Mientras los políticos y quienes les siguen a ciegas nos hacen revivir el lado más oscuro del siglo XX, ya hemos recorrido parte del XXI sin introducir en serio en la agenda política los temas que realmente importan. En su libro El fin del mundo tal y como lo conocemos (Planeta, 2017), la periodista Marta García Aller da un repaso a algunas de las claves que deberían fijar la agenda informativa y ser objeto de debate por nuestro bien. No es la única voz que nos avisa de lo que viene, hay miles, pero su exposición es tan clara que es más que recomendable darle un buen repaso.
El índice de este ensayo es una lista de temas que tienen pinta de acabarse: el trabajo, la acumulación de objetos, el dinero, los coches con conductor, la fotografía tal y como la entendemos hoy, las tiendas, los camellos (los que venden droga, no los otros), el petróleo, la conversación, el reloj biológico, la globalización, los idiomas, la jubilación y, por qué no, la muerte. Nótese que entre la lista no se encuentra la estupidez, que seguirá siendo seguramente lo que nos diferencie de las máquinas en el inminente futuro robotizado.
Todo esto se está acabando delante de nuestras narices mientras la gestión de lo público se limita a resolver discusiones de patio de colegio. El índice del libro pide a gritos priorizar temas como la educación, la investigación sanitaria, un cambio profundo del modelo económico o un análisis de los retos éticos a los que nos enfrentamos todos. Ahí es nada.
No es algo que la autora se saque de la manga, son tendencias que ya están aquí. Ahora el paro supera ampliamente el 20%, pero en breve tendremos que redefinir el propio concepto de trabajo. Hayas nacido en Málaga, Los Ángeles, Quito o Singapur, el problema te afectará por igual. Son datos que asustan, así que la tendencia general suele ser cambiar de tema, verlos como algo demasiado lejano y seguir con nuestras discusiones estériles. La caída puede ser brutal.
El mundo cambia a una velocidad inédita y, mientras las empresas no paran de hablar de transformación, digital y ética, los políticos prefieren evitar los retos evidentes que cambiarán nuestras vidas dentro de muy poco. Prefieren seguir arañando votos con argumentos simplistas que nos movilizan en la defensa de conceptos caducos. El discurso emocional se ha impuesto, domina la comunicación en casi todos los ámbitos y es muy efectivo porque, en el fondo, todos somos carne de Sálvame, pero, o nos paramos y recuperamos la racionalidad para afrontar lo que nos viene, o lo pasaremos mucho peor de lo que imaginamos.
Que se acabe el mundo tal y como lo conocemos puede ser bueno o malo, pero es algo que hay que decidir ya.
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Título: El fin del mundo tal y como lo conocemos. Autor: Marta García Aller. Editorial: Planeta. Venta: Amazon
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