene mucho de retrato generacional y también de revelación de experiencias universales de los chicos. Así, las dudas sobre uno mismo, la mirada sobre el entorno familiar en que se ha criado, la manera en que la presión de grupo lleva a traicionar los propios sentimientos, las contradicciones y cambios de humor, el despertar del deseo sexual o el primer enamoramiento. El personaje protagonista se retira a orillas del río o de un embalse simplemente a meditar, a dejar que ese caos de sensaciones y misterios apenas entrevistos se apacigüen; el paisaje, sobre el que reflexiona a menudo, acompaña a su evolución y quedará en él como un signo de la belleza que ha de ser preservado.
Morales escribe una prosa de frase breve que, sin embargo, no fatiga y que entiendo como una manera de ayudarnos a detenernos en los detalles, «lo más importante de la vida», como dice el narrador; a no dejarnos correr como lectores, sino a que la experiencia contenida centre nuestra atención, expresada siempre de una manera concisa, exacta, y hermosa. «De la foto solo quedo yo. Mis padres ya no están. Se fueron arrugando con los años hasta volverse una raíz y regresar a la tierra». «Marcos se sonroja. Tiene las manos entrelazadas sobre el regazo. Mira al cielo azul. Dos buitres leonados se mecen en el aire, giran en círculos y bordean el farallón, deslizan las patas y se posan en uno de los peñascos». «Escribir es lamer nuestras heridas, Marcos, cicatrizar ese abrazo». «El corazón baquetea mi cuerpo, es un tambor, su redoble resuena en mi cara ardiente, mis labios tiemblan como el agua hirviendo».
Una novela deliciosa, un acierto que nos ayuda a entendernos mejor a nosotros mismos y nos estimula a entrar en el propio pasado y contemplar desde ahí los fundamentos —corregidos luego o no–—sobre los que hemos ido haciendo la vida. Como decir Monfragüe, el paisaje que nos respalda y persiste en cada uno.
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Autor: Javier Morales. Título: Monfragüe. Editorial: Tres Hermanas. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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