En 1841, en la alemana Offenbach am Main, nacía Philipp Batz, quien pasados unos años, con una carantoña a su ciudad natal, adoptaría el nombre de Philipp Mainländer («tierra del Main»). Filósofo, sí, pero a la vez novelista, poeta o dramaturgo, su pensamiento ha aterrizado por fin en nuestra lengua. Con la publicación este año de los dos últimos títulos, Realismo e idealismo. Críticas a Kant y Schopenhauer y Ensayos sobre filosofía política, Alianza completa la publicación de la Filosofía de la redención, la obra de su vida. No obstante, hay que tener en cuenta que el primer volumen, aparecido en 2020 también en Alianza, es una antología, aunque amplia (incluye, asimismo, algunos textos complementarios que se encontraban inéditos), siendo la versión íntegra la de la editorial Xorki. Si bien quedan aún meses por delante para terminar 2024, me parece difícil que este no constituya el hito filosófico del año, al menos en lo que a traducción se refiere.
Resumir en pocas líneas sus ideas no es tarea fácil. Cabe adscribirlo a la corriente del pesimismo filosófico, a pesar de que se halle lejos de la fama de sus homólogos, y si Nietzsche escribió aquello de que la filosofía no nace con el asombro, sino con el horror, Mainländer hizo de este el punto de partida de su pensamiento, capaz de aprehender el dolor cósmico. La clave de bóveda del sistema, que cuenta con su Física, Ética, Estética, Política y Metafísica, reposa en una particular concepción de la muerte de Dios; afirmación que suele atribuirse a Nietzsche —aunque podemos remontarla a Hegel—, pero fue anticipada por Mainländer: «Dios ha muerto y su muerte fue la vida del mundo» (Gott ist gestorben und sein Tod war das Leben der Welt). Esa unidad originaria existió, en efecto, pese a que ya no existe más: el suicidio de Dios dio origen al mundo, es decir, habitamos los restos de su implosión, moramos en el cadáver divino. La ley del dolor rige sobre cada uno de los seres, por lo que buscamos deshacernos del sufrimiento, y este tuvo que ser el motivo que condujo a Dios a tomar la decisión de autodestruirse: correr a la zaga de la paz, huyendo del hastío y la soledad. Cuando todo desaparezca, se dará cumplimiento al deseo tanático divino: nada quedará ya de él y alcanzará, pues, su liberación. Como curiosidad, el autor de Así habló Zaratustra o La gaya ciencia había adquirido el 26 de abril de 1876 un ejemplar de la Filosofía de la redención, que acababa de salir del horno.
¿Y cuál es su postura política? Para algunos pensadores, como Carl Schmitt, solo aquellos que tienen una perspectiva antropológica pesimista pueden hablar de política (véase la dialéctica amigo-enemigo). Y solo quien responda a la pregunta sobre qué concepción tiene de la naturaleza humana podrá ser un filósofo político honesto. Mainländer cumple ambos requisitos; así, está habilitado para lanzar una propuesta dual: socialismo y virginidad. El socialismo es la forma estatal idónea para alcanzar la paz y la armonía social, de ahí el compromiso teórico que adquirió con los trabajadores alemanes y sus paupérrimas condiciones; el objetivo de nacionalizar y repartir equitativamente la riqueza pretendía mostrar que ni en esa situación obtendremos la felicidad, dado que nada pueden hacer los bienes materiales para lograrla. Caer en la cuenta de esto hará, según Mainländer, que la única vía que reste sea abrazar, como Dios, la aniquilación; es decir, la desilusión invitaría a abolir la cadena de nuevos nacimientos, pues sacaría a relucir el espejismo de la voluntad de vivir. La virginidad es el modo de frenarla y dar carpetazo al problema: no habrá más seres sufrientes (entre el ser y el no ser, la respuesta sensata es no ser). Sus tesis salen a relucir hoy en la ecología, por ejemplo, en el Movimiento para la Extinción Voluntaria (The Voluntary Human Extinction Movement), que busca promover la abstención reproductiva.
Todavía hay mucho más: el ateísmo radical; la creación de una caballeresca Orden del Grial; el egoísmo ético; el amor libre; su influencia en autores como Nietzsche, Borges, Cioran o Ligotti; o su recuperación en corrientes contemporáneas como el aceleracionismo o el realismo especulativo. Destacaría a este respecto dos puntos: (i) ¿acaso el Dios de Meillassoux no es ontológicamente el contrario cuando el francés sostiene, dada la contingencia radical de su sistema, que Dios ni existe ni existió, pero podría existir en el futuro?; y (ii) ¿no es cierto que la estética, en especial la poesía, es la vía de acceso a la cosa en sí tanto en nuestro autor como en Graham Harman? Estamos presenciando, además, la reivindicación de Mainländer en el contexto hispano: las revistas Hénadas y Mainländeriana, las recientes traducciones (solo falta su teatro), congresos y encuentros, etc. Únicamente la cosa va más lenta en el ámbito académico, aunque eso es algo a lo que estamos acostumbrados quienes trabajamos dentro de él. Este apogeo habría que agradecérselo a varios implicados, pero sin duda Manuel Pérez Cornejo —traductor, divulgador y presidente de la sección española de la Sociedad Internacional Philipp Mainländer— es el responsable número uno de que esto se haya hecho posible. Desde aquí: gracias.
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Autor: Philipp Mainländer. Título: Realismo e idealismo y Ensayos sobre filosofía política. Traductor: Manuel Pérez Cornejo. Editorial: Alianza.
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