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Marcos Chicot: «Platón arriesgó su vida para luchar contra los demagogos igual que lo hubiera hecho ahora»

Marcos Chicot: «Platón arriesgó su vida para luchar contra los demagogos igual que lo hubiera hecho ahora»

Para Marcos Chicot, Platón es el filósofo más importante de la historia y su pensamiento forma parte de su última novela con la que, además de entretener, quiere reivindicar la lucha del pensador contra los demagogos que en la actualidad, dice, siguen siendo los mayores enemigos de la democracia.

Marcos Chicot (Madrid, 1971) sigue en la novela El asesinato de Platón, publicada por Planeta, el planteamiento que ya hizo en El asesinato de Pitágoras y El asesinato de Sócrates, los tres mayores «gigantes intelectuales y morales» de la Humanidad que el escritor ha acercado a los lectores en sus libros, en los que mezcla intriga e historia.

Cuatro años ha empleado Chicot en escribir esta novela, según explica en una entrevista con Efe, la que mayor esfuerzo le ha supuesto por la tremenda riqueza del pensamiento de Platón que quería transmitir «de un modo sencillo»: «Cuanto más esfuerzo hace el escritor menos esfuerzo hace el lector, que lo que quiere es disfrutar. Y si además aprende sin esfuerzo, es un valor añadido».

Por eso el pensamiento de Platón aparece en la trama de esta novela, de 900 páginas, «en pequeñas pinceladas que voy introduciendo aquí y allá para pintar un fresco completo sin que el lector casi se dé cuenta», señala.

Sobre todo, cuando «la situación actual ha hecho que Platón cobre una vigencia absoluta. Platón arriesgó su vida para luchar contra los demagogos igual que lo hubiera hecho ahora porque sabía que eran los mayores enemigos de la democracia», indica el escritor.

El gran proyecto de la vida de Platón, muerto en el año 347 a.C., «fue intentar unir política y filosofía para que gobernara la justicia en lugar de la corrupción y sobre todo la razón y la sabiduría en vez de la retórica vacía de los demagogos, que gobernaran hombres que no ambicionan el poder y la riqueza, sino el bienestar del pueblo», el mismo problema al que se enfrentan las sociedades actuales, indica.

Unas sociedades en las que está desapareciendo el pensamiento crítico: con internet «y el bombardeo continuo de estímulos al que estamos sometidos cada vez es más difícil ser una persona que se para a pensar y decide, y nos convertimos en un mero títere que reacciona».

Esa lucha de Platón contra la demagogia cruza la trama de la novela, que recrea una etapa de la Grecia clásica que comienza con la historia de Altea, hija de Perseo y una de las más brillantes discípulas del filósofo, que no sabe que su vida y la del bebé que espera están en peligro y que el enemigo está en su propia casa.

«Todo lo que cuento en la novela es tal como ocurrió o cómo pudo haber ocurrido. Todo está reconstruido con un estudio muy meticuloso de los personajes e incluso los de ficción están construidos con elementos reales».

Altea está creada a partir del conocimiento que hay sobre las mujeres que formaron parte de la Academia platónica y sirve al autor para mostrar toda la filosofía y el pensamiento de Platón sobre las mujeres: «Platón decía que las mujeres podían realizar las mismas tareas que los hombres, incluido gobernar, y que un Estado que no las tiene presentes está renunciando a la mitad de sus recursos», dice Chicot.

Insiste en que su novela, además de histórica, es de unos personajes que evolucionan durante los 25 años en los que transcurre su libro.

«He querido transformar el personaje histórico del que era el ateniense más prestigioso que existía en una persona con anhelos, con sufrimientos, con pensamientos e inquietudes», dice el escritor, que considera que así se pueden entender mejor «esas cosas que nos suenan raras, como el mito de la caverna que nos hacían estudiar en el colegio. A través de sus circunstancias se van entendiendo sus pensamientos«, indica.

Esa sensación, la de sentir a sus personajes como personas que existieron como él, es la que tiene Chicot cuando sostiene una moneda griega de la época que adquirió en una subasta: «pienso que realmente estuvo allí, que quizá la tuvo Platón en su mano y que entonces no sabía lo que le iba a pasar al día siguiente. Esa incertidumbre y esa emoción de lo que supone la vida es lo que quiero que sienta el lector a largo de toda la novela».

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