Se cumple un siglo del desembarco de Alhucemas, sin duda la operación anfibia más ambiciosa de la España contemporánea. Su ejecución permitió cerrar la pesadilla en que se había convertido la Guerra de Marruecos, tras desastres impresos en la carne y en la memoria del país como el Barranco del Lobo o Annual.
En este making of Roberto Muñoz Bolaños explica cómo escribió Alhucemas 1925 (Desperta Ferro).
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Ante el inminente centenario del desembargo de Alhucemas, que se acaba de cumplir este pasado 8 de agosto, la editorial Desperta Ferro Ediciones y yo planteamos la publicación de un libro, Alhucemas 1925: El desembargo que decidió la Guerra de Marruecos, que desde el primer momento se concibió con un objetivo principal: superar una laguna que existía en la historiografía española, un siglo después. Hasta ahora, las diferentes obras que habían abordado esta operación se habían centrado única y exclusivamente en el desembarco sobre la célebre bahía, estableciendo una relación sin solución de continuidad entre el éxito de esta acción bélica y la derrota del líder rifeño Abd-el-Krim y el fin de la Guerra de Marruecos. Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos fue más complejo y poliédrico.
Para responder a la primera, partimos por definir el concepto de “asalto anfibio”, el tipo de operación que se desarrolló en Alhucemas, y de las fases en que se estructura esta acción bélica. Sobre esta idea, desarrollamos una de las tesis sobre las que se articula nuestra obra: el desembarco de Alhucemas no fue una acción en sí misma, sino un episodio más dentro de esta operación de mayor envergadura, dividida en seis fases, explicadas con detalle como un todo: planificación y preparación, operaciones previas, desplazamiento hasta el objetivo, desembarco, consolidación y explotación. Es más, el éxito del desembarco no aseguraba el del conjunto de esta operación, tal como había ocurrido en Galípoli en 1915. Para alcanzar la victoria sobre el líder rifeño era necesario que también triunfasen, como así ocurrió, las subsiguientes fases de consolidación y explotación. En este análisis se incluye las características de cada una de ellas, con sus aspectos positivos y negativos; la composición y organización de las fuerzas participantes en el desembarco, el desarrollo de las operaciones en las de consolidación y explotación hasta la derrota de Abd-el-Krim. Esta es, sin duda, una de las grandes aportaciones de este libro.
La respuesta a la segunda pregunta supuso la ruptura de otro consenso existente en la historiografía española. Hasta ahora se vinculaba la idea de realizar un desembarco en Alhucemas para poner fin a la Guerra de Marruecos (1909-1927) y, más concretamente, a la rebelión de los Beni Urriaguel —la cabila de Abd-el-Krim—, cuyo territorio incluía parte de la bahía. Sin embargo, del estudio de la documentación existente hemos comprobado que esta operación era una vieja aspiración que se planteó por primera vez en 1890, décadas antes de la Guerra del Rif, cuando el entonces comandante Francisco Martín Arrué abordó la posibilidad de realizar un asalto anfibio en esta bahía, vinculándolo con la necesidad de potenciar la defensa de las Baleares y controlar el Mediterráneo occidental.
La respuesta a la tercera pregunta era tal vez el aspecto más complejo del libro, dado que para responderla tuvimos que dejar de entender el conflicto como un enfrentamiento exclusivamente bilateral e insertarlo en el contexto internacional del momento. Para ello utilizamos un conjunto de fuentes hasta ahora no manejadas en España, fundamentalmente alemanas, británicas y árabes. Esta documentación nos permitió explicar la República del Rif y el liderazgo de Abd-el-Krim no como consecuencia exclusivamente de la lucha contra España, sino como productos de dos momentos históricos, el «comunista» y el «wilsoniano» que abrieron una oleada de movimientos anticoloniales desde Corea hasta Marruecos. Igualmente, también permite desarrollar un conjunto de aspectos hasta ahora desconocidos, como el papel jugado por los desertores alemanes en el Ejército de Abd-el-Krim, especialmente en el empleo de la artillería y en la creación de una red telefónica; los distintos intentos de Abd-el-Krim de dotarse de una fuerza aérea para, entre otros objetivos, bombardear Málaga con gas mostaza, o los aliados que tuvo en Europa, los países hispanoamericanos, Estados Unidos o el mundo árabe. Esta contextualización no solo es otra de las grandes novedades de esta obra, sino que también permite explicar la relación entre el desembarco de Alhucemas y la derrota del líder rifeño, pues este último aspiraba a la independencia total del Rif, lo que le llevó a rechazar las condiciones ofrecidas por España y Francia para poner fin al conflicto por la vía negociadora incluso después de poner pie en las playas de Alhucemas. Esta negativa cercenó toda salida que no pasara por la solución militar, y supuso la puesta en marcha de la fase de explotación del asalto anfibio, que culminó con la derrota de Abd-el-Krim.
Junto a estas tres cuestiones claves también hemos respondido a otras, como una nueva interpretación del concepto de “africanista”. Si comparamos a los militares españoles que combatieron en Marruecos con los oficiales de los Ejércitos coloniales de otros países europeos o de Estados Unidos, vemos que no existen diferencias de comportamiento entre ellos, no son un producto exclusivo del Ejército de nuestro país.
Por tanto, y a modo de conclusión, Alhucemas 1925: El desembargo que decidió la Guerra de Marruecos no solo constituye el análisis más completo de las operaciones militares sobre Alhucemas, también permite comprender no solo las razones por las que España se vio implicada en la colonización de Marruecos, y por qué y cómo terminó este conflicto, constituyendo una aportación novedosa y en cierto modo revolucionaria para entender la historia de España en el siglo XX.
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Autor: Roberto Muñoz Bolaños. Título: Alhucemas 1925: El desembarco que decidió la Guerra de Marruecos. Editorial: Desperta Ferro. Venta: Todos tus libros.


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