Foto de portada: Tom Harrison
La primera vez que visité Londres me sorprendió que el Támesis —cuya imagen hasta entonces asociaba a la entradilla de las series inglesas de Thames TV en los 80— se movía con fuerza, con mucha fuerza. Desconocía entonces que era un río de mareas, como la mayoría de los londinenses. Ese flujo y reflujo de agua deja al descubierto barrizales llenos de piezas arqueológicas de siglos pasados, algunas incluso de miles de años de antigüedad. Pocos saben que en otoño se realiza un drenaje anual que permite cruzar desde Middlesex hasta Surrey sin mojarse los pies. Hace 440.000 años, donde ahora hay rascacielos, que albergan a importantes empresas financieras y tecnológicas, y edificios históricos y museos, llenos cada día por miles de turistas, solo había una tundra sin árboles, donde empezaban a dejar sus huellas los primeros humanos. Las orillas del Támesis comenzaron a depositar desde entonces una larga serie de objetos, desde herramientas de sílex a zapatos de hace siglos y hasta un marco de alambre de un velo de la época Tudor. Rebuscar en este lodazal en busca de tesoros tiene un nombre, Mudlarking, que da título al libro, publicado por Capitán Swing, de Lara Maiklem, una de las más destacadas exploradoras del fango de Reino Unido.
Ser un mudlark tiene su aquel. Hay que acudir al amanecer o al atardecer a las orillas del río, con unas buenas botas de goma, para observar. Porque el mudlarking no consiste en escarbar en busca de los tesoros. Ni de remover el barro en busca de objetos valiosos. El mudlarking consiste en «poner el ojo»: relajarse y mirar la superficie hasta encontrar imperfecciones que se revelarán al buscador paciente como sorprendentes descubrimientos. Un buen mudlark solo se lleva lo que el río le da, algo que apareció con una marea y volvió a desaparecer con la siguiente. Su práctica se ha popularizado tanto que ahora hay que pedir un permiso para poder practicar esta curiosa afición. Los hay de dos clases: uno estándar, con el que se pueden realizar excavaciones de hasta 7,5 centímetros de profundidad; y otro superior con el que se puede llegar hasta los 1,2 metros de profundidad y usar un detector de metales. En poco tiempo, el número de estos cazadores de objetos perdidos ha pasado de varios centenares a miles, lo que ha obligado a la autoridad portuaria de Londres a suspender los pases. Los mudlarks constituyen un movimiento, incluso cuentan con redes sociales, pero a muchos de ellos no les ha sentado nada bien que Maiklem cuente sus secretos en un libro. Algunos de los miembros de esta comunidad —mayoritariamente masculina— han llegado a acosarla. Pero estos ataques no han impedido a Lara —heredera del espíritu de la mítica Peggy Jones, una de las pioneras, que ya practicaba esta actividad a principios del siglo XIX, en la zona de Blackfriars— seguir adelante con su gran afición, una actividad que no solo le reconforta cuando encuentra una pieza valiosa, sino que le aporta una paz que solo encuentra en el lecho de este histórico río.
En su obra, Maiklem nos enseña cómo viven y qué sienten estos rastreadores, y elabora una interesante recopilación de algunos de los más interesantes tesoros hallados en las orillas del río inglés: pipas de arcilla de la época de Jacobo I —un monarca que intentó prohibir el tabaco y con sus medidas lo popularizó—, un chelín de plata del breve reinado de María Tudor, un denario romano, un frasco de perfume del periodo estuardiano, muñecas Frozen Charlotte del siglo XIX, peines de madera, alfileres de cobre, piezas de las tipografía Doves y hasta un reloj solar del bolsillo. Pero, sobre todo, este libro es una fabulosa guía de viajes —que permite realizar un trazado social y un estudio antropológico a través de los siglos de la sociedad de Londres con estos hallazgos— a través del misterioso Támesis, desde Hammersmith hasta el estuario, pasando por el puente de Londres y Greenwich, desde los romanos a los actuales londinenses, todos perdedores de cosas que Lara y sus compañeros coleccionan con devoción.
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Autor: Lara Maiklem. Título: Mudlarking. Editorial: Capitán Swing. Venta: Todostuslibros
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