La inteligencia artificial es como un «cuñado tecnológico» que parece «que sabe de todo y sienta cátedra» y ante la cual los traductores editoriales han reivindicado su profesión: se magnifica el alcance de sus posibilidades y se devalúa el conocimiento del experto, han advertido.
«No somos tecnófobos», ha precisado la traductora Nuria Molines, mientras que su colega Rocío Serrano ha recalcado que «la tecnología es compatible con la vida editorial». Serrano, que se ha referido a la IA como un «cuñado tecnológico», ha considerado que cuando se magnifican sus posibilidades se crea un riesgo de mayor precarización de la profesión.
La remuneración de los traductores es uno de los problemas más graves que plantea la IA, ha señalado la traductora Alicia Martorell, pues es un sector ya precarizado, y ocurre cuando deben trabajar sobre un texto que ya ha sido generado por una máquina: «No acepto que me digan que me tengo que convertir en un apéndice de la inteligencia artificial, y encima cobrando menos», ha dicho. Se trata de la postedición, en la que se mejora una traducción generada de forma automática para que el texto final cumpla con el nivel de calidad exigido, una validación cuyas tarifas deben ser iguales o superiores a las de la traducción, han defendido. Porque «la inteligencia artificial traduce, y parece que está bien, pero no lo está y la postedición es más difícil», ha indicado la traductora y lingüista computacional Carmen Torrijos, quien también ha destacado cómo la IA no la sustituirá en su trabajo. El traductor humano seguirá haciendo el trabajo difícil mientras que la parte fácil la pueden hacer las máquinas, han recalcado.
La inteligencia artificial es uno de los principales temas que se abordan en esta feria, y ya fue el asunto destacado en el acto de inauguración, en el que el ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta, pidió que el lector tenga derecho a saber si lo que lee «lo ha escrito una máquina», un reto destacado también por el presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Daniel Fernández, quien advirtió de que, a pesar del buen momento que vive el sector del libro, con un crecimiento del 5% en la facturación, «se ciernen algunas incertidumbres derivadas de la irrupción de la IA».
El impacto ambiental del sector es otro de los asuntos que se verán en esta edición de Liber, que también ha abordado los nuevos modelos de negocio en la industria editorial latinoamericana, como el auge de las plataformas digitales, la autoedición y las suscripciones. Liber 2023, organizada por Ifema Madrid y la Federación de Gremios de Editores de España, y que tiene a Polonia como país invitado de honor, reúne estos días a compradores del sector editorial de más de 50 países.
Absolutamente de acuerdo. Un texto traducido por una AI carece del contexto específico del entorno cultural, la situación y el tono del autor. Pero los miedos tienen motivo, las empresas que ven en donde ahorrarse una gota de soldadura en la tapa de un submarino también son capaces de reemplazar un texto decente, poseditado por un traductor humano, por un arrejuntado de letras. En resumen, el enemigo de los traductores no es la AI, sino la sed de lucro.