Nació como una suerte de experimento de escritura a cuatro manos de una pareja de novelista negro y poeta, sobrevivió a la pandemia y ahora, con su tercera entrega, la inspectora Manuela Mauri se ha ganado su consolidación definitiva abriendo las puertas a todo un botín de historias por venir.
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—¿Cuándo y cómo se dan cuenta de que van a escribir La innombrable?
—LORENZO SILVA (LS): Son dos las chispas. Por un lado, cuando sacamos Si esto es una mujer, la primera novela, nos encontramos con que el personaje era bien recibido y se ganaba a los lectores. Nos planteamos entonces contar al menos dos historias más para tratar de ver si Mauri se consolidaba. Nació como un personaje en uno de mis cuentos y no estábamos seguros de su potencial. Mi experiencia con Bevilacqua es que un protagonista de ficción se gana su continuidad en la tercera entrega. Parece que Mauri también lo ha conseguido. La segunda chispa tiene que ver con el hecho de que esta saga busque siempre inspirarse en un crimen real que no ficcionamos, cuidado, más bien nos interesan los móviles. En esta ocasión, la idea prendió cuando supimos hace once años de la terrible noticia de la trama de prostitución de menores tutelada en Palma de Mallorca. Porque la normalización de la prostitución deja un río revuelto en el que pescadores sin escrúpulos se llevan por delante vidas humanas.
—NOEMÍ TRUJILLO (NS): Cuando pienso en un nuevo libro de Manuela Mauri, no olvido que es marca de la casa incluir un homenaje a un escritor del siglo XX. En la primera entrega, Si esto es una mujer, honramos al antifascista italiano y superviviente del Holocausto Primo Levi. En la segunda, La forja de una rebelde, al republicano exiliado español Arturo Barea. Hay un camino en nuestros homenajes y pensamos mucho quién podía recoger el testigo en esta tercera parte. El elegido fue el irlandés Samuel Beckett, quien luchó con la Resistencia francesa durante la II Guerra Mundial, aunque advierto que la novela suya a la que alude el título de la nuestra, El innombrable, es dificilísima. Si hubo, como nos dijeron, quienes leyeron a Levi o a Barea por nuestros libros, esta vez van a encontrarse con un hueso duro de roer. También le digo que en la cuarta novela de Manuela Mauri, que ya está prevista, no sabemos si continuaremos estos homenajes.
—Después de tres novelas, ¿lo de escribir a cuatro manos ya les sale solo? ¿Cuál es su método?
—NT: Llevan cinco años haciéndonos esa pregunta y me sigue encantando contestarla. Nada es más bonito que hablar del proceso creativo, que siempre es lo más interesante del trabajo de escribir. ¿Cómo lo hacemos para escribir a cuatro manos? No somos los primeros ni seremos los últimos. Y cada pareja tiene su método. Algunos lo preparan todo al detalle y se dividen estrictamente el trabajo. Nosotros no. Y cada uno de estos tres libros lo hemos escrito de una manera. En realidad, no tenemos método, sino más bien una actitud: saber ser humildes cuando el otro plantea una idea mejor que la tuya. Y su contraparte: saber ser valiente cuando crees que tu idea es mejor y debes defenderla.
—LS: ¡Algo de método sí tenemos! Ja, ja, ja. Siempre nos aseguramos de que el motor de la realidad que nos mueve sea el mismo para ambos y a partir de ahí construimos la ficción después de pensar bien la evolución del personaje dentro de una investigación concreta. También reflexionamos acerca de cómo trabajar la referencia literaria, que en esta saga suele tener que ver con la deshumanización del otro. Todos los totalitarismos se basan en esa misma idea. Y también las dinámicas criminales, como aquí las menores explotadas. Por último, con la historia ya desarrollada, escribimos cada uno más o menos la mitad del texto según lo que cada cual pueda aportar mejor. Una de las cosas que más me ha gratificado de esta saga es escribir ideas originales de Noemí.
—No encontramos aquí a la inspectora Manuela Mauri en su mejor momento… ¿No han sentido en ningún momento la sensación de estar siendo demasiado crueles con ella?
—NT: Después de cinco años acompañando a Manuela Mauri, yo diría que es mi personaje de ficción con más entidad. Y tiene cosas tanto de Lorenzo como mías. Siempre tiene la moral alta, como él. Y luego, no le gusta planchar y es madre, como yo.
—LS: ¡A mí sí me gusta planchar!
—NT: ¡Es verdad! Ja, ja, ja. En fin, esta última novela puede entenderse, de hecho, como la historia que una madre le cuenta a su hijo. Y no pienso que hayamos sido crueles con ella, pero sí le digo que hemos apostado por hablar sin tapujos del cuerpo y de la enfermedad. En la tradición clásica de la novela negra a veces parece que los detectives no tienen cuerpo, no enferman. No te imaginas a Sherlock Holmes en el urólogo. Beber sí que beben, sin embargo, sin parar. Nuestros personajes, sin embargo, no son invulnerables. Y Manuela ha sufrido problemas de salud mental, ginecológicos… o el más serio que le golpea en este tercer libro y que le hace replanteárselo todo. Nosotros hacemos novelas de personajes, no true crime.
—Ahora que citan el true crime, ¿qué opinan de la polémica reciente sobre el desprecio que denuncia el entorno de las víctimas en las producciones de este género, como en el caso de los crímenes de Asunta o de Gabriel Cruz?
—LS: La perversión principal que ha originado este debate es la conversión en espectáculo del dolor ajeno con nombres y apellidos. Yo tengo muchas reservas éticas al respecto de esa trivialización. Por eso nosotros partimos de historias reales, pero tomando todas las distancias y precauciones necesarias. Cambiamos lugares, caracteres de las víctimas… Lo que nos interesa son los motivos criminales. Somos conscientes del dolor que rodea estas historias, que siempre cuenta con nuestro respeto. A mí llegaron a ofrecerme escribir sobre el asesino de la baraja en términos que no me gustaron nada, y me negué.
—NT: No podemos cometer el error de meterlo todo en el mismo saco. Lo audiovisual es una cosa y la literatura otra. Nosotros nunca reproducimos los detalles de un caso real, pero sí nos inspiramos en la realidad. Soy poeta, me gusta mucho Lorca y recuerdo cómo se inspiró en un crimen real para escribir Bodas de sangre. Podemos decir que nosotros usamos el «método Lorca». Nuestra víctima lo es en realidad del sistema prostitucional español.
—La enmienda a la prostitución es aquí a la totalidad. ¿En el futuro sólo cabe su abolición, como dice la propia Manuela Mauri?
—NT: Yo, como Manuela Mauri, soy abolicionista. ¿Por qué somos tan condescendientes con la prostitución? La sociedad española necesita hablar seriamente de esto. Los escándalos de prostitución de menores tutelados se multiplican en Baleares, Canarias, Asturias… ¿De verdad vamos a asumir como sociedad esto? ¿No somos capaces de hacer nada? La trata no para de subir, según los informes oficiales. ¿Nos da igual todo esto?
—Aquellos que defienden la legalización del llamado oficio más antiguo del mundo, entre ellos algunas asociaciones de prostitutas, alegan que nunca desaparecerá, debido al carácter de la sexualidad masculina, y creen que la prohibición desprotegerá aún más a estas mujeres.
—NT: No estoy de acuerdo. Para mí la prostitución no se puede legalizar, porque no es un trabajo.
—LS: Noemí lo tiene claro desde siempre. Yo debo reconocer que he hecho un viaje en este asunto. Siempre me pareció que la prostitución era una actividad que partía de una situación de indefensión de la persona prostituida. Mujeres traficadas, menores o vulnerables socioeconómicamente. Ese arquetipo de la mujer empoderada que ejerce la prostitución es posible pero residual. Siempre me pareció una actividad socialmente indeseable que la ley debía dificultar, pero dudaba acerca de cómo dificultarla. ¿Si prohíbes la prostitución de forma extrema se la entregas, como la heroína, a las redes criminales? Eso me hacía dudar, pero me sacó de dudas comprobar las experiencias de otros países. En Suecia o Francia la prostitución es un delito penado y ha bajado radicalmente la prostitución. El río es más pequeño. La versión opuesta es Alemania, donde la prostitución es legal, hay tarifa plana, te regalan el bocadillo, etc. ¿Qué ha ocurrido? La prostitución y el tráfico de mujeres has aumentado de forma descomunal. La prostitución es un mal socialmente indeseable y hay que estorbarla con decisión.
Si un hombre o una mujer deciden ejercer voluntariamente la prostitución, ¿se lo prohibimos porque Noemí tiene claro desde siempre que no es un trabajo, o porque Lorenzo considera (supongo que después de haber consultado estudios y estadísticas) que la mujer empoderada que decide prostituirse es un arquetipo, posible pero residual? ¿Ignoramos la opinión de las mujeres que forman parte de asociaciones de prostitutas, prohibimos la prostitución y las salvamos de sí mismas? ¿Y estos dos escriben novela negra? Parece que ya no hay matices ni claroscuros, que todo es blanco o negro, bueno o malo. Da un poco de vergüenza ajena ver en qué manos (en las de este par y en las de otros reconocidos cantamañanas que andan publicando por ahí) ha caído una corriente literaria en la que se escriben las obras inolvidables de grandes escritores como Dashiell Hammett, Jim Thompson, Charles Williams, Chester Himes o Fernando González Ledesma.
Escritores hombres y de otro tiempo. Yo no tengo que parecerme a ellos. El escritor contemporáneo se enfrenta a otros retos. Y Sí,
@vilasilva y yo escribimos novela negra. Nos interesa algo de lo que no se habla: la muerte de prostitutas en nuestro país. ¿Cómo mueren? ¿Quién o quiénes son los responsables de esas muertes? ¿Podrían evitarse? Son preguntas incómodas, pero la literatura permite formularlas.
Todo falso. Ni en Suecia ni en Francia se ha reducido el trabajo sexual. Informaros mejor de lo que es la abolición, es violencia hacia las trabajadoras sexuales, muchas han muerto por culpa de estas leyes. El trabajo sexual SÍ es trabajo y lo que piden las trabajadoras sexuales es tener derechos.
Tengo claro lo que es la abolición, por eso la defiendo. Es la postura que busca sancionar a «clientes» y proxenetas y ofrecer a las mujeres que se encuentran dentro del sistema prostitucional una salida para reintegrarse en la sociedad. El fracaso de los sistemas regulacionistas en Europa es evidente y allí donde se ha implantando las «trabajadoras sexuales» no han conseguido ni regularizar su situación ni conseguir derechos. Cuando hablamos de prostitución todo está rodeado de mentiras y de mitos, de eso va «La innombrable».
Usarás mucho tu ese trabajo
Contra la trata, siempre. Contra el maltrato y el abuso en cualquiera de sus manifestaciones, siempre. También a favor de dar ayudas y otras opciones laborales a las mujeres que quieren dejar de prostituirse, de crear una red de apoyo y acompañamiento. Pero un par de consideraciones:
Seguirá habiendo mujeres que se prostituyen por decisión propia, es inevitable, y me pregunto , no solo quienes somos nosotros para impedírselo, sino ¿qué tiene eso de malo? ¿Por qué «vender tu cuerpo» para cargar bultos en el puerto es un oficio respetable y hacerlo para dar placer a otro, no? El ser humano oferce su cuerpo a cambio de dinero en multitud de trabajos, ¿por qué solo se considera una aberración cuando es para dar placer? Yo creo que es una herencia cultural religiosa, de tiempos en los que el control sobre la mujer era absoluto, y más sobre su actividad sexual ¿No debería ser la «mirada pecaminosa» lo que deberíamos cambiar?
De hecho, ya lo hacemos, estamos rodeados de mujeres que utilizan el sexo ( o su versión respetable: el matrimonio) para progresar económicamente, socialmente, laboralmente, para hacerse famosas…, es decir, para conseguir todo lo que no conseguirían por sí mismas si no estuvieran casadas, o no tuvieran sexo, con quien lo están. Y se acepta, y nadie pide abolir esa práctica.
Me parece, Luisa, que confundes las cosas. El abolicionismo defiende que el cuerpo de las mujeres no puede ser considerado una mercancía. Podría extenderme mucho más en la respuesta, pero no creo que sea necesario. Cada cual creerá lo que quiera creer y leerá los libros que se ajusten a sus preferencias. Lo bonito de la lectura es que no se impone, el lector tiene libertad total para elegir lo que le interesa y lo que no. Puede que tú no compartas el punto de partida de «La innombrable», otros lectores sí lo harán.
Sra Noemí Trujillo y Sr Lorenzo Silva:
Vaya por delante mí rechazo a la palabra prostitución cualquiera que sea el ámbito en que se realice tal actividad, sexo, negocios u otra situación.
Para mí, que pienso que el sexo tiene que partir del amor, me produce repugnancia solo pensar en semejante acto con un desconocido, hace falta tener estómago.
Pero como soy un espíritu libre, considero que la mujer tiene derecho a hacer lo que desee con su cuerpo, igual que la gente toma drogas que son dañinas, si una mujer quiere vender su cuerpo, debe de ser libre.
Pienso que hay mujeres que no tienen otra salida que prostituirse, como es el caso de los travestis, lbueno no sé si son hombres o mujeres, también algunas dicen que se gana más dinero que fregando escaleras y otras pueden ser de alta cuna y de baja cama como cantaba Cecilia o, por sexo fuerte o cómo se llame,la protagonista de Belle de Jour.
También, algunas, hacen una labor de tener sexo con un hombre deforme que no tendría ninguna oportunidad con mujeres no profesionales.
La prostitución es el oficio más viejo del mundo, y no me he inventado la frase, pero un oficio es un trabajo, y qué trabajo!
Luego, por esa parte las prostitutas deben tener remuneración y cobrar mucho dinero a los hombres que requieran sus servicios .
Pero también deberían estar controladas médicamente por riesgo de enfermedades contagiosas y maltrato físico.
Y deberían cotizar a la Seguridad Social.
Creo que jamás se erradicará tal oficio por mucho que se empeñen los defensores de la moral y buenas costumbres y la pretendida humillación de las mujeres. Algunas sí son humilladas por eso deben tener vigilancia.
Por último digo que, haría cualquier trabajo menos ese, pero si mi familia tuviese hambre o tuviese que salvarlos y no encontrase algo decente, también barajaría la posibilidad.
Yo creo que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo porque la mayoría, en mayor o menor medida, nos prostituimos. O a ver quién va a levantarse a las 6 de la mañana para ir a un trabajo que aborrece, con jefes y compañeros que aborrece y gastar su vida en una causa en la que no cree, pero que no queda más remedio que tragar porque así es la cosa. A ver cuándo abolen eso.
Hola: No ha bajado la prostitución en Francia o Suecia, una parte se ha sumergido, y la otra se ha trasladado a Alemania o a España. No intenten poner puertas al campo, es imposible. Y no olviden la prostitución de pago mensual, esa de una mujer joven y generalmente de allende los mares con un anciano del que está “enamorada perdidamente”. Más vale tener algo regulado que sumergido en las tinieblas. Y no hablo de Alemania, tampoco es el modelo.