«En España estamos enfermos de política», considera el escritor Luis Landero, Premio Nacional de las Letras 2022, para quien la escena política es «una mezcla de comedia, drama, sainete y esperpento, una obra de teatro sin papeles claros y donde nadie se entiende».
En un encuentro de prensa, Landero, que tiene también premios como el de la Crítica o el Nacional de Narrativa, ha asegurado que la política le parece «una representación hecha por locos» en la que los ciudadanos son «espectadores y también víctimas» porque los políticos se ocupan de sus cosas y no del bien común.
«Se ocupan de sus cosas personales, de sobrevivir, de echarle la zancadilla al otro, de derribar al otro. ¿Pero quién se ocupa del bien común, de todos, de la justicia? Parece que no interesa, que es una cosa menor y luego, cuando uno pone cualquier televisión, la radio o abre un periódico se encuentra con un cotilleo político de baja ralea», algo que considera «tóxico» y que «embrutece».
También habla Landero de los niveles de lectura en España, que aunque han crecido, mantiene a más de un tercio de la población sin abrir nunca un libro: «En España nunca se ha leído, aunque ahora se lee más que antes». Pero ahora están los teléfonos móviles, el «gran juguete, que nos hace más estúpidos de lo que somos». Reconoce que también le ocurre a él, ya que antes leía más que ahora, porque se pone a «enredar» con el móvil.
En su novela habla de un pueblo que entra en una «espiral imparable» de decadencia ante la que los vecinos, de un modo desesperado, intentan salvarlo a través de un milagro turístico. Una despoblación que comenzó en muchas poblaciones rurales en los años 60 y a los que volver desde la ciudad tiene ahora «mucho de idilio romántico».
También habla de la idealización del amor; «el romanticismo es un trampantojo», asegura Landero, que afirma que «la gente se enamora porque hay que enamorarse, porque hay que vivir enamorado, como nos dicen los libros de autoayuda».
Pero luego, se enfrentan a la «puñetera realidad», una realidad que está presente en su novela en contraste con los sueños de sus personajes porque al autor le interesa mucho abordar en sus novelas la idea del fracaso vital: es el contraste que hay «entre los sueños de la juventud cuando creemos ir con un repóker de ases, cuando creemos llevar unas cartas ganadoras, y luego la realidad, cuando resulta que no llevamos una buena mano».
Una idea que siempre le ha interesado por su padre, que se consideraba un hombre fracasado y que murió cuando él tenía 16 años y a quien Landero considera su musa literaria.
Plantea en su novela preguntas como si una obra teatral puede cambiar la vida de quienes la representan y cree que el arte redime a sus personajes y los cambia, sacando lo menor de cada uno.
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