En lo alto de una montaña, oculto tras una ruta de difícil acceso y habitado por miembros de una única familia, se alza un pueblo que es todo secretos: Vrësno. Allí regresa una de sus hijas pródigas, Stanis Otief, con una guitarra colgada al hombro y el deseo de saber qué ocurrió con sus padres, en la actualidad desaparecidos.
La autora de Vrësno, Carolina Sarmiento, cuenta en este making of el origen de una novela que es un viaje al interior de la propia protagonista y que también es una vindicación de uno de los instintos más arraigados en el ser humano: la llamada de la naturaleza salvaje.
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Dicen que Vrësno no existe, pero Stanis Otief asegura que sí. Yo no sé si creerla, así que la acompaño en su confesión. Mantiene que es inocente. Duda si enviar su escrito a la policía, para que sean ellos quienes investiguen la desaparición de sus padres, para que sean ellos quienes suban a la montaña de Vrësno y se enfrenten a los Zalea. Pero de momento soy yo quien la ayudo a detallar a fogonazos sus sentimientos contradictorios, culpabilidad contra independencia. Indago en la extrañeza que le provocan sus padres, de los que apenas sabe nada. A base de exprimirme los hígados voy sacando de su memoria cualquier detalle que demuestre que ese pueblo maldito es real y que la leyenda negra que pesa sobre sus habitantes no es un cuento. Digo maldito porque desde el primer capítulo su montaña me llama como el aullido de un lobo. Durante mucho tiempo la novela se tituló Montaña animal. Así la sentía. Me obsesiono con la atracción de las cumbres, con nuestro deseo de habitarlas y encontrar en ellas su inspiración. Sé que esa obsesión puede llevarte al precipicio y a él nos asomamos juntas. La historia empieza a oscurecerse, al misterio se suma un incipiente terror. Pido un permiso sin sueldo para escribir esta historia, necesito todo el tiempo, toda la concentración. Trualla y Cozul son los primeros pueblos del periplo de la memoria de Stanis Otief. Así la llama su madre en honor a su escritor idolatrado. Otra obsesión que acompaña a mi protagonista, quien de adulta, a través de sus canciones, extenderá sin saberlo el amargor de la leyenda de Vrësno. Incorporo a su relato fragmentos de las cartas que sus seguidores le escriben. En ellas le hablan del abismo que provocan sus letras. Esos fragmentos dividen los capítulos, capítulos de marcan las etapas del viaje vital de Stanis: Trualla, Cozul, Vrësno, Méligo. Escribo como si yo también fuera letrista, con delicadeza por cada frase para que esta logre captar lo invisible. Sin saberlo estoy metiéndome en la piel del creador tocado por la obra, metida en la piel de Stanis escucho a Nick Drake en bucle, también a Nacho Vegas, a Antonio Vega. Me fascina su capacidad para erizar la piel. La poesía cantada puede ser el culmen de la literatura y la oralidad su vía idónea. Me gustaría que esta historia fuera contada por un trovador y su laúd y que su público dude si lo que cuenta es cierto, que ponga en interrogantes la verdad de la ficción, que se lleven el cuento en su mente y que ocupe sus pesadillas. ¿Existe Vrësno? ¿Existen los Zalea? ¿Cuánta verdad hay en las leyendas? ¿Hasta dónde queremos creer? ¿Es peligrosa la ficción? Al terror, a lo negro, se suma la fantasía. Hace ocho años que me ronda la historia. La reescribo y la engrueso. Son capas de misterio que van creciendo en angustia, desasosiego y negritud. Stanis espera la contestación de sus padres. Stanis no se atreve a viajar hasta Vrësno porque sabe que es difícil escapar de su montaña. Para mí también fue difícil escapar y creo que quien emprenda este viaje se verá atrapado. Porque los Zalea esconden algo. Su misterio es magnético. Ya verán.
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Autora: Carolina Sarmiento. Título: Vrësno. Editorial: Pez de Plata. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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