El pasado lunes 11 de mayo el gobierno de España estableció un punto de inflexión en las fases de la desescalada. El plan, con diferentes velocidades según la evolución de la pandemia en cada provincia, contemplaba la posibilidad de que algunos territorios pasarían a la fase 1. No es el caso de Madrid, que aún sigue en Fase 0. Hemos charlado con José Alberto Rodrigo, uno de los socios de la Librería Tercios Viejos, en Madrid. Esta joven librería con apenas dos años de vida, especializada en libros de historia, ha decidido abrir sus puertas. Nos cuentan su experiencia en estas extrañas semanas de pandemia:
—¿Cuándo cerrasteis y cuándo y cómo habéis abierto?
—Llevamos dos meses cerrados. Por eso finalmente hemos decidido abrir, a pesar del despiste generalizado que hay con las noticias contradictorias del gobierno, aunque eso sí, solo atendemos con cita previa (mail o teléfono) y cumpliendo con las normas de higiene y seguridad recomendadas.
—¿Cómo habéis encarado la desescalada?
—La desescalada es una incertidumbre, la verdad. No tenemos ni idea de qué va a pasar o cuáles van a ser las condiciones que van a exigir para tener abierto cuando se decida la admisión normal de público; y desde luego, en nuestro caso, nos olvidamos de momento de las presentaciones de libros o cualquier otro acto literario, que realmente eran nuestra seña de identidad como librería especializada.
—¿Cuál es vuestra opinión, como empresarios libreros, de la actuación del gobierno en vuestro sector?
—Vamos a ver. Lo primero es que se ha actuado tarde. El sector librería, dicho no solo por nosotros, sino por otros compañeros libreros de la Comunidad de Madrid, ha sido muy irregular en cuanto a actuación, con respuestas tardías por parte de editoriales, distribuidoras, etc. Las librerías, al ser el punto de contacto final con el comprador, así como su referencia de visibilidad, han reflejado, inevitablemente, toda esa cadena de desinformación y desconcierto. Lo segundo es que la información del Ministerio y demás administraciones ha sido y está siendo un caos. Tercios Viejos pertenece al Gremio de Libreros de Madrid y puedo decirte que prácticamente todos los días recibimos una o dos circulares del gabinete jurídico con rectificaciones o modificaciones sobre lo dicho o redactado el día anterior. La verdad es que es un despiste generalizado.
—¿Cómo se puede sobrevivir ante esta situación de descenso de la facturación?
—Pues intentando aguantar hasta donde se pueda. Nosotros somos una librería muy joven con apenas dos años de vida, y no tan al uso, pues somos librería especializada. Eso nos ha podido beneficiar, por un lado, aunque también perjudicar. La situación en nuestro caso es que la actividad está congelada. Me explico: no estamos generando beneficios, pero tampoco estamos generando pérdidas. Y creo que eso, tal y como están las cosas, es mucho decir. Somos afortunados.
—¿Hay algún secreto para alcanzar esa situación?
—No; aguantar. Y nosotros hemos podido hacerlo. Ha habido dos instrumentos que se han utilizado tarde y mal, siendo el primero el famoso crédito ICO. Nosotros no somos una librería grande, pero necesitamos ayuda, claro. Y fíjate. Todavía estamos acabando la tramitación que nos ha hecho el banco. Estamos hablando de que, con suerte, esta semana del 11 al 17 de mayo recibiremos el crédito ICO que se pidió a primeros de abril, o sea, mes y medio para recibir la ayuda. En segundo lugar, el ERTE. A ver. En nuestro caso, para la persona que trabaja en la librería (aunque preguntas y a todo el mundo le ha pasado lo mismo) se solicitó el ERTE, y han tardado dos meses en pagarle. Dado que hay una relación buena con el empleado, nos ofrecimos a ayudarle económicamente en caso de que lo necesitase y ya está. Pero tú imagínate en otras PYMES y en el sector de las librerías. Estar dos meses sin cobrar es casi andar moribundos. Por supuesto, en un negocio hay una serie de gastos fijos a los que no he hecho referencia (luz, agua, internet, alquiler…); en nuestro caso una vez más hemos tenido suerte porque pudimos negociar con el casero que nos alquila el local. Ha sido muy razonable y comprensivo con la situación y así podemos seguir adelante. Pero imagina los casos en los que no hayan podido tener tanta suerte.
—¿Cómo ha sido el descenso de las ventas de libros en el caso concreto de Tercios Viejos?
—Pues te doy una referencia clara: en una semana hemos vendido el mismo número de libros que antes vendíamos en un solo día. Una ruina, vamos.
—¿Qué medidas propondrías, como librero, para mejorar esta situación?
—Hay una serie de medidas; unas de tipo fiscal, más generales, podríamos decir, y otras más específicas del sector de las librerías. Nosotros estamos muy limitados a la hora de hacer descuentos y no puedes lanzarte tampoco a una guerra abierta de precios. Se tendría que liberalizar, o al menos dar mayor margen para poder jugar con precios y promociones. Por otro lado está el tema de la reducción del IVA de los libros, bien de manera transitoria, mientras dure este periodo de alarma, bien como medida para la recuperación de un sector que va a salir muy debilitado de ésto. Pero claro, el dislocado afán recaudatorio de este gobierno lo hace insensible a estas propuestas. El gobierno se ha quedado corto con el ICO. Y si esto se alarga… Uf, no quiero ni pensarlo. Mira, la Feria del Libro del Retiro, que suele ser un gran flotador salvavidas, se ha pospuesto, en principio, a octubre. Vamos a tener que sobrevivir todo el verano, una época realmente mala para ventas. Estoy dibujando un panorama sombrío, pero es el que hay.
—¿Qué opinas de que se declare al libro «como bien de primera necesidad, en línea con lo que está ocurriendo en otros países de nuestro entorno» (comunicado de la FGEE)?
—A eso te contestará primero el lector empedernido que soy (creo que no puedes tener un tipo de librería como Tercios Viejos si no eres un lector así), y desde luego esa declaración no haría sino reflejar una realidad social , pues para muchísimas personas, entre las que me cuento, el libro es, efectivamente, tan de primera necesidad como el pan o la bebida. En cuanto a mi visión como librero, creo que esa declaración de alguna manera motivaría el fomento de la lectura en un sector más amplio de la población, sobre todo entre gente joven. En nuestro caso, que vendemos sobre todo libros de Historia y Clásicos, el perfil de nuestros clientes oscila entre los 45-50 años en adelante. Una campaña de ese tipo despertaría, cuanto menos, curiosidad, y la curiosidad es siempre un buen comienzo. Yo además lo uniría a una fuerte campaña de márketing, porque el libro lo necesita. Me comentan del Gremio de Libreros que todos los años la Comunidad de Madrid pierde tres o cuatro librerías. Cerradas para siempre. Tal vez esa declaración del libro como bien de primera necesidad, igualando lecturas y comida, ayudaría a una mayor visibilidad del sector. “Libros hasta en la sopa”. O algo así. Sería una gran idea.
—¿Qué tipo de libros estáis vendiendo más ahora?
—Pues realmente nuestros clientes nos llaman buscando sobre todo las últimas novedades editoriales. Y es que hay bien poco, la verdad, porque las editoriales han estado prácticamente paradas. Tal vez de los libros que mejor encajan con nuestro perfil de fondo y de lector sean los de Zenda Aventuras, así que la publicación reciente de El misterio del Agua Azul (Beau Geste), nos ha venido fenomenal. De hecho, esta extraña situación nos ha convertido, de momento, en la única librería física de Madrid que ofrece esta novedad editorial de Zenda Aventuras. Estamos encantados con esa exclusividad.
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