Con esta nueva colección inaugurada en Austral queremos dar visibilidad a las grandes obras de la literatura española del siglo XX. En Austral Imprescindibles incluiremos aquellas novelas españolas que ya forman parte de nuestra historia de la literatura. Nos referimos a aquellas novelas que tras su publicación alcanzaron una popularidad extraordinaria entre los lectores y fueron señaladas como obras excepcionales por la crítica. Novelas que ya forman parte de la historia de la literatura española del siglo XX, que se han leído generación tras generación. Creemos que estas obras merecen un lugar especial y destacado en Austral, y por eso hemos elaborado esta nueva colección de Imprescindibles muy cuidadosamente.
Las ilustraciones de cubierta, a cargo del ilustrador Òscar Medina, aportan al diseño de la colección una mirada vintage a la vez que contemporánea, acorde con la línea editorial que buscamos. Las ediciones con nuevos prólogos a cargo de autores o periodistas de actualidad aportan una mirada actual a su contenido.
La primera novela de nuestra selección fue, sin dudarlo, Nada, de Carmen Laforet, publicada en 1944, y ganadora del primer premio Nadal. Elvira Lindo, gran conocedora de la obra de la autora, nos elabora un nuevo prólogo. En él nos habla de la vida interior de la joven protagonista de la novela con la que tantos jóvenes se han sentido identificados a lo largo de generaciones: «los adolescentes tratan de encontrar su yo en cada historia que leen. No hay aventura literaria a la que una se preste en esos años si no se encuentra el estímulo de la identificación».
También describe a la autora como una chica de otro tiempo, joven, independiente, moderna, una extraña en esa España inmersa en una dictadura y una nueva escritora que vivía fuera de los círculos literarios de la época: «La mujer anacrónica no era en absoluto una hija de su tiempo, de tal manera que hubiera sido más comprendida en este presente nuestro» o «su carácter independiente, puro, reacio a las comidillas culturales, podría haberse movido en los márgenes, como a ella le gustaba…».
Y no podemos olvidar la sorpresa que causó que la ganadora del primer premio Nadal tan solo tuviera 23 años, y es que solo una chica tan joven podía ser la autora de esa nueva voz que renovara el asfixiante ambiente cultural que dejó la posguerra: «El jurado, fascinado por aquella extraña voz que contaba con pulso poético un presente que hasta el momento no había sido narrado, decidió guiarse por su olfato y concedió el premio a esta singular historia que resultó haber sido escrita por una mujer solo cinco años mayor que la protagonista de la novela».
Al contrario que ocurrió con Nada, publicada en la asfixiante España de la posguerra, La ciudad de los prodigios fue publicada en un momento histórico de renovación política, social, económica y cultural, en la Barcelona preolímpica de 1986. Aunque la historia de la novela transcurre en la misma Barcelona, pero un siglo atrás, la ciudad, en 1888, también estaba en plena fiebre de renovación de una Barcelona miserable que se preparaba para el gran evento de la Exposición Universal. La ciudad de los prodigios fue asociada al entusiasmo de esa futura Barcelona olímpica tal y como dice Sergio Vila-Sanjuán en el prólogo: «Como ocurre de tanto en tanto con unos pocos libros señalados, éste conectó con un estado de ánimo colectivo y trascendió el terreno literario para convertirse en un fenómeno social».
Novela de novelas, mezcla de lenguajes, voces, géneros, su estilo combina tradición con innovación vanguardista. Tiene un poco de novela picaresca, de intriga, de policíaca, e incluso histórica, y mucha ironía. Al gran trabajo de documentación que hizo el autor sobre la historia de la ciudad, hay que añadir el juego narrativo que le caracteriza al mezclar datos reales con datos inventados, combinando así realidad y ficción, y sobre todo humor, como dice el propio autor en una entrevista: «Uno sale de casa con el humor puesto… cuando uno se pone a escribir hay que mantener un poco la personalidad con la que uno vive.».
Como Carmen Laforet, Miguel Delibes era un joven de 30 años cuando en 1950 escribió El camino, y esa ya era su tercera novela, después de haber ganado también el Nadal. También como Carmen Laforet, Delibes era un joven desconocido que vivía al margen de los círculos literarios de la época: «Aquel Delibes vallisoletano, hombre de familia de aficiones campestres, no parecía alguien llamado a transformar ninguna escena literaria». Antes de escribir El camino se autoimpuso escribir una segunda novela perfecta tras el éxito de La sombra del ciprés es alargada, premiada con el Nadal. Dice Sergio del Molino en el prólogo que con El camino Delibes escribió una obra maestra: «Y como todas las obras maestras, su escritura es fruto de una paradoja que mezcla decisión e inconsciencia. Delibes sabe y no sabe lo que hace…» convirtiéndose en un gran éxito desde su aparición y un texto de referencia para varias generaciones.
Otro texto de referencia indiscutible es Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. De esta novela nos fascina su personaje principal, Alicia Gould. Su fuerte personalidad e inteligencia, su baile entre la cordura y la locura, nos atrapa desde la primera página: «El juego del narrador poco fiable siempre ha fascinado a la Literatura con mayúsculas, tal vez porque rompe ese pacto implícito entre escritor y lector». Igual de fascinante que la protagonista es el método de documentación que el autor llevó a cabo al internarse voluntariamente en un hospital psiquiátrico para vivir de primero mano el encierro: «Un cuerdo entre locos fingiendo ser un loco entre locos para escribir de una mujer que no sabemos si es loca o cuerda».
Testigo de la labor realizada por los médicos psiquiátricos, Luca de Tena les dedicó el libro: «Los renglones torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos. Unos hombres y unas mujeres ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo consiguen…».
Como dice la autora del prólogo de esta nueva edición, Eva García Sáenz de Urturi: «Algo tiene una novela cuando sobrevive a su autor, cuando ese rumor silencioso que son las recomendaciones lectoras permanece vivo cuatro décadas después de su publicación, cambiada la sociedad, cambiado el contexto, cambiado, en resumen, el mundo en el que vivió el escritor».
Esta novela, junto con Nada, El camino, o La ciudad de los prodigios, entre otras que iremos publicando en esta colección de Imprescindibles, forman parte de ese canon que ya podríamos llamar clásicos de la literatura española del siglo XX.
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