Lola Herrera regresa los escenarios de Torrelavega (Cantabria) para abrir el Festival de Invierno con Adictos: Jugando a ser dioses, pero también para recibir el premio Duende Zahorí como reconocimiento a una extensa carrera teatral que, asegura, es el motor de su vida.
En una entrevista telefónica con Efe, Lola Herrera (Valladolid, 1935) asegura que esta obra, que se representará el sábado 13 de enero, y el teatro en general son «una buena plataforma para reflexionar y para hacernos pensar un poco sobre el mundo en el que estamos». Y eso es lo que transmite Lola Herrera a través de Estela Anderson, cuando descubre que el proyecto en el que lleva años trabajando de forma apasionada para mejorar la vida de las personas va a ser utilizado en contra de la humanidad, porque sus logros han caído en malas manos. «El progreso es absolutamente imprescindible e imparable, pero tenemos que contar con quienes lo van a utilizar de manera perniciosa. Es una vergüenza que ahora mismo haya dos guerras en el mundo y que tanta gente muera de hambre siendo víctimas de esos poderes», explica la actriz. Por eso considera que, pese a todos los problemas, «la democracia es el mejor sistema», en el que todos los ciudadanos pueden «aportar algo reflexionando y cuestionando, sobre todo a la hora de votar. Es muy importante saber a quién das tu confianza y cómo se la puedes quitar, porque hay momentos en que toda la ciudadanía deberíamos votar en blanco por descontento», considera.
A sus 88 años no cree que se pueda llegar a sustituir al ser humano por algún tipo de Inteligencia Artificial (AI), «porque si perdemos la humanidad, ¿qué quedará de nosotros?».
Actriz de una dilatada carrera, asegura que todavía no piensa dejar la interpretación «porque es mi corazón, es por lo que late todos los días. Nunca pensé que ser actriz iba a ser algo tan significativo en mi vida. Trabajar en el teatro exige dejar de ser tú para ser otra persona, es un ejercicio que aprendí no sé ni cómo, pero me ha dado vida, y ahora con más razón», dice. Durante su carrera ha recibido infinidad de premios —el último será el Duende Zahorí—, hasta el punto de reconocer que en los últimos años «esto es ya un aluvión de reconocimientos». «Me siento muy halagada, sobrepasada, hasta me da un poco de apuro», afirma.
Y en esa trayectoria ha actuado en la ciudad con varias giras, logrando una conexión especial con el público de Torrelavega, donde, dice, se siente «muy querida», porque «con todas ellas he llevado el teatro a domicilio. Mi felicidad es subirme al escenario y poder comunicarme con el público».
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