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Margarita Alexandre: una creadora en libertad en tiempos de desilusión

Margarita Alexandre: una creadora en libertad en tiempos de desilusión

«Era el amanecer de un helado y sombrío Día de Reyes de 1938, aunque posiblemente la memoria se enrede entre los sueños, la realidad y las sombras de una pantalla cinematográfica. Porque la ruta ha sido vasta y quizá infrecuente, y la distancia, como los faroles de las viejas locomotoras, sólo ilumina las vías que transita…»

Con estas líneas, transidas de poesía, nos recibe Margarita Alexandre aporticando sus memorias, a las que dedicó sus últimos diez años de vida.

"Margarita trabajó en decenas de películas como actriz, productora, directora o guionista. Hija de padre francés y madre portorriqueña, vivirá en Madrid hasta el golpe de estado del general Franco y el inicio de la Guerra Civil"

La editorial Pretextos acaba de publicar La otra cara de la luna, la autobiografía inédita de Margarita Alexandre (1923-2015), pionera en la dirección de cine durante la dictadura franquista y la Revolución cubana, con edición de Dácil Melgar, nieta de la escritora. Este libro se suma a los últimos eventos dedicados a recuperar la figura de la creadora que en 2004 recibió la medalla de honor de la Asociación Española de Historiadores del Cine. Aunque en 2016, a partir de varias entrevistas, Sonia García López publicó El cuerpo y la voz de Margarita Alexandre, interesante libro biográfico, y en 2019 se estrenó un documental dirigido por Fermín Ajo que abordaba su figura, esta nueva obra autobiográfica fue el proyecto más querido durante los últimos años de vida de Alexandre.

Margarita trabajó en decenas de películas como actriz, productora, directora o guionista. Hija de padre francés y madre portorriqueña, vivirá en Madrid hasta el golpe de estado del general Franco y el inicio de la Guerra Civil. Marchará a Valencia y conseguirá, a los 18 años, su primer papel como actriz en la película Tierra y cielo, representando la Inmaculada Concepción de un cuadro de Murillo. Casada con el crítico Rafael Torrecilla, que conocerá durante el rodaje de Puebla de las mujeres (1952), y en cuyos recuerdos sobrevuela la oscura traición de la infidelidad, fundará la productora cinematográfica Altamira Films, que auspiciará producciones como La ciudad perdida (1954) o La gata (1955). Exiliada republicana en el 59, Margarita decide en inicios viajar a México pero, por el camino, esperando los visados en Nueva York, y tras entablar relaciones con el director mexicano Manuel Barbachano Ponce, marchan a la Cuba de Fidel Castro en la que residirán durante más de quince años, trabajando en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos y el Teatro Musical de La Habana.

"Alexandre relata su paulatina desilusión en un país en urgencia, cuando los amaneceres se sucedían reduciendo a humo los aplaudidos tanteos democráticos"

Las memorias, que se inician con un bellísimo capítulo en tercera persona —en donde la mirada vivencial parece estar entreverada por la neblina de la distancia— y que nos refleja sus primeras impresiones sobre la aristocracia española, la de la familia de su marido, ese mundo de luces y sombras, de apariencias y reflejos, que acompañaron sus orígenes.

Quizá el capítulo dedicado a su vida cubana resulta de los más atractivos: «seguramente allí sería posible quebrar la estéril inercia, acabar con los males endémicos, conseguir por fin algo grande y hermoso, algo que trascendería al mundo. Y los quince días fueron diez años». Así, dedicará varias páginas a relatar el periplo de su vida cubana y su implicación entusiasmada en los primeros balbuceos de la revolución. Alumbrada por las ideas primigenias del movimiento castrista, Alexandre relata su paulatina desilusión en un país en urgencia, cuando los amaneceres se sucedían reduciendo a humo los aplaudidos tanteos democráticos, y donde se recuerda, ya con la distancia del tiempo, contemplando a compañeros de rodaje maniatados y sometidos a vejaciones e injustos juicios por socavar, afirmaban desde las esferas, los cimientos del Estado.

Debido al encargo de participar en la producción de un filme en plena crisis de los misiles, Margarita viaja a Alemania en enero de 1963. De esta manera, y siguiendo un buscado y en ocasiones deslavazado carácter fragmentario, este canto a la libertad desde el que se configura la estructura del libro, nos lleva de la mano por un mundo convulso, oscuro, en guerra, donde persecuciones, anhelos, fantasmas y desilusiones tiñen el recuerdo y la memoria. Pese a ello, esta autobiografía emerge sobria en emociones, con una marcada ausencia de dolor e incluso frialdad en los pasajes más melancólicos: «En realidad vivía entre jirones de un pasado y un presente imprecisos que no me parecían míos».

"Quizá una de las anécdotas más simbólicas acerca de la personalidad de Margarita Alexandre fue la que le sucedió tras declararla desertora a raíz de un viaje que la llevó a ver a su marido, enfermo, asistido por aquel entonces por el matrimonio Alberti"

La influencia de Margarita Alexandre en la cultura cubana de la época fue decisiva, hasta el punto de ser nombrada Directora General del Teatro Musical de La Habana. Es interesante asistir, en este sentido, a las arbitrarias medidas del gobierno de Fidel, su implicación en la invasión de Checoslovaquia y las consecuencias que tuvo el hecho de su hijo censurase estas decisiones políticas, a consecuencia de lo cual tuvo que verlo marchar el país ante las presiones policiales, la orden de cerrar los teatros y la terrible burocracia del gobierno de Cuba a los que dedica todo un capítulo («Malditos burócratas»).

Quizá una de las anécdotas más simbólicas acerca de la personalidad de Margarita Alexandre fue la que le sucedió tras declararla desertora a raíz de un viaje que la llevó a ver a su marido, enfermo, asistido por aquel entonces por el matrimonio Alberti. A su vuelta, tras solicitar una reunión con la dirección de cultura, se la señaló abiertamente como burguesa:

«—¡Claro que soy burguesa! ¿Es que me tengo que disfrazar de proletaria? […] ¿Acaso el compañero Fidel Castro no es burgués, no es hijo de terrateniente?».

"Con un alma llena de preocupaciones concluye este amargo diario, fiel testimonio de un período oscuro, donde la cultura y la bonhomía siempre amanecen luminosas"

Margarita, capaz de enfrenarse a lo intocable, de menoscabar la figura heroica del revolucionario, censurada por diferenciar entre un origen burgués y un comportamiento burgués, de renunciar a pertenecer a grupos como la Federación de Mujeres Cubanas por recordarle a la Sección Femenina falangista («triste copia de lo que personalmente había detestado toda mi vida») o el Comité de Defensa de la Revolución («veneno de la delación y de las venganzas personales»).

Y aun sabiendo que si ponía un pie en la escalera de un avión que la sacase de Cuba sería cesada de inmediato de todos sus cargos culturales, abandonará el país, rota y desilusionada, «como una superviviente abandona el campo de batalla», con la bandera de sus ideales incorruptos, con la fe inquebrantable por el afecto humano, que tantos sinsabores le ocasionó.

Con un alma llena de preocupaciones concluye este amargo diario, fiel testimonio de un período oscuro, donde la cultura y la bonhomía siempre amanecen luminosas, necesaria lectura para la búsqueda de un arte —de una vida— en libertad.

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Autora: Margarita Alexandre. Título: La otra cara de la luna. Una autobiografía de Margarita Alexandre. Editorial: Pre-Textos. Venta: Todos tus libros.

Portada de ‘La otra cara de la luna’, libro autobiográfico de la cineasta leonesa Margarita Alexandre

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