Le conocen como “el chico de Twitter”, pero Manuel Bartual es mucho más: ilustrador, director de cine, editor, escritor… Es fruto de una generación ávida de creatividad. De esa generación perdida cubierta de promesas incumplidas, del no esperar nada para aprender a lucharlo todo.
En verano de 2017 un hilo de Twitter llenó de ficción nuestros teléfonos móviles y ordenadores. Las redes echaban humo, en WhatsApp no se hablaba de otra cosa que de un hombre que se encontraba de vacaciones y al que le pasaban cosas raras.
Manuel Bartual había echado el cebo y centenares de miles de tuiteros estuvimos horas pegados a las pequeñas pantallas. Centenares de miles de personas seguimos los avatares de su historia narrada a golpe de teclado.
Manuel Bartual sacó del cajón la narrativa por entregas y nos la sirvió dosificada en caracteres. En un verano sin final de un Mundial ni Juegos Olímpicos, la narrativa de Manuel ganó por goleada.
Si Edgar Neville escribiese la historia de Bartual la titularía también La vida en un hilo. En ella habría saltos temporales y planos paralelos, varias vidas entrecruzadas y el uso del doble, una figura ya recurrente en la narrativa de Bartual. La historia tendría asimismo una buena dosis de humor con una pátina de candidez. Su historia poseería elementos críticos con la sociedad, con esta sociedad hiperconectada y prácticamente carente de conexión emocional.
Manuel Bartual ha dirigido más de una docena de cortometrajes y una película Todos tus secretos, premiada en el Festival de Málaga. Ha dibujado cómics para numerosas publicaciones periódicas (El Jueves, Orgullo y Satisfacción) y sus ilustraciones han visto la luz en varios libros (Escucha esto, Manual del perfecto festivalero, la serie Sexorama, Hicksville). Dirigió un sello editorial, ¡Caramba!, especializado en cómic.
“El chico de Twitter” publica estos días una novela, El otro Manuel (Planeta, 2018). Manuel Bartual (el auténtico, creemos) se reúne con Zenda en la cafetería de la Filmoteca para descubrirnos la historia que ha plasmado sobre el papel.
Comenzamos.
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¿Cómo le ha cambiado la vida su famoso hilo de Twitter?
Me ha cambiado la vida sobre todo profesionalmente. De repente me ha abierto puertas a las que ni pensaba llamar o, por lo menos, ha invertido el proceso. En vez de ir a Planeta a ofrecerles la novela, han sido ellos los que han llamado, interesados en conocerme y en ver si tenía alguna idea a raíz de lo del verano.
Maneja la tensión argumental con gran maestría.
Gracias.
El verano pasado hubo incluso algún titular que le comparó con Stephen King. ¿Quiénes son sus referentes literarios en ese sentido?
La referencia a Stephen King me hizo siempre mucha gracia porque yo no había leído a Stephen King hasta… ¡empiezo a leerle ahora!
Pero creo que es inevitable el hecho de que aunque no hayas leído nada de Stephen King de algún modo te influya su obra porque es uno de los autores más adaptados.
Entonces es fácil conocer a Stephen King sin conocerle realmente.
¿Mis influencias? Mis influencias vienen más de lo audiovisual que de la literatura. Soy muy lector, siempre estoy con un cómic o un libro leyendo, pero sí que es verdad que cuando imagino una historia, procuro siempre pensarla para un medio específico.
Es verdad que pienso mucho en imágenes, por ejemplo me puede venir M. Night Shyamalan con El sexto sentido, Señales, El protegido… ¡me gusta mucho cómo maneja el suspense!
Me gusta también mucho Hitchcock, me gusta, de hecho, muchísimo.
Pero es verdad que cuando escribo no pienso deliberadamente en este autor o en este otro, me siento a escribir y es lo que surge de manera natural. Creo que si cuando construyes una historia lo haces intentando replicar a un autor que te gusta, acabas haciendo una réplica.
Creo que lo interesante es sentarte a escribir, ver qué sale y… Es que todo lo que has leído y que te gusta, al final conecta con las historias que puedas crear, acaba saliendo.
No es la primera vez que incursiona en el mundo editorial, pero sí la primera en el terreno de la ficción literaria. ¿Cómo se le ocurrió la idea de esta novela?
Se me ocurrió a raíz de lo que pasó el verano pasado cuando conté mi historia en Twitter. Aquello me pareció que era el germen para una historia. Automáticamente me di cuenta de que era una historia que sólo se podía contar en una novela.
Un poco lo que te decía antes, que me gusta cada vez más tratar de adecuar la historia que cuento al medio concreto que estoy utilizando. Coincidió que fue el momento cuando me escribió Planeta y a la primera reunión que tuvimos ya fui con la idea: “Mira, tengo esta idea que es una novela que va a funcionar por sí sola, que no va a necesitar que quien la lea conozca la historia del verano”. Y al mismo tiempo es un broche a aquella historia. Les gustó mucho y ha sido un lujo trabajar con ellos.
Su hilo tuitero fue definido en Zenda por Txema Valenzuela como la “ficción del verano”. ¿Será El otro Manuel la ficción de la primavera?
(Risas) ¡Ojalá! (Risas) No lo sé. Eso lo tienen que decidir los lectores, que fueron los que decidieron también en verano seguir mi historia. Hombre, evidentemente, espero que la historia guste.
Tengo la sensación de que quien siguió la historia de verano y ya puede conocer un poco cómo escribo, esto le puede gustar también, porque de algún modo, una cosa buena es que el estilo que utilicé en la historia de verano es un poco el estilo que he empleado en la novela.
Lo que he buscado es trasladar el espíritu de aquella historia y esto incluye que sea una historia de misterio con toques de humor, el tipo de escritura… Intentar que el lector esté muy cerca, que no sea alguien que está contemplando la historia desde la lejanía, sino que pueda sentir que estoy delante suyo contándole la historia que estoy narrando, como estamos tú y yo aquí delante uno del otro.
Es un poco lo que he buscado, trasladar de algún modo lo que sucede cuando cuentas algo en Twitter, que tienes alrededor a mucha gente participando en la historia. Quería ver cómo eso se podía trasladar a una novela.
Me puse alertas en Twitter para seguirle.
Lo hizo mucha gente. Y esto provocó una cosa muy divertida y me pareció muy bonita también. La gente que se puso las alertas estaba ese fin de semana en un bar o en el vagón de metro y, de repente, sonaban un montón de móviles a la vez. Entonces se daban cuenta de que todos estaban siguiendo la historia de Manuel y se reconocían como un grupo de gente que durante un breve periodo de tiempo ha estado muy enganchada a una historia. Esto me pareció maravilloso.
Leo el título de su novela y me pregunto: ¿Cuántos Manuel Bartual nos quedan por conocer?
(Risas) Es verdad que está el Manuel dibujante, el Manuel cineasta, ahora el Manuel escritor. Aunque yo creo que todos se resumen en que a Manuel Bartual le gusta contar historias y aunque durante mucho tiempo pensó que lo que le gustaba era ser dibujante de cómics, se dio cuenta de que no, de que el cómic le gusta mucho, pero que al final lo que le gusta es jugar con los medios y jugar con los recursos propios de cada medio.
No sé, no sé. Iremos viendo cuántos más quedan por asomar. Creo que no muchos más porque están empezando a ser bastantes.
¿Es una novela autobiográfica?
En parte sí, porque el punto de partida es algo que verdaderamente me ha pasado. No es una continuación al uso. El protagonista es alguien que se llama Manuel Bartual que escribió una historia en Twitter que se hizo famosa. Me pareció que era una manera divertida de continuar la historia sin continuarla, adecuarla en el terreno de la ficción.
Hay partes de la historia que sí que me han pasado, hay algunas que creo que pueden parecer que no y sí y… procuro jugar mucho con eso, con partes que parece muy evidente que son reales y que realmente no sucedieron. He buscado mucho eso, generar una autoficción, coger elementos propios y cercanos de quien escribe y a partir de ahí construir una historia.
El arranque es un arranque de comedia de Hollywood: lo del intercambio de pedidos es como cuando te llaman equivocadamente por teléfono y hablas dos horas con un desconocido. Eso es un guion para una historia romántica.
Sí. Ha habido gente que me decía que pensaban que… ¿Tú has leído ya la novela?
Sí.
(Continua) Me decían que creían que iba a haber rollo, que éste tiene a la novia y al hijo. También me gusta eso, que haya una expectativa que no se cumple, que exista la duda de qué va a pasar románticamente entre Manuel y Alicia, y Manuel y Alicia…
¡No hagamos destripe!
Mejor no, mejor no. (Risas). ¡Bórralo!, ¡bórralo! Oye, que Manuel y Alicia… no tiene por qué pasar nada entre ellos. Simplemente se conocen. Porque sean un hombre y una mujer no tienen por qué acabar juntos.
¿Cuánto tardó en escribirla? ¿Podría contarnos un poco el proceso que llevó a cabo?
Han sido cuatro meses de escritura intensa. Empecé a escribir la novela en septiembre y la entregué en enero. Y entre medias escribí un cuento de Navidad para Twitter. Al principio me pareció que iba a ser un problema, porque claro, se me mezclaba con la escritura de la novela. Pero al final casi fue una ventaja, porque el cuento de Navidad supuso un punto y aparte. Tenía gran parte de la novela escrita y llegó un momento en que tuve que aparcarla para terminar de preparar el cuento de Navidad.
Cuando la retomé fue como si en vez de quince días hubieran pasado tres meses. Fue una experiencia muy intensa. Me vino bien porque la pude leer casi con ojos de lector y me gustó la experiencia. Me dije: “Creo que va bien”. Después del cuento de Navidad de Twitter ya fue rematar la historia.
Una cosa que hice, que no es habitual, es que no está escrita en orden. Tenía muy claro el arranque de la historia, los primeros capítulos. Tenía muy claro también el desenlace y de la parte central tenía algunas ideas, pero no muy bien conectadas. Así que escribí los primeros capítulos y los últimos capítulos y ya me senté a unir lo que faltaba para ya llegar de un lado a otro. Veía tan claro el final de la novela que me parecía mejor escribirlo ya y si luego tenía que reescribir algo, cuando tuviera escrita la parte central, reescribiría. Y eso es lo que hice. Lo veía clarísimo. A partir del capítulo catorce en adelante sabía cómo acababa.
Creo que es una forma atípica de escribir, pero a mí me ha funcionado. Tampoco creo que sea un método que vaya a aplicar siempre, sino que es un método que me ha funcionado en esta historia.
Ya me ha adelantado una pregunta…
¿Cuál era?
Si era usted un escritor mapa o brújula.
¿Cuál es la diferencia?
Brújula es que tiene un poco clara la historia y empieza a escribir y mapa es…
Sí, sí. A mí una cosa que sí que me pasa es que no me lanzo a la piscina sin saber cómo voy a salir de ella.
Al final cuando doy con una historia, si tengo claro el desenlace pronto, ya veo que esa historia la voy a poder contar. De hecho me suelo atascar mucho cuando tengo un arranque que me gusta mucho y veo cómo puede evolucionar pero no sé cómo resolverlo. Cuando esto me sucede, desestimo muchas veces las ideas, porque para mí lo ideal es concebir una historia en la que vea claros el arranque y la conclusión y el resto… sé que voy a saber llegar de un lado a otro.
¿Cuánto hay de improvisación y cuánto de planificación en Manuel Bartual?
(Risas) Me gusta planificar bastante. Desde fuera parece que voy improvisando bastante, pero… ¡es una planificación bastante improvisada!
Es cierto que antes de irme de vacaciones el verano pasado no podía imaginar lo que iba a suceder y que a continuación iba a estar escribiendo una novela.
Pero es verdad que una vez sucede esto, me lanzo a escribir la novela de manera poco meditada, el hecho de sentarme a escribir. Pero sí que es verdad que escribo teniendo muy claro lo que tengo entre manos. A veces no me paro a pensar demasiado en “¿debería hacer esto?”, sino que simplemente lo hago. Pero cuando lo estoy haciendo no soy imprudente. Tengo muy claro qué tengo entre manos.
Seguramente mucha gente espera que esta novela recoja su popular historia tuitera (o una continuación de ella). ¿Por qué se ha separado en esta ficción de aquel hilo?
Por un lado porque creo que esa historia ya estaba finalizada. La historia de Twitter la concebí con un principio y un final muy claros, que fueron los que acabé contando y una continuación al uso no vi que tuviera ningún sentido. Pero sí que vi muy claro que una manera de continuarlo era dar este salto a otro plano de la ficción, que al final creo que sirve también para sorprender al lector.
Quien pueda pensar que esto es una adaptación de los tuits de verano va a encontrar que no es así. Quien pueda pensar que es una continuación al uso se encontrará con que es otro tipo de juego metanarrativo. Esto es algo que me gusta mucho. La metaficción, jugar con el hecho de que la obra que estás leyendo o viendo es consciente de que es una novela o una película es algo que me gusta mucho.
¿Siente que tiene algo que demostrar literariamente hablando?
Supongo que hay mucha gente que ahora estará pensando a ver qué ha hecho este hombre que publicó una historia en Twitter y a ver cómo se defiende con una novela. Me parece una pregunta normal, que yo me haría también si estuviera en el otro lado.
Lo único que puedo decir es que se animen a leerla y hablamos después. Yo he quedado contento con la novela.
¿Qué espera de esta novela? ¿Es esta novela un ejercicio de catarsis después del éxito?
Bueno, quizá tiene parte de eso. Una cosa que sucedió cuando yo conté la historia de verano es que a medida que contaba la historia no me paré a pensar en lo que estaba sucediendo porque estaba escribiendo la historia en directo. Si me paraba a ver lo que estaba sucediendo alrededor no iba a terminar de escribir la historia. Así que procuré centrarme en ello y acabar la historia, y cuando acabara ya vería lo que haría, ya me sentaría a reflexionar.
Es verdad que el tiempo de reflexión fue mínimo, enseguida me puse a escribir la novela.
La novela es, en cierto modo, la reflexión de todo lo que sucedió, pero no es sólo eso, la novela es una historia de ficción que se mezcla con la realidad, con lo que sucedió. Me gustó la idea de convertir la novela en testimonio de toda esta locura que me rodeó en verano y jugar deliberadamente con ello.
¿Qué ingredientes ha de tener una buena historia?
Esta pregunta es muy compleja. Lo que a mí me puede parecer una buena historia a otro le parece pésimo y al revés. Entiendo que una cosa en común es que enganche al público objetivo. Mi novela tiene un tipo de lector al que le puede interesar.
Intentar que ese lector una vez la abra y lea dos páginas diga: “Quiero seguir leyendo hasta que acabe”. Pero no creo que haya una fórmula para nada, sino que cada historia tiene sus condicionantes y tiene que encontrar su público.
Su historia recuerda en ocasiones a Cómo ser John Malkovich (Spike Jonze, 1999) con guion de Charlie Kaufman. Entiendo que, por su trayectoria, sus referentes son de la misma manera cinematográficos. ¿Puede desvelar alguno de ellos?
Has dado en el clavo. Charlie Kaufman me gusta mucho y más que Cómo ser John Malkovich, que me encanta, Adaptation es una de mis películas favoritas. Me gusta mucho todo el juego que desarrolla en esta película.
¿Quién me gusta? Me gustan mucho los hermanos Duplass, que son una pareja de hermanos que desde hace diez años hacen mayoritariamente cine independiente. Creo que sus películas no siempre son perfectas —bueno, tampoco creo que haya una película perfecta—, pero me gusta cómo abordan sus proyectos, cómo construyen los personajes. Me gusta mucho cómo dirigen. Se nota que hay mucho margen para la improvisación y eso funciona muy bien. Si sabes manejarlo funciona muy bien.
Suelo seguir el cine independiente. También me gusta Hitchcock, Verhoeven. Creo que es un macarra. Me parece uno de los cineastas con una trayectoria más sólida. Si ves todo lo que hizo antes de dar el salto a Estados Unidos, todo lo que hizo allí y todo lo que hizo luego al volver a su país, es un tío que tiene muy claro lo que está haciendo y aparte que siempre lo ha hecho con mucho humor.
Su novela es un homenaje a la morfología del cuento clásico. ¿Qué cuentos o historias le marcaron de niño?
Hay un escritor que leí de adolescente y con quien conecté mucho, Terry Pratchett. A mí la fantasía heroica no me gusta como género, pero la fantasía heroica humorística sí que me hace mucha gracia, probablemente porque ya deja de ser fantasía heroica y se convierte en humor.
Recuerdo que el primer libro que leí suyo fue ¡Guardias! ¡Guardias! (octavo de MundoDisco) y lo leí dos veces seguidas en cuanto cayó en mis manos. Me pareció un tío muy inteligente, que escribía de modo muy divertido y que creaba unos personajes que en el fondo eran parodia de arquetipos clásicos de la fantasía heroica, pero al mismo tiempo eran muy humanos, con los que te resultaba muy fácil encariñarte.
Junto a otros ilustradores llegó a formar parte de Orgullo y satisfacción. ¿Tenemos delante la mejor generación de ilustradores españoles?
Creo que en el cómic estamos viviendo en España un momento dulce porque ahora mismo hay profesionales que llevan muchos años trabajando y que están dando, de algún modo, sus mejores obras en este momento, mezclados con nuevos autores y autoras que vienen de otros sitios. Lo habitual en el cómic es que se fuera dibujante de cómic porque se había sido lector de cómic, como yo lo fui cuando era pequeño.
Hay una cosa muy interesante que está pasando y es que hay dibujantes que vienen de otros ámbitos, del arte por ejemplo. Han descubierto la novela gráfica, tienen otras visiones, y me parece muy enriquecedor. De algún modo hay como dos grandes generaciones ahora mismo escribiendo y dibujando obras que me parecen muy interesantes.
¿De quién aprendió a ilustrar? ¿Quiénes fueron sus maestros?
He leído cómic toda la vida. Empecé leyendo sobre todo cómic humorístico. Mi abuelo tenía un armario lleno con los cómics que en su día leyeron mi padre y mi tío.
Mi infancia la pase en casa de mis abuelos porque mis padres trabajaban, así que en el momento en que empecé a leer él me iba suministrando los cómics. Cada semana me daba uno, y ahí leí a Ibáñez, Herranz, Vázquez… todos los dibujantes de Bruguera.
Hace pocos días el mundo de la cultura y del humor despedía a Forges ¿Qué aprendió de él?
De Forges todos deberíamos haber aprendido que se puede llegar a ser un gran embajador de España utilizando viñetas.
A mí hay una cosa que me fascina y es haber hecho viajes fuera de España y encontrarme viñetas de Forges colgadas en oficinas. Recuerdo que hace unos meses me invitaron, en Alemania, a unas proyecciones de mi película (Todos tus secretos) y me sorprendió que me llevaron a una universidad y encontrarme allí con Forges. Viajas fuera y te sientes un poco en casa al encontrarte con él.
¿Por qué es necesario el sentido del humor?
Sin él sería todo muy aburrido. Me cuesta concebir una historia sin humor.
Es editor, ilustrador, director, escritor… ¿Cómo se definiría usted?
Intento pasármelo bien.
Ha dirigido una película que fue reconocida en el Festival de Málaga. Igualmente ha dirigido varios cortometrajes. ¿Cree que se puede poner cotos a las artes? ¿Se puede ser una única cosa en el mundo de la cultura?
No. Para nada. En absoluto. Hoy menos que nunca. Estamos en un punto en que cualquiera puede hacer una película. Y cuando digo cualquiera es que es así. Tenemos teléfonos móviles en nuestros bolsillos, una tecnología de grabación que supera a las cámaras profesionales. Hace unos años, por ejemplo, se estrenó en Netflix la película Tangerine (producida por los Duplass). Esta película, que me parece buenísima a muchos niveles, está rodada con un iPhone. Y aparte, no es la típica película que evidencia que está grabada con un teléfono móvil.
En las entrevistas con su director, él decía que llevaba tiempo tratando de levantar un proyecto que no salía y de repente dijo: “Pues voy a montar algo más pequeño y esta estética me gusta porque es diferente a las típicas cámaras que se utilizan para rodar con más presupuesto”. Y es una película que verdaderamente está muy bien y la hicieron, ya te digo, con teléfonos móviles.
Así que creo que estamos en un punto en que realmente si quieres contar historias no creo que sea preciso ceñirse a un medio. Igual sí que sientes que quieres ser escritor y ya está. En mi caso me gusta jugar con el lenguaje, me gusta idear historias que sólo funcionen en el medio en el que las estoy contando. Y cuando consigo hacer esto, doy con las historias con las que estoy más contento, las que funcionan bien sólo en ese medio.
Cuando consigo contar una historia que sólo podría ser una novela, como ocurre con El otro Manuel, tal y como es, no podría ser una película o un cómic.
¿Qué otros proyectos tiene en marcha?
Quiero descansar un poco porque no he parado desde el verano y tomar un poco de… aprovechar el parón para plantear cuál es el siguiente paso.
Sí que es verdad que a raíz de la historia de verano recibí propuestas del mundo audiovisual pero de momento no hay nada cerrado porque el audiovisual tiene sus ritmos y es todo más lento que en otros campos.
Pero, por ejemplo, me lo he pasado muy bien con la novela, verdaderamente he disfrutado mucho con el proceso y tengo un par de ideas que de momento no sé si me decantaré por alguna de ellas o esperaré a que surja una tercera que me guste más. Pero bueno, son dos ideas que ya me gustan, lo cual está bastante bien.
***
Bartual accede solícito a posar para la cámara de Victoria Iglesias. Lleva un día ajetreado, ha presentado su primera novela al público en la Fundación Telefónica y desde la mañana no ha parado de hacer entrevistas. Le acompaña una botella de agua aunque no ha perdido la voz en ningún momento.
Sale de la cafetería y posa sosegado. Entre tanto otra historia se está tejiendo en torno a su perfil social: parece que Manuel ha perdido los ejemplares de autor de su primera ficción. Sonríe sin esfuerzo este hombre tranquilo cuyas vivencias pendieron durante días de un hilo.
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