En el verano de 2023 me escribió Pelayo Villanueva (Oviedo, 1987) un amable correo electrónico proponiéndome el envío de su libro Luz del Este, una primera novela con la que había ganado el Premio Asturias Joven en su edición de 2023. Como tantas otras veces, yo le contesté diciéndole que no me puedo hacer cargo de libros como el suyo, porque para que mi canal o mi blog tengan sentido debo elegir yo mis lecturas en mi escaso tiempo libre. Sin embargo, días después tuvimos un pequeño desencuentro, a raíz de una broma que hice en mis redes sociales, y para quitarnos el posible mal sabor de boca le ofrecí a Pelayo que me enviara su libro, que en algún momento lo leería. He tardado casi un año en cumplir con mi promesa, pero aquí estoy al fin.
En el prostíbulo que va a ser el escenario de la historia conviven siete mujeres, estando Casandra —una prostituta ya mayor y casi retirada— al mando de la empresa. La novela comienza hablándonos de la Niña, la más joven de todas y que, como indica su sobrenombre, ha de vestirse como si fuera una niña pequeña, un puesto que, dentro de unos años, será transferido a otra persona. «De todas ellas, era la que todavía mantenía esas ganas, esa predisposición al gesto rápido y la risa honesta, aunque al cabo de un par de años tendrían que buscar a otra que cubriese ese hueco», leemos en el primer párrafo de la novela, que marca ya la idea de la importancia del paso del tiempo, de la vejez y el cansancio físico de las protagonistas.
La acción principal de la historia transcurre en el día previo a la noche en la que va a arribar al puerto de la ciudad el barco llamado Luz del Este, cuya tripulación visita el prostíbulo una vez al año. Las mujeres saben que atender a los marineros esa noche es una gran oportunidad de negocio que puede ayudar a mantenerlas a flote durante una temporada, porque el burdel no pasa por sus mejores momentos. Durante todo ese día se mezclarán las expectativas positivas que esa extenuante jornada de trabajo puede traer para la casa con los sentimientos funestos de los peligros, los excesos o el cansancio que también puede traer consigo. Malos presagios acechan el frío aire del día, y la inminencia de la llegada se va cargando de un simbolismo fúnebre.
Nunca vamos a conocer el nombre de la ciudad en la que transcurre la historia y tampoco se dan fechas concretas, pero en un momento dado por la calle pasa un carro y las mujeres escriben sus cartas con tinta que ha de secarse. Estos dos detalles me hicieron pensar que nos encontrábamos en la primera mitad del siglo XX.
Mediante el recurso de la analepsis conoceremos las inquietudes y en algunos casos las historias, que se pueden remontar hasta la infancia, de las mujeres que conviven en la casa. El narrador, haciendo uso del estilo indirecto libre, se acerca de forma continua a la conciencia de los personajes, a su relato más íntimo. Un recurso estilístico que me ha llamado la atención ha sido el de usar preguntas, que son las que se hacen las protagonistas de la novela, en su duda existencial constante. Por ejemplo, leemos en la página 25: «Era posible que el cliente en cuestión (en el caso de la Niña, que era la más cara, siempre se trataba de gente de orden) se sintiera aún más atraído por esa señal de inmadurez que enfatizaba el candor infantil del cuerpecito del que estaba a punto de ocuparse. ¿Sería eso? ¿Debería dejar de estar pendiente la Niña y permitir que su propia naturaleza la hiciera brillar? ¿O era mejor priorizar la sensatez, es decir no dejar nada al azar, y seguir ciñéndose a las garantías del más estricto orden?».
El estilo narrativo de Luz del Este es eminentemente poético. De hecho, las formas narrativas a veces cambian, y algunos sucesos están contados en forma de poema, marcándose los versos sobre la página. De este modo, el capítulo tres es un poema de dos páginas. En algunas otras páginas, el narrador omnisciente, que cede su voz a los personajes, se traslada directamente a alguna de las mujeres, porque también se usa en la novela el registro epistolar. La escritura de cartas (algunas de las cuales se escriben para no ser nunca enviadas) es importante en la composición de la novela y será clave para entender, al fin, su resolución dramática.
También, en un capítulo se usa la estructura de diálogos propia del teatro, con el nombre del personaje en primer lugar y luego su discurso. En este punto, un pequeño detalle me ha sacado un poco de la novela: en una narración realista, donde el narrador omnisciente usa un lenguaje poético, cuidado y a veces con un vocabulario no usual, en la página 52 hace hablar a uno de los personajes secundarios, llamado Géricault, de un modo no realista. «Te da miedo admitir algunas verdades, porque, al admitirlas, las perderás para siempre. Te da miedo tomar decisiones valientes que harán daño a las personas a las que quieres. Te da miedo, si me permites ponerme poético, descubrir que te han mentido acerca del horizonte, porque hay algo que te empuja hacia él por mucho que trates de frenarlo. Te da miedo admitir que eres un producto de tu inercia, y te da miedo hacer algo al respecto. Te da miedo darte cuenta de que has convertido tu maldición en un palacio».
Diría que el modelo del tono de la prosa es la obra de Juan Carlos Onetti. En Luz del Este la atmósfera que se respira es triste y siempre decadente, como en la obra del uruguayo, y los personajes siempre están a la deriva y no hay esperanza de felicidad para ellos, como ocurre en la novela de Villanueva. En la página 52 se nos hablará de la carcoma que ha invadido la casa: la obra de este insecto se convierte en símbolo de la zozobra no solo del escenario donde habitan los personajes, sino también de la propia zozobra de los personajes. «Bien, el momento de afrontar que había que varar la casa y arreglar su estructura o, en el peor de los casos, mudarse definitivamente, había llegado. La carcoma firmaba con su braille inverso cada rincón al que se dirigía la vista».
Sin mucho fundamento por mi parte, jugando a imaginar las estructuras de novelas que no he acabado de leer, había pensado que una parte del libro iba a tratar de la inminencia de la llegada de los marineros del Luz del Este al burdel y la otra mitad a describir esa interacción entre marineros y prostitutas. Pero esta segunda parte sería, en realidad, la novela La guardia, de Nikos Kavadías, y no era la intención de Villanueva llegar hasta ahí, así que su novela recoge esas horas previas al choque de dos mundos muy distintos, pero que se acaban necesitando. Los primeros capítulos de Luz del Este me han causado una grata impresión por la elegancia de la prosa y la madurez de la propuesta de Villanueva. Sin embargo, según avanzaba en mi lectura sí he tenido la sensación de que al autor le estaba costando salir de su propia morosidad narrativa, de su dar vueltas en círculo sobre el dolor inamovible de sus personajes, y no conseguía hacerlos avanzar hacia un desenlace narrativo. Los siete personajes principales sí que se relacionan entre sí, pero en algún momento he tenido la sensación de que las interacciones entre ellos no conseguían hacer que la trama avanzara. Sí es cierto que, en el breve arco espacial de la historia (apenas unas quince horas), se va a desarrollar un drama de consecuencias importantes para los personajes, pero los hilos que atarán este drama le serán mostrados al lector muy al final, dejando la construcción de la novela levemente desequilibrada. Por supuesto, escribir una primera novela con menos de treinta y cinco años y que todos sus elementos funcionen a la perfección es una tarea complicada. Luz del Este muestra a un autor joven con lecturas y con talento para crear algunas escenas e imágenes notables, con capacidad para seguir avanzando en una obra solvente.
—————————————
Autor: Pelayo Villanueva. Título: Luz del Este. Editorial: Trabe. Venta: Todos tus libros.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: