Sabiduría, rigor moral y una gran paciencia
“La mejor defensa es no parecerte a ellos”. Pensamientos para mí mismo. Marco Aurelio. Libro Sexto, VI.
Una de las buenas noticias literarias es que Errata naturae publica Pensamientos para mí mismo, de Marco Aurelio (121-180 d.C.). El llamado emperador—filósofo fue un estoico que desde su adolescencia decidió prescindir de la cama para dormir en el suelo. Adriano le designó futuro César y le educó para el cargo junto a su abuelo Antonino Pío. Con cuarenta años llega al poder y, aunque sabe que no siempre es posible hacer el bien, lo intenta siempre que puede. Tuvo un carácter pacífico, pero no una vida fácil en lo personal, ya que su mujer, Faustina, se acostaba con gladiadores. Debido a las batallas que tuvo que librar contrajo la peste y, avanzada ya la enfermedad, un día no se levantó y, tras taparse la cabeza con la sábana, se dejó morir.
Los pensamientos que ahora publica Errata naturae, en una bella edición ilustrada por Scott Pennor, los escribió Marco Aurelio en griego, Tá sis eautón, y son un buen puñado de reflexiones edificantes, no exentas de cierto pesimismo melancólico que reflejan sabiduría, rigor moral y muestran una gran paciencia ante las adversidades: “Un instante y lo habrás olvidado todo. Otro instante más todos te habrán olvidado” (Libro séptimo. XXI).
El estoicismo no hizo nunca distinción social entre sus practicantes. Si Marco Aurelio fue un emperador, otros dos conocidos estoicos fueron Séneca —un noble— y el esclavo Epicteto. Durante muchos años no fue extraño ni inusual ser esclavo y amar la filosofía, como fueron los casos de Mis, que lo era de Epicuro, o Perseo, esclavo de Zenón. Su condición desesperada les daba argumentos ante la adversidad. Hermipo de Esmirna escribió Los esclavos y la filosofía, y el propio Aristóteles (384-322 a. de C.) consideraba que la familia perfecta se componía de esclavos y personas libres.
Pero habíamos empezado con Marco Aurelio y con él debemos terminar este comentario. Su legado más importante son estos Pensamientos para mí mismo, reflexiones morales que fue escribiendo, según le iba dictando el latido diario, en los que está la influencia estoica, sobre todo de Epicteto, y muestran, como hemos dicho, una visión pesimista de la existencia, al considerar las pasiones humanas como el factor principal de la corrupción. Una de las pruebas de la aversión de Marco Aurelio al despotismo era el nombre que le había puesto, tan despreciativo, de cesarización.
Autor: Marco Aurelio. Título: Pensamientos para mí mismo. Editorial: Errata naturae.
La verdadera historia de unos poemas de Jaime Gil de Biedma
“Todo fue una equivocación, yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema”. Jaime Gil de Biedma.
La otra buena noticia editorial de estos días es la recuperación de El pie de la letra, los espléndidos ensayos de Jaime Gil de Biedma que la editorial Crítica publicara en 1980 y que tantos buenos momentos nos regaló en vida del poeta que quería ser poema.
Recupero aquí unas líneas de lo que conté en Encuentros con el 50. La voz poética de una generación (edición no venal en Ámbito Cultural, 2015), en donde se recoge también una entrevista a Gil de Biedma que le hicimos Carme Riera y yo en 1987.
“Al final [de la entrevista], ella tuvo que quedarse en casa por razones evidentes [me refería a Carme Riera que había dado a luz recientemente] y yo me fui con Jaime de copas. Me presentó a sus camareros de Barcelona, en una especie de periplo que emulaba su “Revista de bares (o apuntes para una prehistoria de la difunta gauche divine)”, recogido en su libro, El pie de la letra, un conjunto de ensayos sobre vida y literatura, pilares fundamentales del poeta. “El bar es una estilización urbana de la taberna”, escribe Gil de Biedma en el libro. Yo debería haber apuntado los nombres de los bares en los que entramos y salimos, tomando dry martinis acodados en cada barra, aunque no importan tanto los lugares en los que charlamos de poesía todo el tiempo, como las cosas que Jaime me contó, entre ellas un episodio de insomnio que había sufrido hacía unos años en que, para dormirse, “en lugar de contar ovejitas”, me dijo, “recitaba de memoria los versos del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz”. “Para ser poeta”, me dijo también un poquito achispado, “hay que pagar un precio muy alto”.
Tal vez hayamos estado en el Stork o en el Flamingo, en el Elephas o en La Gàbia de Vidre, quién sabe si en ninguno, o si ni tan siquiera seguirán en pie o se han convertido en escenarios de película de ciencia ficción, con personas sentadas a sus mesas manipulando como autómatas sus teléfonos móviles”.
Esto es una parte de lo que escribí en el libro referido, pero al abundar en la lectura de esta nueva edición de El pie de la letra —ampliada con textos inéditos—, compruebo que el libro recoge escritos de Jaime que estuvieron en la edición de Galaxia Gutenberg de 2010 con el nombre de “Textos dispersos”, que entonces me pasaron desapercibidos, y esta edición de Lumen me sirve para reencontrarme con uno de esos textos: “Recital de poesía. En Oviedo”, lo que me da pie para contar la siguiente anécdota:
Jaime Gil de Biedma fue invitado por la asociación cultural Tribuna Ciudadana a un recital en Oviedo el 12 de junio de 1981, poco antes de aparecer publicada la segunda edición de su obra poética completa, Las personas del verbo (Seix Barral, 1982). En aquel tiempo yo pertenecía a un grupo poético del que he hablado en más de una ocasión llamado Luna de Abajo, sello editorial con el que publicábamos libros de poemas, y en el que uno de sus miembros, Ricardo Labra, se encargó, años después, de transcribir la lectura pública de Gil de Biedma y, con la autorización de los organizadores y del propio Jaime, publicamos en el Cuaderno número 6. “La lectura comentada” […], escribe Labra en la introducción del Cuaderno”, era “Recital de poesía de Jaime Gil de Biedma”, que yo me he permitido modificar por el último poema de su segundo libro, Moralidades (México, Joaquín Mortiz, 1966), “El juego de hacer versos”, por considerar que ese título se corresponde mucho más con los contenidos y reflexiones que J.G.B. desarrolla en la lectura comentada, que el anterior”.
Incluimos, pues, en el número seis de Luna de Abajo la lectura de Jaime, en una transcripción editada con rigor y minuciosidad, y con notas a pie de página, junto a otros textos de Brines, Beltrán, García Montero, Benítez Reyes, Aute, Taibo I y Edwards, entre otros autores. El libro se publicó en febrero de 1992.
Como solía ser natural entonces, los medios de comunicación se hicieron eco de nuestra publicación, puesto que aparecía un texto de J.G.B. “inédito”. Cuando salió la noticia la maquinaria de la agencia Ballcels se puso en funcionamiento y nos demandó por publicar a Gil de Biedma, a la sazón autor de su agencia. He de decir antes de continuar que las ediciones de Luna de Abajo las sufragábamos los editores y que su venta, restringidísima, no daba, como es notorio, para recuperar ni un céntimo de lo invertido. Recurrimos, pues, a la benevolencia de la agencia Ballcels pidiendo ayuda a Ángel González, quien a su vez habló con Pep Madern, a quien Gil de Biedma dedicó entonces, y ahora, la edición de sus ensayos: “A mi amigo Pep Madern, por las veces que hablamos de vida y literatura”.
Madern, que fue pareja del poeta hasta la muerte de este, en 1990, fue también su heredero. Y gracias a Pep Madern, con la intermediación de Ángel González, la agencia Bellcels retiró la demanda en defensa de los derechos de su representado, en los que incluiría sus dividendos también, contra una ruinosa editorial de poesía de cinco jóvenes letraheridos que sacaban un par de libros al año “sin ánimo de lucro”.
Pep Madern lo arregló con elegancia y discreción y me escribió una carta en la que me tranquilizaba y nos daba las gracias por haber recogido con tanto cariño y con tanta profesionalidad una lectura que, de no ser por Luna de Abajo, probablemente se habría perdido.
Y prueba de que la recuperación fue posible, aquí está —tal cual— la transcripción de aquella lectura comentada que Jaime Gil de Biedma realizó en Oviedo hace 36 años y que entonces celebramos con él a su manera, es decir, brindando con un buen vino entre amigos alrededor de una mesa bien servida.
Autor: Jaime Gil de Biedma. Título: El pie de la letra. Ensayos completos. Editorial: Lumen.
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