Quienes disfrutaron de La España vacía (Turner, 2016) o de un excelente y poco conocido opúsculo, En el país del Bidasoa (Ipso, 2018), disfrutarán también de Lugares fuera de sitio, la nueva incursión de Sergio del Molino en el ensayo, que acaba de ser galardonada con el premio Espasa 2018. Si la primera obra abordaba el problema de la despoblación en España, en la actual son objeto de estudio las fronteras; pero debo aclarar que no se trata de un ensayo político stricto sensu, sino más bien histórico y cultural que analiza cómo, a menudo, la cultura obvia la política, cuya pretensión, en aras del poder, es separar unos territorios de otros.
La obra se compone de tres partes: una introducción, “Las esquinas dobladas del mapa”; un excurso sobre la historia de las fronteras, “Esto no es un libro de viajes”; y una crónica de las visitas del autor a una serie de localidades fronterizas de nuestro país, “Esto se parece a un libro de viajes”. En la introducción resulta esclarecedora la exégesis acerca de una obra anterior de temática similar. Se trata de Ceuta, Melilla, Olivenza y Gibraltar: ¿Dónde acaba España?, del diplomático Máximo Cajal. Cajal postula una idea compacta de nación entendida como integridad geográfica de un territorio. Según él, lugares como Gibraltar o Melilla deben ser devueltos a España y a Marruecos, al objeto de organizar adecuadamente los territorios.
Por oposición, Del Molino apela al patriotismo constitucional de Jürgen Habermas, que “utiliza el término «nación» como una herramienta ciudadana elástica y porosa donde lo étnico no tiene cabida, y la pertenencia, el dentro y el afuera, se definen por la aceptación de los valores democráticos e ilustrados (…) El relato que hace que un grupo de personas se sienta parte de una misma patria» —agrega el autor— «es siempre una ficción que, no pocas veces, ha sido escrita por historiadores y novelistas”. De este modo, la idea de España del siglo XX se asienta, por ejemplo, en “las angustias invertebradas de Ortega y Gasset” o en “los lamentos de Unamuno”.
Junto a Habermas y al historiador José Álvarez Junco, acompañan a Del Molino en sus viajes otros viajeros literarios, cuyo magisterio reconoce a la hora de escribir, y cuyas obras nos invita a leer. Se trata del portugués Miguel Torga, o de los españoles Luis Carandell, Manu Leguineche y Paco Candel.
Las fronteras, según Stefan Zweig en El mundo de ayer, apenas existían hasta la Primera Guerra Mundial. Es a partir de este momento cuando todos esos relatos nacionales aludidos se consolidan y se convierten en férreas líneas que separan territorios debido a la “desconfianza patológica de todos hacia todos”. Sin embargo, en el mundo occidental desarrollado, las fronteras vuelven a difuminarse tras la Segunda Guerra Mundial y con la recuperación económica que consolida el estado del bienestar. Se trata, a partir de entonces, de eliminar barreras que entorpezcan el desarrollo de las economías capitalistas. Este hecho contrasta con el reforzamiento de las fronteras hacia el mundo en vías de desarrollo, para evitar la entrada de inmigrantes pobres.
Tras la segunda parte, se inicia el núcleo central de la obra, donde Del Molino mezcla el libro de viajes con el periodismo y el relato de no ficción, creando un conglomerado que, pese a su carácter ensayístico, se lee con la fluidez de una novela. En todos los capítulos analiza algún lugar, comenzando por Gibraltar, Ceuta y Melilla, para pasar después a La Raya y los Pirineos, y terminar con lugares singulares como el Condado de Treviño, el Rincón de Ademuz o Petilla de Aragón.
Respecto de Gibraltar, concluye Del Molino con una reflexión que bien podría extenderse al resto de los capítulos: “Yo lamentaría mucho que el conflicto se resolviera a favor de España y que este lugar dejara de ser el parque temático del Imperio Británico (…). Seguramente llegará el día en que Gibraltar abandone su identidad anacrónica y se convierta en un lugar anodino, una ciudad como cualquier otra”.
En este punto y, a modo de conclusión, debo decir que coincido con el autor: un Gibraltar español sería un pueblo más de Andalucía. Abogo por la permeabilidad de las culturas frente a las identidades nacionales. Como escritor, prefiero lo singular frente a la uniformidad que nos imponen los discursos ideológicos dominantes. Lean Lugares fuera de sitio, y no olviden ese librito que citaba al principio, En el país del Bidasoa, que narra la relación del autor con la literatura de Pío Baroja, y que adquirí hace unos meses en la librería Cálamo de Zaragoza, tras la presentación de Mundo extraño, libro de relatos del colaborador de Zenda José Ovejero, a quien presentaba casualmente Sergio del Molino, y que tuve el placer de reseñar en Zenda.
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Autor: Sergio del Molino. Título: Lugares fuera de sitio. Editorial: Espasa. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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