La escritora Juana Cortés Amunarriz creció viendo noticias sobre los atentados terroristas de ETA y se preguntó cómo afrontaría una llamada que le informara del secuestro de un ser querido, una situación con la que comienza su novela Los ausentes, en la que habla de cómo la violencia «envolvió todo».
Juana Cortés indica que eligió ambientar la historia en esa época porque fue cuando el derrumbe de ETA era más evidente después de que la banda terrorista rompiera el alto el fuego con el atentado de la T-4 en Madrid. En la novela, un día de ese 2007, y para demostrar su cuestionada fortaleza, ETA decide un nuevo golpe: el secuestro de un profesor de universidad. Cuando su mujer, Leire, recibe la llamada de la banda terrorista, siente cómo su mundo se resquebraja, pero decide hacer todo lo que esté en su mano para intentar salvar la vida de su marido, y toma un camino arriesgado e irreversible. Así, la historia plantea la posibilidad de que una persona corriente pueda hacer el mal arrastrada por la violencia terrorista, afirma Amunarriz. «No quería escribir tanto sobre ETA sino sobre hasta dónde está dispuesta a llegar una persona para salvar a un ser querido, de cómo una persona corriente se tiene que enfrentar a un mundo violento sin grandes medios y de cómo se transforma», señala la autora.
No obstante, el secuestro y los integrantes del comando etarra que lo lleva a cabo tuvieron al final mucho más espacio de lo que preveía la autora. Juana Cortés tampoco quería hablar de la venganza, indica, porque Leire no sabe qué ha pasado con su marido, y lo que se propone es intentar hacer algo para evitar su muerte. Pero «da la vuelta» a su papel de víctima y asume el uso de la violencia como respuesta a ETA. La escritora asegura que le interesa mucho el tema de la violencia porque, sostiene, «por desgracia está en todos los niveles, y cuando escarbas un poco sale por todas partes». Pero, agrega, «la violencia engendra violencia y lo que se consigue con violencia solo se mantiene con violencia». Y así concibió la historia como «una partida de ajedrez en la que alguien da un golpe en el tablero y todas las piezas se caen. Y llega un momento en que se cambian los papeles en los personajes, porque la violencia puede transformarlo todo», recalca la autora.
La esencia de Los ausentes estaba ya en un relato titulado «La mujer partida», que incluyó en un libro llamado Queridos niños, integrado por cuentos que tratan la infancia como un territorio «inhóspito», un territorio que también incorpora a la novela a través del acoso escolar que sufre otro de los protagonistas de la historia, un niño de 11 años que es hijo de un portavoz abertzale relacionado con ETA. Juana Cortés considera que en esa época de «descomposición» de ETA, en su final, «cada personaje intenta aferrarse a su tronco para seguir flotando: unos que dicen que hay que seguir adelante con la violencia, otros que se preguntan adónde van. Todas esas preguntas están latentes en la novela», indica.
La autora asegura que se necesita perspectiva para escribir sobre estos temas, y por eso cree que ahora hay novelas, documentales y series que dan una visión desde la perspectiva que da el paso del tiempo del terrorismo de ETA, algo que cree necesario ante el riesgo de que los jóvenes desconozcan el terrorismo etarra, lo que, dice, «asusta un poco, porque son hechos recientes». Pero cree que se debe a que estos hechos todavía no están contados «por la Historia» y que cuando se empiecen a contar, se recuperará» su memoria.
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