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Making of de «El buen padre»

Making of de «El buen padre»

Siempre había escuchado decir que escribir la segunda novela es más difícil que la primera, y la verdad es que nunca llegué a entender el motivo. Si tienes más experiencia, conoces algo más el mundillo y te has fijado en lo que funciona y lo que no, teóricamente tiene que ser más fácil.

—Es por la presión —me dijo un día un amigo—. Si has tenido mucho éxito con la primera, todo el mundo espera que te superes.

—Tiene su lógica, pero no nos volvamos locos —respondí—. Talión recibió muy buenas críticas, pero por desgracia la policía no tuvo que poner orden por las enormes colas que se formaban delante de la caseta donde firmaba en la Feria del Libro.

—Pues con la segunda te lo juegas todo: o es tu consagración o tu tumba como escritor.

"La primera novela solo es un juego, algo que escribes con mucha ilusión, pero sin tener ni idea de si alguna vez verá la luz o solo lo leerá tu novia"

No creo que lo que me dijo mi amigo sea cierto, estoy seguro de que habrá habido decenas de grandísimos escritores con segundas novelas nefastas, pero a mí ya me metió el miedo en el cuerpo. De lo que sí empecé a darme cuenta es de que la primera novela solo es un juego, algo que escribes con mucha ilusión, pero sin tener ni idea de si alguna vez verá la luz o solo lo leerá tu novia y un par de amigos con mucha paciencia. Pero si por casualidad te la publican en una editorial grande y se ha vendido más o menos bien, la segunda ya es un trabajo profesional. Todavía más presión.

La promoción de Talión había terminado y yo debía pensar qué iba a escribir. Mi intención inicial era hacer la segunda parte, pero al no tener tanto éxito como para que la editorial me la encargase, empecé desde cero; busqué en una carpeta que tengo en mi ordenador donde apunto mis ideas y nada llamó mi atención. Después recordé que muchas veces me mando wasaps a mí mismo con cosas que se me van ocurriendo. Y allí estaba. Solo era una frase, pero sirvió como germen de lo que sería mi nueva novela: «Un secuestro, pero no por dinero».

—Qué cachondo—me dije—. Si no es por dinero, ¿por qué?

"Me senté frente al ordenador con la intención de empezar a escribir y probé una serie de cosas que no funcionaban muy bien, hasta que di con la idea que estaba buscando"

Me juré a mí mismo que la siguiente vez no sería tan críptico con mis auto mensajes, que detallaría algo más las iluminaciones, pero ya sería para la próxima. Durante unos cuantos días, en los descansos que podía permitirme entre la serie en la que trabajaba y escribir el guión de la película Voces, pensaba en aquello. ¿Un secuestro por amor?, ¿por sexo?, ¿tal vez un secuestro por envidia? De todas aquellas ideas me surgía una historia diferente que contar, pero ninguna terminaba de convencerme. Cuando ya empezaba a desesperarme, volví al principio de todo y releí el Making of de Talión que había escrito para Zenda. Allí había ideas y conceptos como rabia, venganza y otro que sobresalía por encima de los demás: JUSTICIA. ¿Un secuestro por justicia? Aunque era un oxímoron, o quizá precisamente por eso, podía funcionar.

Me senté frente al ordenador con la intención de empezar a escribir y probé una serie de cosas que no funcionaban muy bien, hasta que di con la idea que estaba buscando: escribiría la historia de alguien que secuestraba a los responsables de una injusticia y amenazaba con dejarlos morir uno a uno si no se reparaba. Imaginé un montón de injusticias hasta que se me ocurrió contar la historia de un hombre acusado de matar a su mujer y de un padre que creía a pies juntillas en su inocencia. Tenía fuerza, era una premisa original y podía contar la vida de los tres secuestrados, aparte de introducir una trama en la cárcel protagonizada por una persona normal que se veía superada por las circunstancias. Me gustaba mucho.

"Una vez que decidí que mi historia la volvería a protagonizar una mujer, empecé a trabajar el personaje"

Lo siguiente era buscar a la policía encargada de reabrir el caso. Ya sé que últimamente parece que solo existen inspectoras en el mundo, pero quizá los escritores estamos compensando la apabullante mayoría de hombres que durante toda la historia ha habido al frente de las investigaciones criminales. Además, tampoco hay mucho donde elegir: o es un inspector o una inspectora.

Una vez que decidí que mi historia la volvería a protagonizar una mujer, empecé a trabajar el personaje. Para mí, esto es lo más importante de una novela, casi más que la trama principal. Lógicamente, lo ideal es tenerlo todo, pero un personaje bien construido puede aguantar perfectamente una historia poco brillante. Sin embargo, aunque hayamos dado con una trama maravillosa, si los personajes que la protagonizan son planos o carecen de interés, el descalabro está asegurado. Pensé en un montón de cosas que pudiesen convertir a mi personaje en inolvidable, hasta que encontré una característica que la haría aislarse del resto del mundo: aparte de dotarla de una rectitud y una honestidad inquebrantables, padecería un trastorno obsesivo-compulsivo relacionado con el orden y la limpieza que la convertiría en un bicho raro de cara a los demás. Quería diferenciarla de los tradicionales policías que luchan contra el alcoholismo o la culpa para enfrentarla a un enemigo que solo ella pudiera ver. Además, esa característica tan especial aportaría momentos de comedia y me serviría para rebajar un poco la tensión del resto de tramas.

Y así es como empecé a escribir El buen padre, con mucha ilusión, muchas ganas y el miedo de pensar que, si no lo hacía bien, podría ser mi tumba literaria. Pero una vez que terminé el manuscrito, recibí una oferta por parte de Penguin Random House. El proyecto que me ofrecían era tan ilusionante que no lo pude rechazar.

"Ya he acordado con la editorial escribir una segunda entrega de la peculiar inspectora Indira Ramos, así que todo va bien"

Ahora, unos meses después, cuando ya se ha publicado, se ha vendido en el extranjero, hemos sacado varias ediciones, las críticas son estupendas, y ya estoy un poco más tranquilo. Hay gente a la que le sigue gustando más Talión, pero de lo que estoy seguro es de que he hecho un buen trabajo. A mí, personalmente, aunque estoy muy orgulloso de mi primera novela, creo que con la segunda he dado un paso adelante como escritor. Es más compleja y espero sentir de verdad la presión con la tercera porque El buen padre haya tenido un éxito apabullante. De momento, ya he acordado con la editorial escribir una segunda entrega de la peculiar inspectora Indira Ramos, así que todo va bien.

Durante estos días estoy de promoción, y aunque debido al confinamiento casi todo es telemático, también lo estoy disfrutando. Jamás pensé que daría una rueda de prensa con muchos medios interesándose por mi trabajo. Y, desde luego, jamás pensé que daría una rueda de prensa con camisa y pantalón de pijama.

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Autor: Santiago Díaz. Título: El buen padre. Editorial: Reservoir Books. Venta: Todostuslibros y Amazon

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