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Magallanes & Co., de Isabel Soler

Magallanes & Co., de Isabel Soler

Este libro narra la más espectacular de todas las epopeyas marítimas, la celebérrima primera circunnavegación del globo terrestre liderada por Fernando de Magallanes, cuya armada zarpó de Sanlúcar de Barrameda en septiembre de 1519 y regresó a la península, exitosa pero trágicamente mermada, tres años después. Su histórica hazaña cambió para siempre la imago mundi que había gobernado el pensamiento occidental durante siglos, pero también estuvo llena de claroscuros con frecuencia ignorados en el relato oficial.

En Magallanes & Co., Isabel Soler parte de los testimonios de navegantes, aventureros y mercaderes, además de otras numerosas fuentes sobre la empresa de las Molucas, para dar forma a un relato exhaustivo y vívido de su travesía, incluidos los ocho años, fundamentales para su posterior empresa, que Magallanes pasó al servicio de la armada de la India en tierras orientales. Un relato vibrante que trasladará al lector a la época de los grandes viajes y descubrimientos de la mano de una de sus principales especialistas.

Zenda adelanta un fragmento del libro.

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SIN CELEBRACIONES

Este libro empieza in media res, como mandan los cánones de las grandes epopeyas. Porque eso son los viajes oceánicos renacentistas, una suma larga de epopeyas regidas por un metódico calendario de partidas y regresos, cuyo escrupuloso cumplimiento es cuestión de vida o muerte. Este libro trata de la más espectacular de todas las epopeyas marítimas o, mejor dicho, trata de aquel que fue el culpable de que ese trascendental viaje haya existido.

Este libro se titula Magallanes & Co. porque va de un negocio. Va de un negocio muy deseado por reyes y mercaderes, pero sobre todo por el capitán mayor de la Armada de las Molucas, el portugués Fernando de Magallanes. Aquel fue un negocio deseado y, también, un negocio fallido. Y a su vez, este libro se titula así porque trata de las compañías de Magallanes, de sus buenas y malas compañías a un lado y a otro del mundo a lo largo de su vida marítima. Por eso este libro está repleto de nombres propios, muchos, conocidos y desconocidos; está hecho adrede, aun a riesgo de aturullar al lector. Es cierto que me gusta perseguir vidas de hace quinientos años, pero en este caso, en este trascendental viaje, me parecía imprescindible. Aunque Fernando de Magallanes sea instrumento solista, vale la pena intentar colocarle toda la orquesta alrededor para que se entienda que los personajes singulares del viaje oceánico, por sí solos, no consiguen afinar, o desafinar, ni una nota de la partitura. El viaje de la vuelta al mundo empezó como concierto, pasó a ser sinfonía y fue menguando dramáticamente hasta convertirse en ensamble. Pero tuvo dos buenos directores, uno portugués y otro vasco.

He de confesar que hay muchos nombres propios aquí por otro motivo. Llevo décadas escribiendo sobre crónicas de naufragios de naves portuguesas y en esa abigarrada y barroca historia trágico-marítima he visto morir a mucha gente. Tanta, que me da un no sé qué aquella bella máxima, tan repetida, «Navigare necesse est, vivere non est necesse». Plutarco se la atribuyó a Pompeyo, quien la debió de gritar bien alto, como un grandioso verso épico, en su arenga a los atemorizados marineros frente a la tormenta. Es bonita, yo misma la he repetido infinidad de veces, pero no es cierta. Creo que, en el mar del siglo XVI, vivir es necesario —todos luchan por ello—, pero lo común es morir. En la empresa de las Molucas apenas hay naufragios, pero sí hay muchas, muchas muertes. He querido que esas vidas que el 20 de septiembre de 1519 zarparon de Sanlúcar de Barrameda tuvieran su espacio en esta historia trágico-marítima.

Este libro también quiere alertar, al menos en estas primeras páginas, sobre lo equívocas que son las celebraciones de las epopeyas. Hay que celebrarlas, claro que sí, pero en cierto modo, cabe temer o, al menos, desconfiar de los centenarios y los quintos centenarios y todo el ruido mediático que generan. Y si hay que mirar de lejos todas esas efemérides para verlas nacer con gran expectación, crecer con mucha pompa y circunstancia, y morir para pasar cien años en silencio hasta el próximo festejo, los quinientos años del viaje de la primera circunnavegación del mundo eran y han sido y están siendo materia sensible dirigida hacia un derrotero que en muchas ocasiones poco tiene que ver con aquella empresa o con los artífices de aquella empresa. Ha pasado lo de siempre: que los países, los ministerios, las instituciones culturales y sociales han poseído el viaje de la vuelta al mundo y a sus autores, desnudándolos de su historia para vestirlos de emociones identitarias difundidas por medios de comunicación de toda índole, algunos de ellos muy serios y otros directamente torticeros y distorsionadores del relato real por mera voluntad ideológica e incluso nacionalista. La magnitud descomunal de la odisea de la circunnavegación se prestaba a ello, y sus protagonistas fueron personajes tan novelescos que, casi de manera natural, pedían a gritos su manejo biográfico e histórico. Además, el viaje fue largo, desde 1519 hasta 1522, e incluso algunos le han dado inicio en 1517, cuando Fernando de Magallanes, muy disgustado con su rey, cruzó la frontera para ofrecer su proyecto al rey vecino (algo, por otro lado, bastante común en ambas direcciones de las lindes peninsulares). El caso es que las celebraciones quinto-centenarias han sido anchas y han dado mucho de sí, para lo bueno y también para lo malo. Y este Magallanes & Co., no hay que esconderse de ello, aprovecha las célebres fechas, pero también intenta no celebrar nada, sólo contar algunas cosas que quizá ayuden a ver el negocio y las compañías magallánicas.

A su vez, demasiadas veces entre la historiografía se cae en la tentación de dejarse llevar por los antiguos cronistas y creer del todo, casi exclusivamente, la versión oficial de la expansión oceánica peninsular —es decir, los hechos de los reyes y de los grandes nombres de los navegantes—, y se dejan de lado o en segundo plano las vidas dispersas de aventureros y mercaderes (es decir, esas buenas y malas compañías que hacen posibles las epopeyas) cuando éstas, en ciertas áreas geográficas y de forma contundente en la historia del viaje portugués a Oriente, fueron las más importantes. Las crónicas oficiales dan sensación de unidad, de proyecto preconcebido, de plan premeditado, y esa idea es engañosa. Pocas veces estas crónicas hablan de los proyectos fallidos o de los éxitos fortuitos, que son los que en realidad conforman la argamasa del viaje marítimo desde sus orígenes. Eso fue el viaje, de hecho, de Cristóbal Colón, un proyecto fallido y un éxito fortuito. El éxito fortuito fue lo que lo metió en la Historia. Y lo mismo puede decirse del viaje de Fernando de Magallanes. A su vez, la vida de Juan Sebastián Elcano fue una de esas vidas dispersas que pueblan el viaje marítimo peninsular que no habría tenido espacio en la Historia si la idea de Magallanes —su negocio— hubiera salido bien, o si hubiera salido como él la había planeado. Pero no es el error o el acaso lo que convirtió a esos hombres en superhombres, en héroes patrios, en visionarios, sino los cronistas y las competitivas políticas regias, la Carrera (textualmente) a las Indias, o lo que es lo mismo, la Carrera por el Comercio. Y después, con el paso de los siglos, llega la necesidad de celebrar esas espectaculares epopeyas, y entonces los héroes se convierten en símbolos nacionales, y de pronto las identidades nacionales adquieren mayor relieve que las identidades heroicas. Hay que andar con cautela con las celebraciones, subirse a la cofa del palo mayor y no perder de vista el horizonte. Con los quintos centenarios hay que intentar seguir el rumbo, hay que despojar al héroe de su heroísmo e ir en busca de la historia, de la crónica, no tanto de la oficial como de la documental. Además, tratándose del viaje magallánico, nunca ha sido más oportuno recordar que las Indias siempre fueron orientales. O lo fueron durante muchas y largas décadas. Eso era la Carrera, o la Carreira da Índia: llegar y poseer Oriente, y hacerlo antes que el vecino. De ahí que la primera parte de este libro esté obstinadamente dedicada a dilucidar la posible vida, dados los escasos datos, que llevó Magallanes en Oriente. Y aun a sabiendas de poder resultar biográficamente desilusionante, se le da protagonismo, porque sin aquel Oriente magallánico no hubiera habido Occidente moluqueño.

Es cierto que Fernando de Magallanes es un héroe atípico. No fue ni es un personaje demasiado querido en Portugal, su país natal. Ya los cronistas oficiales, pocos años después de su viaje, lo vieron desagradecido, rencoroso y traidor. Y tampoco despierta pasiones en España, volcada con entusiasmo hacia el otro gran artífice del viaje de la vuelta al mundo que fue Juan Sebastián Elcano. Si ya en su época Magallanes causó recelo y desconfianza en España, después, con el paso del tiempo, la historiografía española creó y engrandeció a su propio héroe, el verdadero, el de la gran proeza. En realidad, si hay un país que ama a Fernando de Magallanes, ése es Chile, que hace quinientos años apenas lo vio pasar de largo por la región más limítrofe y desolada de su geografía. En cualquier caso, Magallanes es alguien incómodo para las emociones y los sentimientos patrios, y al mismo tiempo, es fascinante para el relato de la historia del mundo. Mientras Portugal ha sido capaz de ir progresivamente reconciliándose con su navegante y, ya desde el siglo XIX, se empezó a estudiar al personaje histórico, en España el protagonismo lo sigue teniendo Elcano, y no hay título de artículo o charla radiofónica en los que no aparezca su nombre, acompañado de su redonda gesta. Ante la epopeya de la circunnavegación, las Molucas, el clavo y la nuez moscada, el Tratado de Tordesillas y el antimeridiano —los verdaderos motivos del viaje— pasan rápidamente a un segundo plano, como si fueran elementos o circunstancias menores de esa gran proeza náutica que consiguió realizar, de una vez, el piloto de Getaria. Cabe apuntar, sin embargo, que Antonio Pigafetta, el gran narrador del viaje de la Armada de las Molucas, no cita a Elcano ni una sola vez, pero eso no importa, porque ante la magnitud de la hazaña, parece no interesar preguntarse por qué el vicentino no presta espacio ni atención al que consiguió llevar la nao Victoria de regreso a casa.

En plena fiesta conmemorativa, demasiadas veces parece que la Carrera de Indias siga en competición a través de los historiadores, periodistas y promotores culturales, al más mínimo atisbo de un centenario de obligado cumplimiento. Esta vez es nada más y nada menos que la vuelta trioceánica a la Tierra, y eso es lo que se celebra en España, entre congresos, estudios especializados, monografías y libros colectivos, exposiciones —algunas, hay que decirlo, con títulos que sonrojan un poco, como el de Fuimos los primeros, organizada por el Museo Naval de Madrid—, reportajes cinematográficos y programas de radio y televisión. Y en ese bosque mediático, Magallanes va apareciendo casi circunstancialmente, por lo que quizá vale la pena decir alto y claro que sin el navegante portugués no hay primera vuelta al mundo que valga ni piloto vasco que la hubiera dado.

Por eso este libro no quiere celebrar nada, sólo quiere contar algunas cosas de la historia de alguien que tuvo una idea, se empeñó en llevarla a cabo y le salió mal. Sí, el viaje de la Armada de las Molucas salió mal. Sin embargo, esa idea fallida tuvo consecuencias descomunales, porque primero Magallanes, y después Elcano y los supervivientes de la nao Victoria, le dieron un impensado y tajante golpe de gracia a la realidad del mundo. Tras ellos, el mundo debía volver a ser pensado y nuevamente dibujado.

Este libro también quiere contar los contextos y los paisajes de Magallanes —la compañía y el negocio— porque sin ellos no se entiende la idea magallánica y porque son fundamentales para explicar que Magallanes, los héroes oceánicos en general, no aparecen un día como una seta en el mar, sino que nacen, crecen, se desarrollan y mueren.

Como todo.

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Autora: Isabel Soler. Título: Magallanes & Co. Editorial: Acantilado. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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