Los libros infantiles del escritor británico Roald Dahl, de los que han sido modificados algunos párrafos para no herir sensibilidades, no serán retocados en sus ediciones en español, tanto en España como en Latinoamérica, han informado fuentes de la editorial Alfaguara, que tiene los derechos en habla hispana.
«Tras conversaciones con la Roald Dahl Society Company, Alfaguara Infantil y Juvenil mantendrá sus ediciones con los textos clásicos del autor sin modificar sus publicaciones en castellano”, han indicado a EFE fuentes de la editorial.
En inglés, la revisión ha implicado la eliminación de referencias consideradas polémicas en torno al peso o la apariencia física de los personajes (erradicando adjetivos como «gordo» o «feo»), a la salud mental, a la violencia, al género y la raza en las historias del autor de libros como Charlie y la fábrica de chocolate, Las brujas o Matilda.
La polémica no se hizo esperar y sobre el asunto se ha pronunciado incluso el primer ministro británico, Rishi Sunak, quien ha criticado la medida a través de un portavoz oficial: «Es importante que las obras de literatura y los trabajos de ficción se preserven y no se editen». «Siempre hemos defendido el derecho al libre discurso y expresión», observó.
También el autor Salman Rushdie, que fue apuñalado el pasado agosto por un fanático musulmán tras ser hace años condenado a muerte por el régimen de Irán tras la publicación de la novela Versos Satánicos, ha criticado en Twitter la medida y señala que aunque Roald Dahl no era «ningún ángel», esto es una «censura absurda”.
Así, la familia del Roald Dahl pidió a finales de 2020 disculpas públicamente por las declaraciones antisemitas que éste expresó durante su vida, «por el daño duradero y comprensible que causaron». Dahl hizo numerosos comentarios antisemitas a lo largo de su vida, como en una entrevista con la revista The New Statesman en 1983, cuando dijo que «hay un rasgo en el carácter judío que provoca animosidad, quizá sea una especie de falta de generosidad con los no judíos». «Siempre hay una razón para que broten los anti-algo. Hasta un canalla como Hitler no los acosó sin razón», dijo.
No es la primera ocasión en la que se plantea el debate sobre la posible modificación o prohibición de antiguos libros de literatura infantil y juvenil, como ocurrió en 2021 con la quema de casi 5.000 libros en escuelas de Canadá, entre ellos cómics de Tintín, Astérix y Lucky Luke, por considerar que propagaban estereotipos sobre los indígenas.
Los cómics de Astérix han experimentado modificaciones en la representación de personajes negros (rebajando el color y el tamaño de sus enormes labios rojos) al ser reeditados en EE UU en 2020, según afirmó la editorial Papercutz. Y Tintín en el Congo fue llevado a los tribunales en Bélgica por un ciudadano congoleño que reclamó, sin éxito, restricciones a la distribución de la obra.
También ante la queja de lectores de ¿Donde está Wally?, del británico Martin Handford, por una de las imágenes de finales de la década de los 80 en la que aparecía una mujer en la playa en topless, años después la edición de 1997 fue cambiada y ya en ella la señora lucía un vistoso corpiño.
Fue corregida asimismo la célebre saga literaria Los Cinco, de Enid Blyton, en la que se retiraron expresiones racistas y sexistas para adaptarse a las nuevas generaciones de lectores.
En esta línea han surgido personajes como un príncipe rosa, un lobo no feroz o una bruja rubia como una deconstrucción de los cuentos tradicionales.
En 2019, las autoridades de Turquía consideraron «obsceno» y solo apto para mayores de 18 años el libro infantil Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, un superventas internacional, de las autoras italianas Francesca Cavallo y Elena Favilli, una colección de cien biografías de mujeres históricas, desde Cleopatra hasta Malala Yusufzai, pasando por Coco Chanel y Frida Kahlo.
Ese año también medio millar de libros fueron «cuestionados» en las bibliotecas, escuelas y universidades de Estados Unidos, una censura de la que no se libró ni la saga de Harry Potter.
El humorista y escritor infantil Miguel López, conocido como El Hematocrítico, indica en declaraciones a EFE que a él no le gustaría que alguien en el futuro modificara sus palabras por las razones que fueran: «No me importaría que hubiera una explicación que dijera en el futuro, por ejemplo, que en mis libros los animales hablaban porque se permitía». «Modificar el cuerpo de la obra es una política que se repite de vez en cuando. Cuando se reestrenó ET le quitaron las pistolas a los policías digitalmente. Es algo muy jugoso porque vivimos en una guerra cultural perpetuamente»», dice López, que señala que la obra de Dahl «mucha veces es áspera y dura» lo que intenta es «impactar».
Tal como están las cosas, los únicos por los que siento algún interés son los escritores cancelados.