Suele uno ser ingrato con sus primeros cómplices. Al paso de los años, por lo visto, puede más el pudor que el déjà vu. Hablo de libros malos, y de hecho impresentables desde el primer instante, cuando sólo traerlos escondidos, debajo de la ropa o entre los otros libros, era ya chapotear en el luciferino … Sigue leyendo Los secuaces escabrosos
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