Una efeméride reciente me ha hecho recordar a Lucas Vázquez de Ayllón, un tipo de esos que da para unas cuantas películas de las que nunca se harán, y que apenas es recordado hoy en día. Fue muchas cosas en el Nuevo Mundo: alcalde, juez, hacendado, mediador frustrado entre Narváez y Hernán Cortés, patrocinador de armadas, explorador y adelantado de nuevos territorios en las Indias, donde dejó su vida tratando de agrandar y consolidar los dominios del imperio español en aquellas latitudes.
De los tres, sólo Ayllón tenía experiencia previa sobre el terreno, pues había sido desde 1506 a 1510 alcalde mayor de Concepción de la Vega y había hecho una suculenta fortuna en el norte de la isla, gracias también a su matrimonio con la hija del licenciado Juan Becerra, rico hacendado. Se le otorgaron 400 indios en encomienda e invirtió en ganado y, sobre todo, en el negocio azucarero.
Ayllón, Matienzo y Villalobos no lo tuvieron nada fácil para el ejercicio de sus funciones como oidores, pues las trabas y tensiones con Diego Colón y los suyos fueron constantes. Pronto comenzaron a invertir en negocios propios de aquellos años de expansión y exploración, patrocinando armadas para capturar indios de las islas Lucayas (Bahamas) y tierra firme, con los que suplir la alarmante caída de la población autóctona de La Española, rescatar perlas en Cubagua, sal de la península de Araya… mientras expandían sus tentáculos económicos en minas, ganado, azúcar, etc.
El más activo fue Lucas Vázquez de Ayllón, quien fue comisionado en enero de 1520 para ejercer de mediador entre Pánfilo de Narváez y Hernán Cortés, por ser “persona de mucha abilidad y zeloso del servicio de Vuestra Majestad”. No tuvo éxito en su misión de evitar el choque entre ambos e incluso fue apresado por Narváez al tomar partido por el intrépido capitán extremeño.
De vuelta en Santo Domingo, siguió con sus múltiples negocios y actividades. En una de ellas, un barco suyo se extravió camino de las islas Lucayas y acabó virando hacia las costas ubicadas al norte de La Florida, cerca de la desembocadura de un río al que llamaron San Juan. También una nave armada por Ortiz de Matienzo había hecho lo propio y pronto comenzaron las tensiones entre ambos oidores. Ayllón fue más listo y se dirigió raudo a España para dar noticia de su descubrimiento y sobre la necesidad de poblar y explorar más al norte de ese lugar. En junio de 1523 el rey Carlos firmaba el asiento y capitulación con Ayllón para continuar el descubrimiento de aquellas tierras, con una condición muy especial: navegar hasta hallar el paso entre ambos océanos que se pensaba existía, al igual que el del sur o del Espíritu Santo, recién descubierto por Magallanes.
“… si estrecho se hallare descubierto biendo la dicha tierra, navegaréis por el dicho estrecho para lo descubrir y nos traeréis o enviar relación del.”
Aquella expedición se retrasó hasta 1526 por el pleito de Ortiz de Matienzo, quien se arrogaba el mérito de haber llegado primero, o al menos a la vez, que el barco de su colega. No tuvo éxito en sus reclamaciones, así que la flota al mando del propio Ayllón costeó las actuales Florida, Carolina del Norte y Virginia. No dieron con el paso, pues no existía, y sufrieron múltiples infortunios (pérdida de la nao capitana, ataques de indios flecheros al desembarcar…), pero decidieron fundar un precario asentamiento, San Miguel de Guadalupe, el primero europeo en Norteamérica, aunque de efímera vida. Ayllón enfermaría y moriría en el transcurso de dicha expedición, como muchos de sus hombres. Así lo recordó su hijo homónimo varias décadas después, en 1560.
“El licenciado Ayllón formó una armada de cinco navíos en los que fueron más de 600 hombres, armas, pertrechos, y demás cosas para conquistar y poblar aquella tierra, en la que gastó mucho de su hacienda, quedando su mujer e hijo muy alcanzados. Ayllón, una vez había llegado a la Florida murió a los dos o tres meses y también la mitad de la gente que llevó”.
El hijo consiguió, gracias a los méritos, servicios y sacrificio de su progenitor, ser nombrado gobernador de La Florida en 1563, pero murió antes de conseguir reunir y aparejar la armada debido a sus dificultades económicas. Así nos lo refirió el Inca Garcilaso en su obra La Florida del Inca.
“… murió en La Española solicitando su partida, y la enfermedad, y la muerte se le causó de tristeza y pesar, de que por su poca posibilidad se le dificultase de día en día la empresa”.
Al segundo Lucas Vázquez de Ayllón le seguiría el insigne marino Pedro Menéndez de Avilés, quien fundó el fuerte y la ciudad de San Agustín en 1565, la primera de los actuales Estados Unidos, y que ahí sigue, asentando definitivamente el dominio español sobre La Florida.
* El cosmógrafo portugués Diego Ribero incluyó en su mapamundi de 1529 las “Tierras de Ayllón” en Norteamérica.
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