1927. La cifra no se me va de la cabeza. La escritora de Con rabia (que leí, fascinada, hace dos años) y de esta ¿Puede prestarme su pistola, por favor? nació en 1927.
Tiene 92 años y una voz fuerte, joven, moderna, exigente, irónica y rabiosamente actual. Con rabia, publicada en 1963 en Italia, era una voz adolescente tan potente como la de Holden Caulfield, pero mujer, consciente, dolora y enérgicamente mujer.
***
Ahora Penny, alter ego de la autora y de todas nosotras, inicia su relato parafraseando El extranjero de Camus. “El parricidio es sólo la consecuencia de la costumbre secular de los padres de matar a sus hijos”. Y a sus hijas. Penny está encerrada en una estación subterránea. Se ha escapado de casa y cree que, así, también ha roto con todas las convenciones. Su única obsesión es “dinamitar esta sociedad de mierda”. O eso dice, porque lo que quiere de verdad es algo muchísimo más revolucionario e infinitamente más difícil: lo que quiere es ser libre, ser independiente, ser ella.
Pero como le ocurría a Alicia en el País de las Maravillas, lo que ella cree huida y liberación es encierro, un encierro claustrofóbico en el que no hace más que encontrarse con gente de todas las edades y condiciones que siempre saben mejor que ella quién es, en qué se equivoca y qué debería estar haciendo. El pan nuestro de cada día, vaya.
“Uno sale de los muros paternos y maternos y no encuentra otra cosa que padres adoptivos”. Y maestros, y tutores, y listos, y sabelotodos…
***
Este libro deslumbrante es la lucha heroica de una mujer por ser quien es, ayer, ahora, siempre. “No es nada fácil diferenciar cuándo se es uno mismo y cuándo no, ni separar limpiamente la parte que está condicionada de la que no lo está”. No es fácil y, encima, puede ser inútil: “Y una vez conseguido todo este inmenso proceso de descondicionamiento, resulta que me descubro en un mundo aún más insoportable que el anterior (…). Los padres muertos continuarán persiguiéndome mucho más de muertos que de vivos, susurrando una especie de estribillo obsesivo: “Te lo dije, te lo dije”, etcétera”.
Todos saben lo que debe hacer y saben lo que quieren de ella: “Entonces me ha invitado a hacer el amor con él asegurando que si no me atrevía a aceptar una invitación era una reprimida”. Un hombre la fuerza y ella consigue sobrevivir y burlarse: “Cosa absurda de todo punto para una chica atea y emancipada, ir a morir nada menos que como una santa”.
***
Penny pelea contra los padres, las madres, los abuelos, la sociedad… Está luchando por ser ella y por saber lo que quiere; está luchando contra todos y, sobre todo, contra lo complicado que es ser invisible y lo tentador que es el conformismo: me niego para que me aceptes, me niego y dejo de ser para mí, pero al menos soy para los otros. “Quiero otro beso y pienso en Fausto, que vende su alma a cambio de su juventud, y me pregunto si puedo vender mi inteligencia a cambio de un poco de amor. «La estupidez bien vale otro beso», me digo”.
Está sin fuerzas, agotada, rendida, y se sigue diciendo, como nos decimos todas cada noche: “Por supuesto, no volveré atrás. Hoy, a más tardar mañana, haré la revolución”. Y, para asegurarse de que esta vez no fallará, pide una pistola.
P.D.: Lorenza Mazzetti y su hermana Paola se criaron con sus tíos Nina Mazzetti y Robert Einstein (primo de Albert). Cuando tenían 17 años, los nazis mataron a su tía y a sus primas. Una biografía terrible que hace aún más poderosas su voz, su energía y su ironía. ¿Algún medio dispuesto a entrevistarla antes de que sea demasiado tarde?
——————————
Autora: Lorenza Mazzetti. Título: ¿Puede prestarme su pistola, por favor? Editorial: Periférica. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: