La monumental novela Los miserables, por encima incluso de Nuestra Señora de París, es la obra más famosa y popular de Víctor Hugo, novelista, poeta y político, a quien los franceses consideran, por aclamación pública, el más nacional y laureado de sus hombres de letras. Pero Los miserables también es, sin discusión, una de las importantes novelas escritas en el siglo XIX. Historia larga, prolija, fascinante, narrada en la más limpia tradición del folletín clásico, la novela cuenta la historia de Jean Valjean, sentenciado a prisión por robar un pan, de la desdichada Fantine y su hija Cosette, y del implacable perseguidor de Valjean, el despiadado comisario Javert, en una sucesión de aventuras, adversidades y lances conmovedores. Publicada con enorme éxito en 1862, animada con un fuerte contenido social que en su momento electrizó a los lectores, Los miserables es también una novela histórica extraordinariamente ambiciosa, que recorre en sus páginas la Francia post-napoleónica, las revoluciones de 1830 y 1848 y el Segundo Imperio de Napoleón III.
Víctor Hugo, nacido en 1802, hijo de un general del ejército napoleónico que se distinguió combatiendo en la guerra de España, no podía ser insensible a los hechos de armas que jalonaron su infancia. Una muestra elocuente de ello es su conocido poema Expiación (1853) en el que glosa las diversas etapas de la caída de Napoleón Bonaparte, desde la desastrosa campaña de Rusia hasta la derrota de Waterloo:
Waterloo, Waterloo, melancólica llanura (…)
La pálida muerte mezclaba batallones de sombras.
Sin embargo, cuando escribió el poema Victor Hugo aún no había visitado el campo de batalla donde Napoleón fue derrotado por británicos y prusianos en 1815. No estaría allí hasta una visita que hizo a Bélgica en 1860, durante la que terminaría de escribir Los miserables. Y fue en esta novela, a partir del libro I de la segunda parte, donde Víctor Hugo introdujo un magnífico relato de la batalla de Waterloo, no siempre riguroso históricamente, pero extraordinario en lo narrativo, que habría de quedar como una de las más brillantes narraciones de aquel episodio bélico. Y en ella, como momento culminante, figura la legendaria carga de la caballería pesada francesa, que bajo el mando del mariscal Ney, el bravo entre los bravos, intentaría inútilmente quebrar la tenaz resistencia de los cuadros de infantería británica:
“Entonces se vio un espectáculo formidable. Toda aquella caballería, sables en alto, trompetas y estandartes al viento, formada en columna por divisiones, descendió en un mismo movimiento y como un solo hombre, con la precisión de un ariete de bronce que abriera una brecha, la colina de la Belle-Alliance, avanzó por el temible valle donde tantos hombres habían caído ya, desapareció entre el humo y después, saliendo de esa sombra, reapareció al otro lado del valle, siempre compacta y cerrada, subiendo al trote largo, a través de una nube de metralla que caía sobre ella, la espantosa pendiente embarrada de la meseta de Mont-Saint-Jean. Avanzaban los jinetes graves, amenazadores, imperturbables; en los intervalos de la mosquetería y artillería se oía su galopar colosal. Eran dos divisiones, eran dos columnas: la división Wathier iba a la derecha, la división Delord a la izquierda. Parecía ver alargarse hacia la meseta inmensas culebras de acero. Y eso atravesó la batalla como un prodigio”.
Esa caballería pesada o de línea francesa, cuya carga en Waterloo fue tan magistralmente descrita por Víctor Hugo, estaba compuesta en el momento del ataque por unos 5.000 jinetes, en su mayor parte coraceros. Éstos utilizaban como arma principal el sable-espada de caballería de línea modelo An XI y An XIII, una pesada e impresionante herramienta de guerra, de larga y fuerte hoja con guarnición de gavilanes, destinada a atacar al enemigo en masa de jinetes para romper sus formaciones. Por eso estos sables para caballería pesada eran de hoja recta, pues el golpe principal en la carga se daba de punta, a diferencia de los sables de la caballería ligera, que eran curvos para ser más efectivos al golpear de tajo en ataques rápidos, escaramuzas y persecución del enemigo desbaratado. Muchos de los oficiales de estos regimientos, autorizados a llevar armas de combate de más lujo que podían adquirir libremente a sus expensas, manejaban el sable-espada modelo 1784 llamado de Guarnición de Batalla (Garde de Bataille), cuya empuñadura, muy característica, tenía la elegante forma de una concha de Santiago calada. En el bando enemigo, la caballería de línea británica en Waterloo utilizaba el también impresionante modelo 1796 para caballería pesada. Todos estos sables de línea franceses y británicos habían sido ya mortalmente utilizados durante la guerra napoleónica en España.
Sable-espada de caballería de línea francés modelo An XIII
Ficha técnica
Fabricado en 1810. Guarnición de guardamano y tres gavilanes, puño con guarnición de piel y torzal con virola, monterilla de casquillo con muescas rematada en pequeño domo, galluelo de lengua corto y curvado hacia el lomo con cuño «Versailles» del fabricante Nicolas Boutet. Hoja recta y fuerte de 96 cm. con los dos clásicos vaceos en cada cara (96×3,5 cm.), filo corrido al exterior y punta alineada al lomo, punzones de Jean Georges Bick, controlador de primera clase, y del teniente coronel Claude Marion, inspector entre 1808 y 1811. Inscripción en lomo, casi borrada por el uso, donde se identifica marca Manufacture Imperiale de Klingenthal Colaux Fréres. Vaina de hierro con dos remaches laterales para fijación de boquilla, dos abrazaderas con anillas, batiente de cresta simétrico en forma de lira. Peso 2,7 kg (un jinete no podía mantenerlo en alto con firmeza más de 60 segundos). Es evolución del modelo de caballería de línea An IX, con hoja de 97,5 cm., que tenía los planos de la hoja sin vaceos. En 1800, la Comisión de Armas de Fuego y Armas Blancas decidió sustituir el sable modelo 1784, adoptando un nuevo modelo de sable unificado para la caballería y los dragones. Nació así el modelo An IX, de hoja plana de 97,42 cm., con vaina de cuero y latón para los dragones y de hierro para la caballería, del que se fabricaron 15.199 ejemplares, que no gustó por ser de hoja demasiado pesada, propensa a romperse y poco fiable, y también de vaina frágil, que se deformaba con facilidad y bloqueaba el arma. Hubo numerosas quejas de oficiales, y por eso fue modificado en el modelo An XI (1803). En 1810, fecha de fabricación de este ejemplar, los catorce regimientos imperiales de coraceros estaban ya todos provistos del modelo An XI y empezaban a recibir también el modelo An XIII, que es el An XI con mínimas modificaciones. Este sable-espada fue el clásico de la caballería pesada, y protagonizó todas las campañas napoleónicas entre 1810 y 1815 en manos de coraceros, carabineros y granaderos de la Guardia en las guerras del Imperio. Fabricado sin interrupción entre 1808 y 1817 hasta totalizar 54.640 ejemplares, coexistió con otros sables posteriores, como los modelos 1816 y 1822, manteniéndose en servicio hasta 1855.
Sable-espada de oficial francés modelo 1784 con Garde de Bataille
Ficha técnica
Guarnición de latón Garde de Bataille con concha de Santiago calada, cuatro gavilanes en S que se unen separadamente al guardamano, monterilla de casquillo, puño de madera forrado en piel y torzal de cobre. Hoja recta de lomo cuadrado y planos con característicos dobles vaceos, de 88,5 cm., filo corrido al exterior y punta asimétrica alineada con el lomo, sin marcas ni cuños. Vaina de hierro modelo An XIII con un tornillo para fijación de boquilla en su parte interior, marcada «K.R.6.3.45», dos abrazaderas con anillas, batiente de cresta simétrico. Peso 1,9 kg. Esta espada-sable con guarnición de batalla se inspiraba en un modelo germánico y fue empezada a utilizar en 1779, reglamentada por primera vez en 1782 y adjudicada a los oficiales de caballería y los dragones. En sus versiones de hoja recta y hoja ligeramente curva, con diversos adornos en la guarnición, con hoja de dobles vaceos o plana, el sable modelo 1784 con guarnición de batalla estuvo en servicio para oficiales de dragones, de granaderos a caballo y de coraceros durante la Revolución, el Consulado y el Imperio, hasta 1830. En las guerras napoleónicas, algunos oficiales de caballería mantuvieron este tipo de espada, con diversas modificaciones en la guarnición o vaina, pese a que a la tropa y a ellos se les dotó del modelo para caballería de línea An XIII; aunque los dragones conservaron en el nuevo sable su vaina de cuero y latón característica. En este caso, la vaina metálica modelo An XIII indica que se trata de un arma destinada a la dura vida en campaña y el combate.
Espada de caballería de línea británica modelo 1796
Ficha técnica
Empuñadura de hierro con monterilla redonda larga y orejas con pasador, puño guarnecido de piel, ojal para fiador en guardamano, virola y guarda de rombo con galluelo corto redondo y plano sobre plato redondo perforado, guías. Hoja recta y ancha de 88 cm. y lomo cuadrado, filo corrido al exterior, pala a doble filo y largo vaceo con marcas de control en un plano y lomo y marca “Osborne & Gunby” en el lomo. Vaina con dos abrazaderas estrechas y anillas, dos tornillos de fijación para la boquilla y marcas de fabricante “Osborne & Gunby Birm.m”. Peso 2 kg. Este sable fue creado, como el modelo 1796 para caballería ligera, por el mayor John Gaspard le Marchand (que había servido en el 2º Dragon Guards durante la campaña de Flandes 1793-1795), para contrarrestar los eficaces sables de caballería franceses. Para este modelo de caballería pesada, Le Marchant se inspiró en el sable de caballería de línea austríaco modelo 1769/65 “Pallasz”, ancho, robusto y efectivo. Se hizo un primer encargo al armero Henry Osborn (Birmingham, 1785-1849) de 3.000 sables para caballería ligera y pesada, al coste para el Ejército británico de 17 chelines por pieza. Posteriormente se hicieron encargos a otros fabricantes británicos, entre ellos Samuel Brunn, John Prosser y Durs Egg. Birmingham fue el centro principal de fabricación de espadas británicas durante las guerras napoleónicas, y la mayor parte de las marcas de fabricante de los ejemplares conocidos proviene de allí, aunque también hay algunos de Londres. Esta espada 1796 HC para caballería pesada estuvo presente en la guerra de la Independencia española y en Waterloo, y figura en el famoso cuadro de la carga del regimiento de los Scots Greys.
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