Los Instigadores, un inesperado y feliz regreso al policiaco ochentero

Entre ellos, una infrautilización de personajes secundarios interpretados por actores de clase A como Michael Stuhlbarg, Toby Jones o Alfred Molina, quienes no obstante sintonizan en unos segundos esa energía histérica de una producción a medio camino entre los hermanos Coen y Jerry Bruckheimer que pide la película. Los Instigadores es, en manos del realizador Doug Liman (recién salido de un triunfo de visionados en streaming, el remake de Road House en Amazon) un competente neo-noir cómico criminal que no tarda en derivar hacia un grato simulacro de películas de colegas como la nombrada arriba.

Liman rueda con precisión y elegancia (ojo a esas escenas nocturnas) y como un discípulo turboalimentado de Steven Soderbergh, las invernales aventuras criminales de dos desastrosos delincuentes. En apenas dos o tres secuencias y con una buena economía de medios narrativos (que remite precisamente a esas adaptaciones de Elmore Leonard que en algún momento rodó Soderbergh) la películas no mete en ambiente de una aventura policial muy, muy bien rodada por Liman, que se lleva toda la experiencia de El Caso Bourne a secuencias como esa espectacular persecución urbana a bordo de un BMW Serie 3 capaz de reverdecer, sin que nadie se lo hubiera pedido o esperado, este tipo de escenas de acción largamente olvidadas.

La química de Damon y Affleck es ejemplar. Sin llegar a suponer una reunión de viejos amigos entre Matt y Ben (relegado éste a la producción a través de la productora creada por ambos, Equity), su hermano Casey consigue compenetrarse a las mil maravillas con la habitual honestidad de americano medio de Damon. Con humor y franqueza ambos componen la más desequilibrada relación de forzada amistad que pueda recordarse en un film de acción más o menos reciente, ayudándose de unos diálogos capaces de sostener el interés del invento.

El lado negativo, ese aspecto de sátira política que nunca llega a cristalizar y la impresión de que todo se trata de un extraordinario despliegue de medios malgastado en pos de un homenaje a un tipo de cine largamente olvidado ya. Con una estética más setentera que ochentera pero un profundo conocimiento de la fórmula que dio vida al cine que en su momento cultivaron Martin Brest, Richard Donner o John Badham, Los Instigadores es uno de las más inesperados, bonitos y mejor rodados regalos para el nostálgico de aquellos (mejores) tiempos.